Ehan salió de la ducha con una sonrisa en su rostro y una toalla colgando de sus caderas.
El baile estaba cada vez más cerca y estaba emocionado por presentar a Hanna como su novia frente a todos.
Ya no más fingir.
No más, ocultarse.
Poder llevar a su mujer y a sus hijos de la mano enfrente de todo el mundo sin importar ya nada.
Para muchos, era una tontería. Pero él deseaba demostrarles a todos que era el hombre perfecto para Hanna y el padre ideal para sus pequeños.
Salió de la ducha y camino hacia el baño sintiéndose muy afortunado por esa segunda oportunidad que la vida le había dado.
Pero cuando llego a la habitación... su ánimo bajo.
Hanna estaba sentada en la cama con un par de lágrimas en su rostro. Ehan se preocupó inmediatamente pero luego se dio cuenta que ella tenía un sobre en la mano.
El silencio en la habitación era demoledor. Los dos se observaban esperando a que el otro hablara.
— ¡No quiero más mentiras! — le dijo ella mortalmente seria — Quiero la verdad. Quiero... quiero saber desde cuando sabias que Sebas estaba enfermo.
El color abandono el rostro de Ehan de un momento a otro. No podía creer lo que sus oídos escuchaban, Hanna ya sabía la verdad.
—Quiero una respuesta Ehan. Y la quiero ahora— dijo cuando vio que él no decía nada.
—Yo... Hanna yo... — pero las palabras no salían de su boca, no sabía cómo explicarle lo que había ocurrido— no sé qué decirte. Varias veces había pensado en explicarte la verdad pero... pero...
— ¿Pero qué Ehan? ¿Creíste que no era importante?
— ¡NO! Claro que es importante, solo quería evitar esta discusión...
— ¿Así que es mejor mentir? ¿No pensaste que yo tenía derecho a saberlo? ¡Él era mi esposo! — Grito mientras se levantaba para encararlo.
—Sé que era tu esposo, pero él me pidió que no lo hiciera. Me entere de la verdad el día del almuerzo con mis padres. Yo... solo quería respetar sus deseos...
— ¿Y mis deseos Ehan? ¿Sabes cuánto añoraba haber sabido la verdad? ¡No! ¡No lo Sabes! Porque de lo contrario me habrías dicho la verdad— una lagrima se escapó de su ojo— He pasado todo este tiempo recriminándome no haber presionado más a Sebas para que se mantuviera en control. Me he sentido como una basura por no haber podido hacer nada. Pero eso... ¡a ti! No te importo, sino, no me habrías dejado llorar sobre tu pecho por el miedo que sentía perder a Sebas aquellas noches que pasamos en el hospital.
—Entiende Hanna. Sé que estuvo mal pero no me parecía el mejor momento para...
— ¡¿Para qué?! ¿Para decir la verdad? ¿Para decirme que mi esposo moriría? Tú,... pedazo de animal, estuviste a mi lado mientras lloraba por no saber que tenía mi esposo. Estabas a mi lado mientras pasaba horas rogando a quien me escuchara para que Sebas se recuperaba— un sollozo salió de su garganta— y ni verme tan devasta y desolada te sirvió para tener el valor y decirme la verdad. Para decirme que no había esperanza.
— ¿Cómo querías que hiciera eso? ¿Sabes cuánto me dolió verte así? No podía causarte más dolor al quitarte la poca esperanza que tenías diciéndote que ya no había solución...
— Entonces me dejaste creer que él se recuperaría para que después el doctor hiciera el trabajo sucio y me contara la verdad. Yo merecía saber lo que ocurría...
— ¡No quería hacerte daño!— grito fuera de sí.
Después de eso... ya no hubo gritos. Hanna solo lo observo mientras por sus mejillas caían lágrimas recordando aquel fatídico día.
Ehan la observaba sin saber qué hacer. Quería tomarla en sus brazos y besarla para borrar todo el dolor que sentía, él sabía que no solo era una mentira, ella se sentía traicionada y engañada.
El jamás le quiso hacer daño y por tratar de evitarlo la termino dañando más.
—Nunca... y escúchame bien. Nunca, es mejor una dulce mentira que la triste realidad.
—¿Que hubieras hecho tú en mi lugar? ¿Me habrías dicho a pesar del dolor que causarías?
Hanna solo negó con la cabeza mientras se abrazaba a sí misma.
—Tú no sabes la angustia que sentía cuando los meses pasaban y veía a Sebas cada vez peor. Conocía el riesgo de una recaída pero él me aseguraba que no tenía nada. Una y otra vez me repetía que estaba bien, pero yo sabía que no era así.
Ella se acercó a Ehan y le extendió la carta para que la tomara.
—Por meses viví con la angustia de que Sebas había recaído pero él no lo quería aceptar.
Ehan tomo la carta sin despegar su vista de Hanna.
— La noche del incidente, todas mis teorías se vieron confirmadas al ver como se llevaban el cuerpo de Sebastien en la ambulancia— su voz se apagó siendo casi sólo un susurro— Me sentía tan impotente al no poder hacer nada, me sentía tan miserable por no haber podido convencerlo de ir a los controles médicos sin saber que él ya estaba desahuciado. Si me hubiera dicho la verdad...