Angie
Los días después de la fiesta se me hicieron una tortura, no estoy acostumbrada a ingerir tanto alcohol como el que bebí aquel día. Tengo pequeños recuerdos de algunos de los instantes de la fiesta; volverme a topar con Bred fue lo peor que me pudo haber pasado, bueno eso es mentira, lo peor pasó a la mañana siguiente.
«Si tan solo Samantha no se hubiera ido con su novio a pasar la noche, yo me hubiera ahorrado la vergüenza que pasé.»
Sentí unas manos cálidas aferradas a mi cintura, su aliento chocaba contra mi cuello. La habitación se encontraba a oscuras, pero estaba tan a gusto durmiendo en esa posición que volví a caer en los brazos del morfeo.
No sé cuánto tiempo pasó, pero la puerta de la habitación fue abierta de golpe, por inercia me tape toda con la sábana y me acurruque más a la otra persona —como si él fuera la única persona que me podía salvar de aquella situación —.
—¡Despierta Ryan! —gritó una voz femenina.
Intenté mantener la calma y prestarle la mínima atención, toda aquella paz que había intentado obtener se fue a la mierda cuando la sábana que nos cubría fue quitada de mi cuerpo. Exaltada y con temor abrí los ojos, juro que en aquel momento el mundo se calló ante mis pies, en frente se encontraban Holly y su madre.
Lo primero que pasó por mi mente fue gritar, cosa que hice, por la impresión del momento, eso provocó que Ryan se despertara de golpe pero en ningún momento llegó a apartar su cuerpo del mío. En ese momento me dí cuenta de que estaba solo en bragas y sujetador, ¿cómo terminé así?
—¿Angie estás lista? —grito desde mi madre desde algún lugar de la casa, diría que fue desde la primera planta.
—¡Sí! Solo me queda atarme el lazo —grite desde el baño de mi habitación.
«Como siempre la impuntualidad hacía acto de presencia. Me pregunto cuándo será el día que llegué puntual a algún sitio.»
Al ver que estaba perfecta salí del baño y al estar en mi habitación agarré la maleta que se encontraba en la esquina de la puerta. Arrastrando el equipaje que llevaría para New York, bajé las escaleras con cuidado, con la suerte que tenía hasta me podía caer por ellas.
—¡Ya nos podemos ir! —exclamé con alegría.
La cara de sorpresa de mis padres valía oro, osea los entendía, porque en mi sano juicio nunca estaría feliz por despertarme a las cuatro de la mañana pero al no haber dormido por todo las emociones del momento, estaba mejor que nunca.
Junto a mi madre fuimos las últimas en salir de la casa, ya que comprobamos que todo estuviera cerrado. Con la ayuda de mi padre guarde mi equipaje, era el último que faltaba de guardar porque mientras me esperaban ya lo habían hecho.
Entré al interior del auto, me abroche el cinturón de seguridad y le envié un mensaje a Jessie, donde le avisaba de que pasaríamos por ella en 20 minutos, no tardó mucho en contestar. Convencer a los señores Jonson para que Jessie viniera con nosotros no fue nada difícil, al tener tantos años de amistad con mis padres —por no decir que se conocen desde que empezaron el instituto— y llevarse de maravilla hizo que todo fuera más fácil y aceptaran.
Durante los 20 minutos intenté cerrar los ojos, pero cuando al fin lo estaba logrando llegamos a la casa de los Jonson y me tocó ponerme en el asiento de enmedio, hubiera preferido que se moviera Josh, pero él se había quedado dormido nada más sentarse en el auto.
La espera en el aeropuerto se me hacía eterna, daba las gracias a que Jessie fuera mi aliada, mientras mi familia estaba sentada nosotras recorrimos todo el lugar buscando alguna tienda abierta donde pudiera cotillear y ver que le podía llevar a su gemela; había pensado en algún libro de su escritora favorita pero con los meses de exámenes que había tenido y la presentación de su trabajo de investigación , se le había olvidado por completo.
«¿Pero quién abriría a las 6 de la mañana? Y más siendo un sábado»
—¡Estoy indignada! Le quería comprar algo a Ángela.
—Ey, quizás cuando hagamos la escala podrás comprarle algo —ante su respuesta solo asentí antes de volver con mis padres.
Aquella hora que esperamos para poder embarcar se hizo muy larga, aunque hice todo lo posible para despejar mi mente; ver la redes sociales, en especial los chismes que se rumoreaba sobre los famosos, darle like a alguna foto de los deportistas del instituto y cuando ya no sabía que hacer entre a mi cuenta de netflix para continuar la serie que había empezado hace unos días —la cual era interesante porque tenía el misterio y algo de fantasía—.
Nunca me ha agradado estar en medio cuando se viaje en avión, prefiero mil veces estar en la ventanilla y contemplar el despeje y las nubes, a estar enmedio de dos personas, aunque por primera vez en la vida iba a ser la gran excepción; a mi lado derecho estaba un joven muy apuesto, con el cabello rubio y ojos azules, además que a simple vista se podía ver que tenía un cuerpo muy bien tonificado.
Hice mi mayor esfuerzo para no estar mirándolo todo el rato, así que empecé a enviarle mensajes a mi amiga para distraer mi mente y que ella también sufriera algo de lo que yo sentía, aunque ella estuviera con Mark era humana y podía ver a otras personas.