Nuestra pequeña

21

Antes de seguir a Will al patio trasero, Emma me mira con preocupación, pero al regalarle una sonrisa logre calmarla un poco.

—No me alejare de ella —comienza diciendo.

—Ni yo.

—Lo sé, por eso quería pedirte que las cuides mucho, ya que tú pasaras más tiempo con ellas que yo.

—Eso solo depende de ti.

—Emma tenía razón, yo solo tenía un capricho con ella ya que me hacía sentir que podía tener una familia.

—Y la tendrás, siempre y cuando te comportes.

—Ese es mi objetivo ahora, quiero ganarme el derecho de ser su padre.

—No hagas llorar más a Emma.

—Fui un idiota ¿No? —se rasca el cabeza apenado.

—Si lo fuiste, ¿Amigos? —extiendo mi mano.

—Amigos —dice seguro y correspondiendo a mí gesto.

—Volvamos antes de que Emma o alguien salga pensando que nos estamos moliendo a golpes.

Sonríe y caminando hasta la casa. Al entrar el camina hacia su hermana y yo voy hacia Emma.

—¿Todo bien? —pregunta preocupada pasando su mano por su vientre.

—Perfecto... Como tú.

Inclina su cabeza para ocultar que sus mejillas que se tornan rojas.

—Ya estoy a finales del octavo mes y mis nervios ya no pueden más.

—Dímelo a mí —me acerco a ella con mis manos en sus caderas— Que seré padre el mes que viene.

Apoya sus manos en mi pecho, pero no dice nada.

—¿Padre?... Me gusta cómo suena, pero a la vez me da miedo.

—Y a mí, pero lo enfrentaremos juntos.

....

Entramos a nuestra habitación, y Emma se fue a sentar directo a la cama.

—¿Estas muy cansada?

—Un poco, mis pies duelen.

Me acercó a ella y me arrodillo para sacarle los zapatos.

—Gracias.... Algún día te lo recompensare.

—Puedes hacerlo ahora.

—¿Cómo?

—Déjame pensar....

Me inclinó hacia Emma recostándola sobre la cama para no aplastar su ya abultado vientre prácticamente, quedo a su lado. Atrapo sus labios sin intención de volver a soltarlos, ella me corrsponde volviéndose una pelea por poder. Ya sin aire en los pulmones me separó de ella solo unos milímetros

—No te detengas —dice en un susurro Emma.

—Si no lo hago no sé hasta donde pueda llegar —respondo.

—Hay que averiguarlo.

solo eso me basto para volver a lanzarme sobre sus labios, y su cuerpo. Con uno de mis brazos me apoye sobre la cama para no aplastarla y a la vez enredo mis dedos en su pelo que yacía sobre la cama, mientras que con mi otra mano acaricio su vientre con intenciones de seguir subiendo. Emma a pesar de estar nerviosa al igual que yo, también estaba muy segura de lo que estábamos haciendo.

Mientras investigo el cuerpo de Emma, ella juega con la orilla de mi polera, hasta que por fin se atreve a averiguar que había más allá, primero solo llega hasta mi ombligo, pero después la curiosidad la mataba más aun cuando abandone sus labios para pasar a su cuello.

A pesar de que ambos estamos desesperados por seguir, la tranquilidad con la que avanzamos era lo que más me gusta. Especialmente la tranquilidad que tubo para quitar mi polera y yo la suya.

—No quieres llegar hasta ahí —le digo a altura de su cuello cuando ella llega hasta la correa de mi pantalón.

—No estés tan seguro —me dice coqueta.

—No me hagas esto Emma, sé que yo lo comencé, pero aún puedo parar —mi voz suena muy ronca y agitada.

—No quiero que te detengas —dice casi quejándose.

Atrapo sus labios otra vez.

—Te necesito —insiste.

—Y yo a ti, pero no puedo Emma entiéndeme —susurro en su oído.

—Hay más de una forma de disfrutan la intimidad —dice dudosa.

 

 




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