— ¿Que? Pero...
—El primer día...—empezó a narrar Hanna con un nudo en la garganta— me pidió un recorrido por las instalaciones y fuimos a la guardería; ahí conoció a los gemelos por primera vez.
Sebas observaba a Hanna como si se tratara de una desconocida. Su nuevo jefe era el ex de su mujer y el padre de sus niños.
¿Qué tan disfuncional puede ser eso?
Sebas se tomó la cabeza y trató de pensar todo con la cabeza fría. Necesitaba relajarse si no saldría, buscaría a Ehan Hilton y lo golpearía por todo el daño que le hizo a Hanna.
— ¿Lo llevaste con los niños sin hablarlo conmigo antes?— le dijo con los dientes apretados.
A él le dolía que lo hubiera apartado como si él fuera el intruso.
—Lo siento. Tenía miedo de decírtelo. Además; yo desconocía que el supiera de la existencia de los gemelos hasta ese mismo día.
— ¡Joder! Hanna. Trabajamos en la misma empresa; solo necesitabas veinte minutos para buscarme— dijo apoyándose en la cajonera dándole la espalda a Hanna.
—Estaba aterrada Sebas; no reaccione bien cuando lo vi la noche de la fiesta; lo que tuvimos fue algo muy fuerte que la familia de él se encargó de destruir...
— ¿Sentiste algo por el cuándo lo volviste a ver?—pregunto sin tacto.
El necesitaba saberlo; no quería vivir engañado y necesitaba que ella fuera totalmente sincera.
Ella camino hasta donde estaba él y lo abrazo por la espalda.
—Te amo a ti, estoy casada contigo y tengo un hogar contigo. Eso es lo único importante...
—No Hanna— él se soltó de su abrazo y empezó a caminar de un lado a otro— quiero saber que sientes por él.
Hanna sabía que estaba acorralada, debía decirle lo que había pasado con Ehan.
—Yo...Sebas yo...— un sollozo salió de su garganta— Perdóname por favor.
Sebas sentía la preocupación crecer al ver a Hanna llorar. Estaba seguro que no le iba a gustar lo que estaba punto de escuchar.
—El primer día... Ehan y yo empezamos a discutir...y...perdón yo no lo vi venir. Y no lo detuve cuando él me beso. Perdóname Sebas.
Pero el ya no la escucho.
"No lo detuve cuando él me beso" esas palabras.
Esas malditas palabras.
Hasta ese día el creía haber vivido mucho y haber sufrido igual; pero el dolor que sentía en ese momento era imposible de describir.
Era como un cáncer que te come vivo desde adentro hasta que te exprime las ganas de seguir. Y el más que nadie sabía eso.
— ¿Tú le seguiste el beso?
Hanna solo asintió mientras veía hacia el suelo.
Sebas estaba anonadado; no podía creer lo que había pasado.
En menos de dos minutos su vida perfecta estaba escapándosele de las manos sin que él lo pudiera evitar.
—Sebas, perdóname...
—Cállate Hanna— grito Sebas— yo te amaba ¡Joder! Hubiera dado la vida por ti. Tú...—la señalo— tú eras mi todo...— Sebas dejo escapar una lágrima de sus ojos— Yo te tenía en un pedestal— rió sin ganas— y ahora...me doy cuenta que todo ha sido mentira.
—No era mentira; te amo...
—El que ama no traiciona— grito.
Ella se quedó callada.
Él tenía razón.
—Para mí tú eras lo más sagrado que tenía Hanna...
—Todavía me tienes...
—No Hanna, antes eras únicamente mía— dijo acercándose a ella y limpiándole una lágrima— tus pensamientos eran únicamente míos y ahora son de él también.
Dijo Sebas separándose de ella y caminando hacia la cama.
—Aunque no estoy seguro si alguna vez dejaron de ser de él— tomo su almohada y del ropero saco una frazada.
— ¿Qué haces?— pregunto Hanna.
—Esta...furia que siento...es muy grande— dijo Sebas dándole la espalda— si me quedo en esta habitación más tiempo corro el riesgo de hacerte daño al hablar con ira; y eso es algo que jamás me lo perdonaría...
—No tienes por qué irte...—hipo.
—Mi esposa me acaba de engañar con su ex, que resulta ser mi jefe y padre de nuestros hijos. Discúlpame por diferir pero creo que es suficiente motivo— él se detuvo y respiro una bocanada de aire— debemos aceptar que esto lo cambia todo Hanna.
— ¿A qué te refieres?— dijo con voz temblorosa.
—Todo esto ha marcado un antes y un después de nuestra relación Hanna—le dijo caminando hacia la puerta— ya nada volverá a ser como antes porque el recuerdo de él siempre se colara entre nosotros. De ahora en adelante viviré con el miedo de que un día despiertes y decidas dejarme por él...
—Eso no pasara...
—Al igual que jamás debió pasar que me engañaras.
—Fue un error, te juro que no pasara de nuevo...