Mis vacaciones de navidad, están apunto de empezar. Mis padres están planeando ir a visitar a mi hermana gemela, Ángela. Ella actualmente está estudiando en New York, al estar en el último curso la directora le ofreció hacer un intercambio. Y como a mí hermana le encanta viajar, conocer nuevas culturas y tradiciones no se lo pensó dos veces y aceptó.
Nuestros padres no se lo tomaron nada bien, pero como vieron que su hija no iba a cambiar de opinión aceptaron. Cada día hablamos con ella aunque sea por cinco minutos, con la distancia que hay de pormedio nuestra relación de hermanas se ha fortalecido.
Nuestro hermanito, Josh, de cinco años la echa de menos y ahora con la noticia de que la iremos a verla esta que se sube por las paredes, al fin después de tres meses volverá a ver «a las clones» —es como él nos dice—.
—Angie —me llama la atención Jessie, mi amiga—. ¿Qué harás en estas vacaciones? —me preguntó mientras caminábamos hacia la cafetería.
—Iremos a visitar a Ángela, y creo que a principios de enero tada la familia nos iremos a Buenos Aires.
—Wow, que suerte —contestó—. ¿Y no puedo ir contigo? Ya sabes echo de menos a mi loka.
Desde pequeñas Jessie y Ángela pusieron ese apodo, y desde entonces son inseparables.
—Seguro que a Ángela le encantaría —le respondí emocionada—; sabes que a mis padres no les importaría, si los tuyos también están de acuerdo con el viaje.
Ya habíamos llegado a la cafetería y como siempre; había una cola enorme. Mientras hacíamos la fila, pude divisar a todo el grupo de amigos sentados en las mesas de siempre.
—Pues les preguntaré —dijo dando saltitos.
—Okey.
Esperamos por unos largos minutos en la cola hasta que al fin fue nuestro turno, Jessie pidió unas patas con soda y yo una soda con un brownie.
Una vez nos dieron nuestros pedidos y pagamos nos fuimos a sentar en la mesa con nuestros amigos.
Se puede decir que somos “populares”, pero no actuamos como tales; odiamos que la gente se nos acerque porque ellos también quieren ser populares, por ese motivo somos un grupo muy reducido.
Nos llevamos con los chicos de los equipos deportivos, pero decir que somos unidos; sería una gran mentira. Ya que nosotros solo nos sentamos a hablar en la mesa de la cafetería, en las clases y siempre vamos a las fiestas que organizan, pero todo se hace debido a que hay que mantener una "imagen".
Lo que no falta en este grupo es la tipica plástica que a estado con la mitad del equipo, y ahí es donde se nota la gran diferencia, y su grupo de amigas o mejor dicho sus seguidoras. Ellas si hacen la vida de los estudiantes a los que denominan “Nerds” un infierno.
—Hoy habéis tardado mucho —nos reprocho Mark, el novio de Jessie.
—Amor, no es nuestra culpa que la profe de biología se una vieja amargada y que por culpa de un idiota que le gastó una broma casi nos castiga a todos —le explico Jessie sentada en el regazo de su novio.
El almuerzo fue tranquilo, fui la primera en acabar y como mis amigos querían estar en la cafetería salí a despejar mi mente.
Fui directo al campo de fútbol americano, se veía a todos los miembros del equipo entrenando. Se puede decir que todos son unos dioses griegos.
Me quedé en las gradas y me senté a observar la táctica que estaban utilizando. Dentro de unos días el equipo del instituto tiene un partido importante; donde se elegiría quien pasa a las semifinales del campeonato.
De mi mochila saqué el cuaderno de dibujo, junto con un lápiz de minas y deje que mi mano dibujara por sí sola, es como si tuviera vida propia.
No sé cuánto tiempo estuve sumergida en el dibujo, pero con el impacto que recibió mi cabeza volví a la realidad y todo se me cayó al suelo.
—Auch —dije mientras me sobaba la parte que había recibido el impacto. Me levanté de la grada y recogí lo que se me había caído, cuando estaba por levantarme alguien me extendió su mano. Con algo de timidez acepté, aún sin despegar la vista del suelo.
No sé de dónde salió mi lado tímido, ya que la mayoría de veces soy muy extrovertida.
En los capítulos que no aparezca ningún nombre seran los que estan narrados por Angie.
Besos