Nuestra Segunda Oportunidad. Saga: Nyc N° 3

Capítulo 49

Caos.

Esa era la casa de Hanna en esos momentos. Un total caos. Desde que los gemelos se levantaron, no se han desplegado de ella.

Desayunaron en la sala mientras veían las caricaturas favoritas de ellos. Hanna se sentía feliz por ese maravilloso día.

Después de esa noche... todo se resolvería. El padre de sus hijos y ella tendrían que aclarar muchas cosas pero si de algo estaba segura es que no dejaría que ese hombre se le escapará.

Amaba a Ehan y él la amaba lo suficiente como para luchar por ella y por sus hijos. Pero debía de esperar un par de horas así que se dedicó a ordenar la casa. Limpio las habitaciones y ordenó el recibidor y la cocina mientras los gemelos jugaban entre ellos.

Fue a recoger el periódico de la puerta y lo dejó sobre la mesa antes de comenzar a hacer el almuerzo.

Ese día haría macarrones con queso, a los gemelos les encantaban y era algo rápido de hacer.

Pero el sonido de la puerta siendo tocada interrumpió en la estancia.

Los gemelos corrieron a la ventana para ver quién era ya que tenían prohibido abrir la puerta.

— ¡Abuelos! — gritaron al unísono al ver a Scarlett y a Stephen afuera de su casa.

Hanna se apresuró a abrir la puerta un poco extrañada. Los Hilton eran de esa clase de personas que siempre notificaban su visita. Nunca aparecían sin avisar a no ser que algo hubiera ocurrido.

— Hola Hanna— dijo Scarlett— disculpa por aparecer sin avisar— menciono mientras ingresaban a la casa.

—Abuelos— Gritaron los pequeños mientras se abalanzaban contra Scarlett y Stephen a modo de saludo.

—Chicos. ¡Tengan cuidado! —los reprendió Hanna.

— Esta bien mamá — cedió Dony con una sonrisa.

Todos pasaron a la sala y los gemelos les mostraron sus juguetes a sus abuelos. Les enseñaron los carros que el tío Alex y el tío Nick les habían regalado.

—No me extraña que los pequeños vean como tíos a Alexander y a Nick— dijo Scarlett riendo — esos tres son prácticamente inseparables.

—Desde que los conozco son así. En la universidad siempre estaban juntos— récord o Hanna con nostalgia, en ese instante su mirada se encontró con el reloj y se asustó al ver que ya era la hora de la comida— Si me disculpan. Debo de preparar el almuerzo. Estaré en la cocina por si necesitan algo.

Ella se levantó y se alejó dejando a Stephen y a Scarlett con los gemelos. Ninguno de ellos estaba seguro si Hanna había leído el artículo o no, pero debían de hablar con ella antes que sucediera.

—Quédate aquí con los pequeños— dijo Stephen — iré a hablar con ella.

— ¿no crees que es mejor que yo hablé con ella?

—No. Debo hacerlo yo. Sólo espero no empeorar las cosas.

Stephen se colocó en pie y camino hacia la cocina. Se sentía ansioso, no sabía cómo iniciar esa conversación. Pensar en todo el odio que le tenía ha sido basado en una mentira es algo difícil de asimilar.

El observó con detenimiento el espacio y debía reconocer que a pesar que la casa era pequeña, Hanna le había da su un toque acogedor que evitaba que se sintiera tan reducido el espacio.

Pero en ese instante, él se sentía encerrado en esa pequeña cocina.

— ¿Necesitas algo? — le preguntó Hanna cuando se percató de su presencia.

—No. Gracias. Yo... quería hablar contigo— Hanna fruncido el ceño al escucharlo, ella sabía que nada bueno podía esperar de alguien como Stephen.

—Claro. Dime sobre qué es.

—Es sobre tu relación con mi hijo. Sé que en estos momentos no están atravesando un buen momento.

Hanna asintió con cuidado. Estaba sorprendida de que Ehan les hubiera confesado a sus padres sobre la pelea entre ellos.

—También nos comentó sobre el baile de esta noche.

Está bien. Eso tampoco se lo esperaba. ¿Qué tan unido estaba Ehan a sus padres para contarles todos esos detalles? Esa se lo preguntaría esa noche.

—Eh... si. Es un baile de parte de la empresa— dijo Hanna aclarándose la garganta.

—Si quieres, Scarlett y yo podemos cuidar a los pequeños está noche. Para que ustedes no se preocupen sobre con quien dejarlos.

Hanna lo observó extrañada. Stephen no era del tipo de personas desinteresadas que hacía las cosas simplemente por ayudar a los demás, a pesar que estos fueran sus nietos.

Lo observó con cuidado y a pesar que su rostro se encontraba igual que inexpresivo que siempre, ella notaba que tenía la mandíbula apretada y el cuerpo rígido.

—Gracias pero no creo que sea necesario, no planea quedarme hasta muy noche en la fiesta así que mi vecina no tendrá problemas con cuidarlos unas horas.

Stephen asintió con cuidado si saber que decir ahora. El jamás se había disculpado con nadie excepto con su esposa. No sabía cómo iniciar esa conversación. Pero en ese instante observó el periódico sobre la mesa de la cocina.

— ¿Ese es el periódico de hoy?



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En el texto hay: hijos, celos, amor

Editado: 07.02.2019

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