El la noto desde el segundo en que coloco un pie adentro de la catedral. Había sido su esposa por cuatro años; podía reconocerla en cualquier lado.
Se alejó un poco de los invitados para acercarse a ella pero siempre alguien lo interceptaba en su camino evitando que llegara a ella y solo la observara desde lejos.
—“¿Qué hace aquí?” —se preguntaba Marco una y otra vez imaginando la única razón por la cual Giselle se presentaría en la Boda de Ehan y Hanna.
Llevaba un vestido color menta que hacia brillar su cabello. Su mano sostenía una copa contra esos labios que él había besado tantas veces.
¡Demonios!
¿Cuánto más tenía que sufrir para olvidar a esa mujer? Hace cinco años, ella le mintió, lo convenció para ayudar a su padre a separar a su hermano de la mujer con la que ese día se casaría, lo traiciono matando a sus hijos, pisoteo su confianza y engatuso a su familia...
¿Qué más motivo necesitaba para olvidarla?
Se separó del grupo de personas y camino directamente hasta ella; la tomo del brazo y la llevo hacia un costado donde se encontraban las oficinas del encargado.
Giselle no protesto, es más, esperaba que eso ocurriera tarde o temprano.
Ingresaron a la habitación y Marco cerró la puerta con seguro. No quería que nadie los encontrara ahí, juntos.
— ¿Puedo saber que carajos haces aquí?
—Solo vine a felicitar a la feliz pareja— dijo con una sonrisa cínica pero se tambaleo un poco.
— ¡¿Estas ebria?!
—Un poco. Necesitaba valor para venir hoy— camino hacia el escritorio y se apoyó en este— te ves muy guapo. Siempre me encanto como te quedaba el smoking.
—Tienes que irte Giselle. No dejare que trates de arruinar la boda...
— ¿Quién dijo que quiero arruinar la boda?— dejo la copa a un lado y apoyo sus manos en el borde— Odio a Hanna. Disfrutaría arruinando su boda así como ella arruino mi matrimonio.
— ¿Ella te obligo a deshacerte de nuestros hijos? Deja de culpar a otros por tus errores Giselle...
—Si ella no hubiera aparecido en nuestras vidas, nada malo habría pasado.
— Si ella no hubiera aparecido... tú, te habrías casado con mi hermano. ¿Hubieras preferido eso?
Giselle aparto la mirada, podían acusarla de muchas cosas pero jamás de no haber amado a Marco. Todo eso había comenzado como venganza de su parte, lo había convencido para aceptar la propuesta de su padre para separar a Ehan de la estúpida esa. Pero no había esperado enamorarse de él.
Marco era todo lo que ella no encontró en Ehan.
— ¿Ahora qué importa? Tú me dejaras, igual que él...— dejo la frase a medias al ver como Marco se acercaba a ella furioso.
— ¡¿Me culpas por eso?! Me engañaste, le mentiste a mi familia, utilizaste a mi padre para tu tonta venganza contra Hanna, mataste a ¡Mis hijos!...
— ¡Me equivoque!— grito con sus ojos cristalizados— Estaba asustada, no me sentía lista.
El enojo de Marco se calmó al verla así. A pesar de todo, no podía ser indiferente con ella.
En ese momento recordó todos los cócteles donde siempre buscaba una excusa para hablar con ella, aunque sea para escucharla habla de su hermano a pesar de que eso lo mataba por dentro, pero el verla tan alegre e ilusionada... eso era todo o que él necesitaba.
Hasta aquel día.
En el segundo que Ehan entró a la mansión con Hanna de la mano. Él se imaginó como terminaría todo. Y tal como espero, un par de horas después estaba en el jardín consolando a Giselle mientras sus padres continuaba gritándole a Ehan.
Él, la tenía entre sus brazos llorando contra su pecho. Le dolía verla así pero se sentía esperanzado. Ya no era una mujer comprometida. Ya no era la mujer de su hermano.
— ¿Por qué? Dime... ¿Por qué me hace esto? — Sollozo — se supone que él me amaba, nos íbamos a casar... ¿Nada de eso importa ahora?
— Claro que importa... solo que a veces las cosas no resultan como uno lo planea.
— ¿A qué te refieres?
—Tal vez...Ehan y tú no estén hechos el uno para el otro— dijo seguro
— ¡Eso no es cierto!...
Esa negatividad tan ciega lo molesto un poco. Ella debe aceptar la realidad.