En realidad no creí que le volvería a ver.
No creí que al verlo, miles de sensaciones estallarían dentro de mí. Pero es que no es para menos. Si antes, cuando apenas éramos adolescentes me parecía guapo, lo es mucho más ahora que tenemos dieciocho años.
Intento no mantener mi mirada fija en él para no llamar su atención, pero se me hace inevitable.
Como era de suponerse dirige su mirada hacia mí. Yo muerdo mis labios en mi lugar debido a su escrutinio. Aún preserva esa mirada seria, neutra, egocéntrica de siempre. Aunque puedo notar una pequeña sonrisa en sus labios.
Hago lo mismo, le sonrío y mi corazón da un vuelco.
Las decenas de personas que transitan a nuestro alrededor se hacen invisibles ante el contacto de nuestras miradas.
No puede ser.
Aún estoy perdida por él.
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Editado: 25.04.2024