Nuestra Segunda Oportunidad. Saga: Nyc N° 3

Capítulo 6

5 Años Después

(Actualidad)

No hay nada que Ehan Hilton odie más que las mañanas.

Él se encontraba dormido sobre su estómago sintiendo como una mano acariciaba su espalda; el no recordaba a quien trajo a casa.

Al voltear se encuentra con una rubia de ojos verdes; muy hermosa la verdad, es una lástima que no recuerde lo que hicieron ayer.

—Hola dormilón— le dijo ella con voz chillona. El odia ese tipo de voces fingidas que parecen que la tipa tiene algo en la nariz. Giro dándole la espalda de nuevo.

—Conoces la puerta— dijo Ehan únicamente.

— ¿Qué?—Pregunto la rubia confundida.

—Que conoces la puerta— volvió a decir sin darse la vuelta— ya es de mañana, debes irte.

— ¿De qué hablas?— volvió a preguntar.

Ehan suspiro y pensó que la pobre ha de ser muy tonta para no entender que la está echando.

—El termino “pasar la noche con alguien” es eso. Pasar la noche. Nos acostamos y ya termino, ahora debes irte— dijo sin importarle nada.

La rubia lo jalo a manera de dejarlo acostado sobre la cama y se subió sobre él.

—No finjas que no lo disfrutaste; que no sentiste esta conexión al hacer el amor...

—Tuvimos sexo— le dijo Ehan manteniendo la expresión seria en su rostro— y no sentí nada, ahora ya te puedes ir.

El observo como la cara de ella se desfiguraba de la cólera.

—Eres un cabrón— le grito la rubia mientras se ponía en pie y se colocaba la ropa.

Tomo todas su cosas y salió de la habitación azotando la puerta.

Ehan vivía en un departamento de dos pisos en el centro de New York, era lunes y aparte de odiar las mañanas odiaba los lunes.

Se levantó con un dolor de cabeza horrible; de seguro anoche se emborracho demasiado. Se ducho tomándose su tiempo para quitarse la resaca pero la ducha parecía no funcionar.

Salió y se vistió con uno de sus trajes. Debía ir se ya a la empresa si no habría problemas, él era el dueño y debía de dar el ejemplo.

Al llegar a la cocina Cony le sirvió su comida y su remedio artesanal para quitarle la resaca.

—Aquí tienes—le dijo la mujer a Ehan.

Ehan al verlo abrazo a la mujer y la cargo dándole las gracias.

Cony Brown era una mujer regordeta muy próxima a los cincuenta, ella llevaba trabajando años para los Hilton y ahora Ehan, ella era como una segunda madre para él, siempre lo mantenía bien atendido.

Durante el desayuno su teléfono lo interrumpido, al ver la llamada de Nick contestó de inmediato.

— ¿Que paso Nick?— contesto alegre.

Nicolás Dolce era uno de sus mejores amigos, era alto con el cabello castaño. Generalmente es igual de jugador que él.

—Te vengo a recordar que hoy tenemos la comida con Alexander y su misteriosa prometida— dijo Nick en broma.

Alexander Ambrosetti era su otro mejor amigo, posiblemente el más incorregible de los tres, o eso pensaban hasta que les anuncio su próxima boda.

—Sigo sin creer que este comprometido— respondió Ehan sentándose a comer. Alexander se comprometió hace una semana, a pesar de ser grandes amigos ellos no sabían que él estuviera saliendo con alguien.

—No lo creeré hasta no ver a la chica, por cierto, según las fotos que he visto es muy hermosa. Espero que Alex no haya tomado la decisión con sus pantalones.

Ehan lanzo una carcajada al escucharlo.

—Claro que es hermosa, sabemos que Alexander tiene buen gusto. Pero es muy raro que todo esto sea tan rápido—dijo Ehan tomando su bebida.

— ¿Crees que tal vez esté embarazada?

Ehan casi escupe su bebida al escuchar la pregunta de su amigo. Seria mentir decir que no lo ha pensado.

—Alexander jamás se casaría por un hijo. Conociéndolo preferiría pagar manutención antes de casarse.

Ahora fue Nick quien soltó una carcajada.

— Tienes razón. Bueno igual la conoceremos hoy en el almuerzo. Necesitó conocer a esa mujer de gran paciencia. ¿Te paso a recoger para que lleguemos juntos?—pregunto Nick

—Sí, estaré en las oficinas, hoy no vigilo ningún hotel.

—Está bien, nos vemos luego— y con eso colgó.

Ehan es el heredero del imperio Hilton, él es exactamente el presidente de las empresas familiares desde hace dos años.

Pero su padre siempre estaba pendiente de los movimientos de la empresa y lo ayudaba cuando pedía su consejo.

Salió de su casa directo a la oficina; para él era un día normal. No se imaginaba que su vida pronto iba a cambiar.

El trababa de vivir entorno a su trabajo y de disfrutar los beneficios que este le proporcionaba. Hace años renuncio a las tontas ideas del amor.

Trabajo toda la mañana hasta que Nick paso por el, juntos se dirigieron hacia el restaurante. Alexander todavía no había llegado así que tomaron asiento y se dispusieron a conversar.

—Oye, ¿Y qué tal la rubia de ayer?— le pregunto Nick.



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En el texto hay: hijos, celos, amor

Editado: 07.02.2019

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