Nuestra Historia

CAPÍTULO 58: Un Colchón

Con dos sueldos asegurados, la urgencia de la supervivencia dio paso a la emoción de la construcción. Nuestra primera gran batalla, la de conseguir trabajo, estaba ganada. Ahora venía la logística de la felicidad.

​El primer gran desafío no fue ponernos de acuerdo; tú y yo éramos un solo músculo, una sola mente. El problema era la logística pura y dura. Nuestros horarios eran complejos: yo en seguridad, tú en administración. Había que sincronizar turnos, viajes y, sobre todo, la compra que cambiaría nuestras vidas.

​Finalmente, el día de pago llegó y, con él, el milagro. Pedimos permiso en nuestros trabajos, nos encontramos con mi hermano, y fuimos al centro comercial. No compramos ropa, ni lujos, ni un celular nuevo; fuimos directo a lo esencial. Compramos el colchón, el más económico pero digno, y una estufa pequeña de dos fogones. Eran nuestros primeros muebles, nuestros trofeos de guerra.

​El verdadero calvario fue subirlos. Tuvimos que pagar extra a un ayudante y, entre los tres, mi hermano, el ayudante y yo, cargamos el colchón y la estufa por los cuatro pisos estrechos. El colchón se atoraba en las curvas de las escaleras; sudamos, reímos y renegamos. Pero cuando el colchón finalmente aterrizó en el suelo del cuartico, fue como si hubiéramos plantado una bandera en la cima de una montaña.

​Esa noche, botamos el cartón. El sonido del cartón al romperse fue el fin de una era. Nos acostamos en nuestro colchón nuevo. Era firme, suave, y no olía a humedad ni a calle. Nos abrazamos, y el silencio de esa noche fue la verdadera celebración. Ya no sentíamos el frío penetrante del cemento; sentíamos el calor de nuestro esfuerzo, de nuestro hogar.

​La vida se estabilizó. Coordinar los turnos era un baile constante, pero cada llamada, cada nota dejada en la puerta, era un recordatorio de que éramos un equipo. Empezamos a ahorrar con una disciplina férrea. El plan de la universidad para ti, Sullys, era nuestro norte, y ahora era más alcanzable que nunca.

​Miré a mi alrededor, al cuartico que ya tenía un colchón, una estufa y la promesa de un futuro. El camino desde la vereda había sido una prueba de fuego, un relato de resistencia, amor y la lucha constante contra el prejuicio y la pobreza.

​Pero esta historia no termina aquí.



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En el texto hay: romance accion aventura

Editado: 06.11.2025

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