Nuestra Segunda Oportunidad. Saga: Nyc N° 3

Capítulo 53

Hanna comenzó a reír y decidió no hacer esperar más a Ehan. Salieron de la pista, tomados de la mano ante la vista de todos.  Ese era el final de todo, ya no más mentiras, ya no más murmullos ni intentos por disimular. 

Salieron del Hotel. Ehan se acercó a uno de los chicos que estaba aparcando los vehículos. 

—Quiero que me traigas una de las limusinas del Hotel, y necesito que lleves mi Audi a mi casa. 

—Está bien señor Hilton — contestó el chico un poco nervioso y se retiró rápidamente.

Habla lo observo con una sonrisa. — ¿Enserio acabas de pedir una limosina?  

— Es la única forma de mantenerte en mis brazos de camino a casa— dijo Ehan acercándola a él por la cintura y besándola de forma lenta, sin prisas, ellos sabían que tenían toda la vida por delante. Pero un carraspeo los separó minutos después.  

Hanna se separó un poco apenada pero Ehan se veía más feliz que en mucho tiempo

—Ya llego su transporte señor Hilton— notificó el Valet. Ehan le entregó la propina y ayudo a Hanna a subir al vehículo seguida por él. Le dio la dirección al conductor, subió el vidrio de división entre los espacios dejándolo a solas con su mujer.

— ¿Adónde me llevas Hilton?— cuestionó Hanna al no reconocer la dirección.

Pero Ehan sólo le dio una sonrisa mientras sacaba unas copas y una botella de uno de los compartimientos del vehículo.

— ¿Acaso quieres emborracharme?— volvió a cuestionar Hanna cuando él le ofreció la copa.  Cruzo las piernas dejando a una de ellas totalmente expuesta por la abertura de su vestido.

— No, esta es sidra sin alcohol. Créeme cariño, — declaró observando el cuerpo de ella a detalle — te quiero totalmente lúcida esta noche.  

Ehan se acercó  con una habilidad  que dejó a Hanna totalmente pasmada.  

—Estas copas son para celebrar esto — se acercó a ella haciéndola alterarse de forma imperceptible — Que nos hemos reconciliado — choco su copa con la de ella — Que ahora,  todos saben la verdad sobre nuestra relación— otro pequeño choque — y que de ahora en adelante...— se acercó a los labios de ella— No te dejaré escapar— le dio un último toque con su copa y se separó dejándola con ganas de ese beso. 

Hanna se mordió el labio y una sonrisa se colocó en sus labios, Ehan quería jugar, y ella estaba dispuesta a ponerle las cosas un poco difíciles. Se tomó el líquido de la copa mientras su mirada no se despegaba de él. 

— ¿Sabes? Me encanta el vestido que traes esta noche.

—Tú lo escogiste— respondió ella girando su cuerpo un poco para que él pudiera contemplarla en su totalidad.

—Eso demuestra mi buen gusto— su mirada se movía de un lado a otro admirando su cuerpo.

—Y tu humildad, cariño— Hanna se levantó del asiento y se movió de tal forma que quedó sentada sobre las piernas de Ehan con la abertura del vestido dejando a la vista su muslo. 

Ehan la observo y con su mano libre le acaricio su rostro tratando de convencerse que ella estaba ahí, que no iba a desaparecer y dejarlo sólo.  Que esta vez...ya no se separarían. 

Le rozó las mejillas con el dorso de sus dedos y luego fue descendiendo con lentitud hacia el cuello de ella,  trazó su clavícula y continuó el descenso por entre sus senos y terminó en su cintura acercando más a él.  

Ella lo miro con sus ojos verdes un poco dilatados y su respiración intranquila. Se acercó a besarla pero ella lo detuvo colocando su mano a un lado de su rostro.  Con el pulgar, le recorrió los labios y se acercó para rozarlos; él, trato de besarla nuevamente pero ella se alejó un poco impidiéndolo. 

— ¿Me quieres volver loco? – susurro observándola con frustración y deseo.  

Ella se mordió el labio, con su mano libre le acaricio el cuello mientras se inclinaba llevando su boca hacia la oreja de él,  colocó un pequeño beso justo detrás del lóbulo para  luego  susurrar— Solo un poco – le colocó un beso en la mejilla y comenzó a bajar hacia el cuello de Ehan.

Este se reclino en el asiento y dejó que Hanna lo besarla mientras él le acariciaba la cintura,  los besos de ella se movieron por su cuello hasta su mandíbula,  recorriéndola lentamente hasta terminar con una pequeña mordida en su barbilla.  

—Estas llevando al extremo, mi autocontrol. Cariño.  



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En el texto hay: hijos, celos, amor

Editado: 07.02.2019

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