Nuestra promesa de siempre

04|Devolver la magia

-¿Estás bien?-le pregunto a José apenas descuelgo la llamada. No es usual que me llame a estas horas. Solemos chatear en la noche.

-¿Tu lo estás?-su pregunta retórica me deja en claro que está molesto.

-Si, estoy de maravilla.

-¿Cómo no ibas a estarlo, si no has dejado de pasarte con ese "amigo tuyo" frente a nuestros compañeros de aula-masculla entre dientes. Inhalo y exhalo para buscar la calma.

»¿Crees que no sé que es tu ex novio?.

-No creo que esté correcto hablar de esto por teléfono.

-Y yo no creo que esté correcto que andes con ese.

-Hablamos mañana en la escuela, ¿Sí?-digo apresurada y cuelgo. No estoy para sus berrinches exigentes. Odio que lo haga.

Miro el amor apoyada en el barandal del puente por largos minutos e intento tranquilizar mi mente que empieza a estresarse. El sol empieza a caer y deduzco que nos marchamos porque Danyel se acerca a mí con mis pertenencias.

-¿Ha pasado algo?-pregunta al llegar a mi lado. Respiro con profundidad para responderle, mientras él me tiende mi bolsa.

-Nada que no se pueda resolver-rechisto y empiezo mi caminata. Danyel corre para igualar nuestros pasos. Ya no creo que tengamos algo más que hacer juntos por hoy, que no sea sacar el tema de mi novio, sobre lo cual no me apetece hablar.

-El tren llegará en media hora-me dice y nos sentamos en uno de los bancos de la estación.

Yo mantengo silencio, pero miro de vez en cuando a Danyel. Se le nota en el rostro las ganas que tiene de instalar un tema de conversación, solo que se priva de ello. Se me escapa una risa por la situación.

-Vamos, ya ha llegado-dice y se levanta. Me sorprende cuando entrelaza nuestros dedos y nos adentramos al vagón del tren. Miro por más tiempo de lo normal nuestro contacto y Danyel pausa su marcha y hace lo mismo.

Acaricia con su pulgar el mío mandándome lindas sensaciones a todo el cuerpo. Levanto la mirada y reprimo una sonrisa, él sonríe.

-¿Qué harás mañana?-me pregunta una vez que nos sentamos, en esta ocasión uno al lado del otro.

-Ir a la instituto, al mediodía debo ir a la sala de entrenamiento para las pruebas. Tal vez esté ahí estudiando hasta las cinco de la tarde.

-Valla que es intenso ese proceso de preparación.

-Lo bueno requiere esfuerzos-canturreo con una sonrisa en los labios. Noto el doble sentido no intencionado de mis palabras.

»¿Qué harás tú?-inquiero. Empiezo a sentirme bien, de nuevo.

-Entrenar por la mañana. Tengo la tarde libre.

-Me alegro por ti.

-¿No quieres que te pase a buscar?-ldvanto la mirada con brusquedad por su pregunta.

-¿Te quedarás en casa de tu padre?-pregunto retóricamente porque es la única manera de que Danyel pueda pasar a buscarme al instituto. La casa de su madre-donde vive-queda lejos de aquí.

-No, pero como tengo la tarde libre, me da tiempo venir. -confiesa. Mi corazón da un vuelco porque noto el esfuerzo que quiere hacer por verme mañana.

Pero también pienso en José y lo molesto que estará si ve a Danyel iendo al instituto a por mí. No es auw estemos tan bien en la relación, pero no quiero inccomodarle más.

-Yo te escribo en la noche y te digo.-le comunico a Danyel.

-¿Qué tal si ahora escúchanos mi música? -pregunda de repente. Y así transcurre nuestro viaje de retorno a casa. Escuchando por mis auriculares sus canciones,-nuestras canciones-todas esas que solíamos dedicarnos. Mientras yo leo y él solo me observa y respira profundo.

***

Apenas he llegado al instituto en compañía de Aynala y Brianna nos hemos unido al matutino inicial del día. He estado buscando con la mirada a José, pero no rastro de él.

-¿Crees que vendrá hoy?-le pregunto dudosa a Aynala. José es uno de los primeros en llegar siempre, no es usual que demore y menos tanto. Ya ha pasado una hora desde que hemos entrado al salón.

Estoy girada hacia el puesto de atrás donde se sientan Brianna y Aynala juntas. Mi compañero de puesto tampoco ha venido hoy.

-No puedo decirte. No estoy al tanto de la vida de tus novios.-dive y suelta una carcajada.

-¿Mis novios?-balbuceo y me callo abruptamente cuando José se acerca mi puesto con el rostro serio y de pocos amigos.

-¿Cómo estás?-le pregunto y me giro hacia el frente. Le pido que se siente en la silla de al lado, pero se niega. Permanece de pie.

-No tan bien, cómo tú.

-¿Puedes dejar esa actitud?-le susurro e intento tomarle de la mano para que se acerque. No me causa gracia que todos en el salón estén pendientes a nuestra plática.

-¿Esperas que te aplauda que andas de fiesta con otro, con otro que fue tu novio una vez?.

Bajo la mirada, no tiene caso hablar con él cuando está así de irritado. Intento concentrarme en mis apuntes para el entrenamiento de hoy.

De reojo veo como saca la silla de al lado y se sienta ella. Ya empieza a razonar. Sabe que no me lo tomaré en serio como actúe de esa forma inmadura haciendo un escándalo. Nunca me ha gustado ser el tema de chismes.

-Realmente creí que íbamos a durar más. Ya había adaptado mi mente a la idea de que estduaras en Cambridge y solo podríamos vernos los fines de semana. Y estaba bien con ello, porque me alegra, a pesar de no que por ello no estaremos juntos todo el tiempo como ahora, que cumplas con lo que te propones.

-No intentes comprar mi simpatía con palabras, José -mascullo.

»No lo hagas cuando tus acciones no hacen más que darme pena. ¿O qué crees?.

»¿Crees que considero, esto que hay entre nosotros, una relación? No haces más que intentar hacerte el dolido por alguna razón, siempre estás inventando una razón para estar trsige porque no sabes de aus otra manera llamar mi atención.

-¿Y te das cuenta de ello justo ahora?¿Me lo sacas en cara ahora que Danyel ha vuelto a tu vida?.

-Señoritas Martínez,-la voz de la secretaria de la escuela sobresalta a todos en el salón. Dirige su mirada hacia mí y Brianna,-la directora las ha citado a la dirección, es sobre el ingreso a la Universal de Cambridge -doce y se marcha. Yo adentro todos mis apuntes en la mochila y me pongo de pie.




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