La emoción que sentía Ehan era indescriptible; ese momento en el que sostienes a tu hijo por primera vez y sabes que darías la vida por él, sentir esos pequeños cuerpos aferrándose a él y saber que de alguna manera su chica y el habían creado a esos pequeños era algo impresionable.
Los gemelos lo abrazaron con fuerza; estaban felices por conocer a su papá; siempre habían soñado con que su padre encontrara el camino de regreso a casa y al fin lo había hecho.
Ahora tienen un padre; bueno, serian dos ya que Sebastien los ama como tal.
Sebas y Hanna se encontraban al margen observando la escena y mostrándose enternecidos con ella; la emoción de los gemelos era palpable; Sebas no podía negar que en definitiva, hacer eso era lo correcto.
Ellos le contaron a Ehan muchas cosas, estaban emocionados con él, le contaron todo lo que se había perdido como las cosas que les gustaban o como les iba en el equipo de futbol.
Hanna se alejó dándoles espacio para conocerse; la reacción de los gemelos había sido mejor de la que esperaba, noto que Sebas ya no estaba en la sala y salió a buscarlo; lo encontró sentado en las gradas de la entrada; bajo y se sentó con él un momento, en silencio contemplado la calle sola.
—La reacción de los gemelos estuvo bien— le dijo Sebas rompiendo el silencio.
—Sí, la verdad esperaba más drama pero todo salió bien— suspiro y se apoyó en el hombro de el— no tengas miedo Sebas; todo seguirá siendo como antes.
—Con la pequeña diferencia de que tu ex vendrá de vez en cuando a ver a sus hijos— bromeo Sebas ya menos tenso con la situación.
— ¿Estás seguro que estas bien con todo esto?— le pregunto Hanna tratando de asegurarse que no había problema con la situación, ella se preocupaba por él, últimamente lo sentía más decaído y eso la asustaba.
— Creo que si— suspiro— no me molesta que Ehan y los gemelos pasen tiempo, yo...lo único que quiero es que te respete como mi esposa. No quiero luchar contra el por tu amor...
—Shh...—Lo calló Hanna tomando su rostro— no lo harás, entiéndelo Sebas, quiero estar solo contigo, única y exclusivamente contigo...
— ¿Pero… a quien amas? – La interrumpió – no soy tonto y se lo que siente por él....
— ¡No! Sebas, No sabes nada. Yo...No te mentiré, quiero a Ehan pero algo entre nosotros es imposible, todo lo que pasó...— negó con la cabeza— no puedo olvidarlo...
—Si puedes. Hanna, él es un buen tío y en algún momento lo perdonaras.
— yo...tal vez algún día pero no hoy— declaro— además tu ¿Por qué lo defiendes? Se supone que lo odiabas— pregunto enarcando una ceja.
—Solo velo por tus intereses y el de los gemelos— respondió Sebas. Al final esa era la verdad, él quería lo mejor para Hanna y los niños.
—No te creo del todo pero diré que sí. Además, tratare de que la relación con Ehan funcione.
— Lo tomare como una promesa— le dijo Sebas abrazándola contra su cuerpo. Esa conversación confundió a Hanna, ayer Sebas se encontraba diciendo pestes de Ehan y ahora parecía tratar de encontrar la forma de hacerla perdonarlo por haberla abandonado.
No sabía por qué pero sentía algo raro de ese comportamiento de Sebas.
Y eso no le gustaba nada.
Momentos después entraron a la casa; los gemelos estaban felices por conocer a su papá.
Cuan era hora que Ehan se fuera, los gemelos lo abrazaron y lo hicieron prometer que se verían pronto.
—Vendré el domingo a visitarlos y jugaremos un poco de futbol.
— ¡Sí!— gritaron los gemelos felices. Se despidieron de él y Hanna lo acompaño afuera, mientras Sebas se llevaba a los gemelos a su habitación.
—Gracias por esto Hanna— agradeció Ehan con una sonrisa.
—Salió mejor de lo que esperaba— confeso— ¿Estás seguro que vendrás el domingo?
—Claro. No defraudare a mis hijos.
—Si...es solo...— suspiro— quería estar segura.
—Puedes estarlo— le dijo con una sonrisa— no te he presionado tanto para no aprovechar esta oportunidad.
—Tienes razón— Ella sonrió y lo vio a los ojos; pero todos su pensamientos coherentes desaparecieron en ese momento, los ojos azules de él chocaban con el verde de ella. Una de las cosas de las que Hanna se enamoró fueron esos ojos azules tan claros como el cielo.
Sin darse cuenta, ellos se fueron acercando un poco sin despegar la vista de los ojos del otro, sus corazones se llamaban y sus cerebros se repelían. Ehan la tomo de la mano derecha y la acerco a él.
El magnetismo entre sus cuerpos era exasperante y solo quería terminar con eso de una vez.
Hanna sintió en cuerpo de Ehan pegarse al de ella y tuvo que detener un suspiro; el, la sostuvo de su cintura y ella se apoyó en sus brazos porque sus piernas no querían cooperar.
En ese momento tuvo que reconocer que Sarah tenía razón; estar entre los brazos de Ehan era delicioso pero el recuerdo de ella la hizo recapacitar sobre lo que estaba sucediendo.