Nuestra Segunda Oportunidad. Saga: Nyc N° 3

Capítulo 54

Al día siguiente, la feliz pareja se encontraba aun dormida cuando el teléfono del magnate comenzó a sonar y fue precisamente ese ruido lo que despertó a Hanna.

Al inicio estaba un poco desorientada pero al recordar la noche anterior una sonrisa surco sus labios, pero el ruido molesto del teléfono no la dejaba disfrutar su momento. 

Giro entre los brazos de Ehan y comenzó a moverlo para despertarlo. 

—Cariño. Despierta. Es tu teléfono. 

—Déjalo sonar— respondió adormitado, envolviendo sus brazos alrededor de Hanna para continuar durmiendo. 

Ella trato de ignorarlo hasta que dejo de sonar, pero al minuto continúo sonando. 

—Ehan, contesta.  Tu teléfono no deja de sonar y estoy a dos minutos de tirarlo por el balcón. 

El gruño con fastidio y se levantó de la cama para ir a buscar su chaqueta y sacar su teléfono. Aprovecho el viaje para tomar su bóxer y colocárselo. 

— ¿Qué ocurre papá? —contesto entre bostezos— espero que sea un buen motivo para despertarme a esta hora. 

— ¿De qué hora hablas? Te llamaba para saber si vendrán almorzar a la mansión. ¿Acaso siguen en la cama a esta hora? 

Ehan separo su teléfono para ver la hora. Y efectivamente. Faltaba poco para el almuerzo,  con Hanna habían dormido casi la mitad del día. 

—Si papá. Iremos a almorzar. Solo despertare a Hanna para... 

— ¿Todavía siguen en la cama?  —  Pregunto Stephen con diversión. De seguro habían celebrado su reconciliación. 

Estaba feliz por su hijo,   escucharlo tan alegre era un gran alivio. Pero se sentida entusiasmado por que ellos llegaran a casa. En su despacho se encontraba una noticia increíble.

— No responderé eso. Adiós papá— dijo Ehan colgando la llamada mientras la risa de su padre se escuchaba al otro lado.

Realizó rápido otro par de llamadas  asegurándose de que su auto fuera llevado a esa casa.  

Se acercó a la cama y observo como Hanna se había colocado boca abajo. La sabana le cubría desde la cintura hasta parte de sus muslo donde se había enrollado dejando parte de sus piernas al descubierto. 

Su cabello se encontraba rodo enredado sobre su rostro pero su espalda quedaba totalmente al descubierto.  

Se subió a la cama y coloco las piernas a los lados del cuerpo de su prometida,  antes en inclinarse y comenzar a besar la línea central de su espalda mientras le acariciaba la cintura subiendo sus manos para rozarle el costado de sus senos.  

Hanna comenzó removerse en sueños hasta que noto lo que estaba pasando. Se apartó el cabello del rostro y giro a observar a Ehan antes de volver a recostarse para seguir durmiendo.  

—Cariño, ya es hora de levantarse— susurro Ehan contra su piel. 

—Quiero dormir. Ayer me dejaste molida; así que no pienso levantarme de la cama— se quejó Hanna abrazando más a su almohada.

Ehan soltó una carcajada antes de girar a Hanna para tenerla cara a cara. 

—Cariño, ya casi es medio día. Debemos levantarnos, nuestros hijos nos esperan para almorzar.

Hanna abrió los ojos y observo el rostro alegre de Ehan que se cernía sobre ella, levanto la mano y le acaricio la mejilla antes de sonreírle. 

—Tengo agujetas en todo el cuerpo— susurro Hanna con un mohín colocando sus brazos alrededor del cuello de Ehan. 

—Pero si nos quedamos en la cama— susurro enterrando su rostro en el cuello de ella— podríamos descontrolarnos un poco y terminarías peor. 

Hanna rio al sentir los besos de Ehan en su cuello y se abrazó a él sintiendo una increíble paz en su interior. Esa solo era la primera mañana de muchas en las cuales despertarían juntos. 

—Ven, vamos a la ducha— dijo Ehan tomando a su mujer en brazos antes de llevarla al baño. 

Cuarenta minutos después y aun con la ropa de gala, Ehan y Hanna se encontraba dentro del Audi con dirección a la casa de los Kelly. Por suerte, Hanna tenía ropa de Ehan y así evitaban tener que ir hasta el departamento del empresario y así salir directamente a la mansión Hilton. 

Hanna se colocó unos jeans color azul junto con un suéter de punto gris debido al clima frio de la ciudad. Ehan se colocó un suéter de lana de color blanco junto unos jeans negros. 

Salieron hacia la mansión de los Hilton con la alegría de ver a sus hijos. Hanna sentía extraño ya que era posiblemente la primera noche en la que no pasaba junto con sus hijos y se sentía ansiosa por verlos. 



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En el texto hay: hijos, celos, amor

Editado: 07.02.2019

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