Nuestra pequeña familia. [en edición]

CAPÍTULO 1: Crear un futuro. ✔️

Mia.
—Michael, por favor, no vuelvas a esto —exigí, un poco molesta.
Él me miró también enfadado y me di cuenta de la extraña arruga que se dibujaba en su frente por mantener el ceño fruncido, y sinceramente, me encantaba. Como todo lo que se relacionaba con él.
—Claro que tengo que volver a esto —aseguró, y la molestia en su voz era palpable. Dejé atrás mis ideas locas y me concentré en la conversación acalorada que manteníamos—. Lo hemos hablado una y otra vez y siempre terminas poniendo una excusa que lo retrasa aún más. ¿Es que acaso no quieres entender mis razones?
Observé su habitación una vez más, intentando buscar algo a lo que aferrarme y no matarle o poder salir corriendo. Me di cuenta de que estaba bastante desesperada y que básicamente era nuestra culpa. Observé nuevamente a Michael y me quedé embelesada durante un segundo de más en su torso tan bien formado y no pude evitar recordar mis caricias sobre el mismo una hora atrás en la cama o las de unos minutos antes en la ducha.
Cuando llegué a sus ojos, volví a centrarme y recuperé de una vez el enfado.
—Mía, céntrate de una vez y deja de pensar en esas cosas, que comienza a hacer calor —me regañé.
—Al parecer tú tampoco entiendes mis razones —expuse—. Quiero mantener mi independencia, Michael. La he tenido toda mi vida y la quiero seguir teniendo. No pienso dejar atrás mi otra vida solo porque te ame —aseguré.
Y por un segundo, su enfado disminuyó solo por la seguridad que había en mi voz al decir que le amaba. No tardó mucho en volver a enfadarse.
—No te pido que dejes nada atrás. No te pido que cambies —aseguró—. Solo quiero que vivas conmigo. Poder despertar todas las mañanas contigo a mi lado y al bajar para desayunar ver a mi hija esperándonos. Que por las noches estemos hasta tarde contándole cuentos a Noa y después regresar aquí, a nuestra habitación, y amarnos —se me deshizo el corazón al escuchar sus palabras—. Quiero poder tener a nuestra pequeña familia cerca. Quiero que estés siempre aquí, conmigo.
Recorrí la distancia que nos separaba de una y lo abracé. Michael no dudó ni un segundo antes de devolverme el abrazo.
—Entiendo que quieras todas esas cosas. Yo también las quiero —aseguré—. Solo necesito un poco más de tiempo, Michael. Yo también quiero crear un futuro junto a ti.
Sus brazos se tensaron a mi alrededor, apretándome aún más contra él.
—Mía, llevamos más de dos meses juntos. Hace más de tres semanas te presenté a mis padres y ambos te adoran —enumeró—. Y hace más de cuatro años que tenemos una preciosa niña. ¿En serio necesitas más tiempo? —ironizó—. No te estoy pidiendo que vendas la casa de tus padres; entiendo que quieras conservarla. Solo que vengas aquí, para estar conmigo.
Escondí el rostro en el hueco de su cuello y respiré profundamente para captar su aroma y guardarlo en mi memoria. Era exquisito. Igual que estar entre sus brazos.
—Vale —dije después de un segundo. Sabía que necesitaba confiar más en él, dejarlo decidir sobre algunas cosas de esta relación que teníamos. Si él pensaba que estaba preparada para esto, tendría que darle un voto de confianza y arriesgarme—. Vendré a vivir contigo —susurré aún escondida en su cuello.
Michael se separó automáticamente y buscó mi rostro.
—¿Es en serio? —asentí. Él sonrió y se inclinó para besarme. Al comienzo era un beso tierno y sin ninguna intención, solo disfrutando. Pero cuando me apreté contra él y busqué su contacto, su piel, el beso cambió y ya no era nada tierno; ahora era caliente, agitado y exigente. Ambos necesitábamos más del otro y ninguno se apartaría. Michael cortó el beso para verme a los ojos y yo sonreí como una tonta bajo su atenta mirada—. Una semana de discusiones sobre el tema y al final aceptas.
—Deberías saber que no me resisto a muchas cosas, y menos si están relacionadas contigo —aseguré mientras dejaba un beso en su cuello.
—Nena, me alegra que el sentimiento sea mutuo.
Y volvió a besarme.
☆☆☆
—¡Oh my God! —escuché el gritito de Thony incluso antes de bajarnos del ascensor.— Esto es alucinante. Ahora entiendo por qué quieres dejar esa vieja casucha donde vivías. —Aseguró, mientras yo permanecía con el rostro descolocado por el término que había utilizado para referirse a mi casa—. Cualquiera quisiera vivir en este lugar. —Observó el recibidor, donde me había quedado estática por sus palabras, y el muy desgraciado comenzó a pasearse por cada esquina del mismo.
—¿Casucha? —pregunté confundida.
Thony me miró con mala cara y asintió.
—Amor, entiendo que sea la casa de tus padres, pero es un fiasco comparada con este penthouse. —Aseguró—. No tendrás una habitación libre por ahí. Digamos que me gusta más que mi casa.
Ahora sí que me quedé con la boca abierta.
Thony amaba su apartamento y, aunque no era tan pequeño como mi casa, tampoco se comparaba con este. Lo había decorado él mismo y estaba lleno de pequeños recuerdos de sus viajes o de sus etapas en esta vida alocada en la que vive. A mí también me gustaba mucho su casa; era muy acogedora y Noa amaba pasar tiempo en ella. Aunque lo hacía para intentar agarrar las cosas de Thony.
Las discusiones entre ellos eran muy entretenidas.
—No pienso darte una habitación cuando has llamado "casucha" a mi casa.
—No digas mentiras. Esta es tu casa; aquella solo era un lugar para vivir. —Aseguró con una sonrisa traviesa.— Venga, dame un recorrido.
Decidí ignorar la primera parte de su comentario y ponerme a enseñarle el apartamento.
Esa tarde, cuando Michael tuvo que marcharse por una urgencia del trabajo y Míriam había pasado por Noa para irse de paseo, decidí llamar a Thony y salir a tomar un café para pasar el tiempo y no estar sola. Lo peor de todo es que le había contado que comenzaría a vivir con Michael y él había insistido en conocer el lugar.
Ahora me arrepentía como nunca de ello.
Después de un largo recorrido lleno de discusiones entre ambos y bromas, decidí prepararnos un café —tenía que hacerlo yo, pues Martha no estaba y no me molestaba para nada; en realidad comenzaba a perder la práctica— para ambos y sentarnos a disfrutar en alguno de los salones.
—Tengo dudas sobre vivir juntos —comentó tiempo después, cuando el café de nuestras tazas se había acabado y habíamos pasado al vino.
La botella comenzaba a escasear.
—¿Por qué lo dices? —preguntó Thony mientras permanecía con la vista en la televisión.
Eso era otro cuento: cuando comenzamos el vino decidimos ver una película. Discutimos por media hora sobre cuál ver.
Nuestra relación era así. Nunca estábamos de acuerdo con nada, pero no nos molestábamos. Después de una discusión simplemente nos decíamos cosas peores hasta coincidir en algo.
—Creo que vamos demasiado rápido. Llevamos solo un par de meses, después de todo —le recordé—. Me da miedo que algo pueda suceder y termine mal —exposé mis miedos—. Y no veas lo que eso me aterra.
Thony acarició mi cabello y me abrazó un poco más fuerte contra él.
—Entiendo que tengas dudas y miedos. Es tu primera relación en serio y no solo debes pensar en ti. —Esperé el "pero".— Pero nunca te había visto tan feliz como con él. Además, se ve que están locos el uno por el otro. —Aseguró—. Creo en verdad que Michael es bueno para ti y para mí, princesa.
Sonreí.
Nada como conversar con Thony. Amaba nuestras largas charlas y las locuras que lograba decir en algunas. Pero en aquellas que de verdad eran importantes, siempre sabía lo que tenía que decirme.
Me acurruqué contra él e intenté disfrutar del resto de la película.
Pero no me concedieron ese privilegio.
—¿Mía? —No se imaginan lo rápido que se puede incorporar una persona tras algo como eso. Miré a mi suegra junto a la puerta y su rostro ensombrecido.
—Señora Míriam. —Susurré.
Observé cómo desviaba su mirada hasta Thony y luego de vuelta a mí.
—¿Dónde está mi hijo, Mía? —Preguntó.
Y justo cuando iba a responder, el remolino que constituía mi hija entró en el salón.
—Mami. —Corrió hasta mí y justo antes de llegar, vio a Thony en el sillón y desvió su curso.— Tito Thony. —Gritó eufórica y se tiró en sus brazos.
Thony la recibió sin ningún problema. Yo devolví la mirada a mi suegra, que tenía el rostro un poco más ensombrecido después de contemplar la escena.
—Michael tuvo que salir. Una emergencia en el trabajo. —Expliqué en un susurro.
Digamos que aún no tenía mucha confianza con mi suegra. Tampoco disminuía mi tensión al estar cerca de ella, y después de esto creo que no disminuiría en un tiempo.
Si fuese el señor Thomas, no estaría tan tensa.
—¿Y aprovechas que mi hijo no está para meter hombres en su apartamento?
No pude contenerme cuando di un paso atrás por sus palabras.
—Señora, eso no... —No supe qué decir.
¿Cómo explicarle a mi suegra que Thony solo era un amigo o más bien un hermano para mí? Además, no tenía por qué hacerlo.
—Señora, no creo que ese tono sea adecuado. —Se interpuso Thony al verme paralizada por las acusaciones de mi suegra.
—Usted no se meta. —Estaba segura de que si Noa no estuviese, eso hubiese sido un grito.— ¿Me puedes explicar qué es esto, Mía?
Reaccioné un poco después de que sus palabras llegaran a mis oídos.
Me giré hacia Thony y le ordené:
—Llévate a Noa a la cocina. —Asintió.— Hay bocadillos en la nevera. —Thony volvió a asentir y salió de la habitación. Esperé algunos minutos para que se alejase lo suficiente.— Señora Míriam, puedo entender que la situación es un poco incómoda y se puede malinterpretar, pero no es lo que piensa —Aseguré—. Thony es un muy buen amigo. Además, nunca engañaría a su hijo.
—No quiero tus explicaciones, Mía. —Aseguró.— Solo quiero decirte que mi hijo se enterará de esto.
Y salió de la habitación.
Para ese momento, las copas que había tenido antes en la cabeza habían desaparecido.
No tenía nada que temer. Michael conocía mi relación con Thony y sabía que no dudaría de mí. Pero aún así temía lo que la señora Míriam fuese capaz de hacer. Sabía que después de este encuentro ella no descansaría y que nuestra relación no sería la mejor del mundo.
Las cosas no hacían más que empeorar.




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