—Quédate conmigo esta noche— suplico Ehan—Déjame amarte como deseo hacer desde el día que te conocí.
Hanna que seguía con su mente aturdida no logro contestar. Pero cuando comprendió no pudo evitar ruborizarse haciendo reír a Ehan.
La mujer a la que acaba de casi desnudar en el baño de sus padres se ruborizaba porque le decía lo que le quería hacerle en la cama.
Pero era eso lo que exactamente lo enamoro de ella. Saber lo apasionada que era pero que, aun así, conservaba esa inocencia interior que la hacía tan pura.
— ¡No te rías! — lo reprendió Hanna desenrollando sus piernas y colocándose en el suelo. Se colocó bien su ropa mientras sentía la mirada de Ehan aun sobre ella.
—Quiero una respuesta— dijo Ehan abrazándola por la cintura y pegándola a su torso desnudo— ¿Te quedaras conmigo esta noche? Los gemelos pueden dormir en el cuarto de invitados y tú conmigo— dijo besando su cuello.
—Ehan... espera, no podemos. Sera mejor que te quedes en mi casa.
Esa opción hizo que Ehan levantara su cabeza con el ceño fruncido.
—Hanna. En esa casa compartiste muchos momentos con Sebas. Tu cama fue la que él y tú compartieron en su matrimonio. Y me creas o no, me gustaría, respetar eso en su memoria.
Hanna lo observo con ternura. Jamás imagino como Ehan se sentiría con respecto a Sebas y ella. Pero verlo tan decidido a preservar su memoria le demuestra que Ehan es un gran hombre.
A pesar de no haberlo conocido tan bien, lo respetaba y lo seguiría haciendo a pesar de que ya no estaba.
—Te creo. Esta noche nos quedaremos contigo en tu departamento—le dijo mordiéndose el labio tratando de disimular una sonrisa.
Pero Ehan no oculto su sonrisa y la abrazo alzándola del suelo. Hanna lo abrazo por el cuello y dejo que el enterrara su cabeza en su cabello.
—Te amo tanto mi vida que daría lo que sea por ti — susurro en el cabello de ella haciéndola soltar una pequeña risa.
—Estás loco— dijo en voz baja.
—Loco por ti cariño.
La bajo con cuidado y la beso por última vez. Debían volver antes que todos notaran sus ausencias, Hanna se arregló el cabello y trato de calmar el calor en sus mejillas antes de salir.
Comenzó a caminar por el pasillo con una sonrisa pegada en la cara. Se sentía tan feliz que nada podría...
— Hola Hanna— dijo Giselle cortándole el paso.
Cuando estaban en la mesa, Ehan se había disculpado para ir a la cocina, así que ella aprovecharía para encarar esa "Muerta de hambre" que es Hanna Kelly.
— ¿Qué quieres Giselle? —dijo Hanna en tono displicente.
— Solo quería decirte que no me importa lo que los demás crean. Yo se la clase de mujer que eres...
— ¿Y qué clase de mujer soy, según tú? — le pregunto molesta.
—De la clase que se revuelca con hombres comprometidos solo por dinero. O... ¿ya olvidaste que Ehan estaba comprometido conmigo cuando tú te metiste en su cama?
Hanna estuvo a punto de responderle, pero no fue necesario.
—Ella no se metió en mi cama— dijo Ehan enojado llegando atrás de Hanna.
Giselle abrió los ojos con sorpresa. Ella no sabía que Ehan estaba en el baño, pero... Hanna acababa de salir del baño. ¡Ellos estaban juntos ahí!
—Yo me enamore de ella Giselle. Supéralo—tomo a su chica de la cintura— Hanna es la mujer de mi vida y la madre de mis hijos...
— ¡Es una oportunista! Ehan. Estas ciego si no lo vez.
— ¡Seria un ciego si volviera a desconfiar en ella! Hanna es buena, Giselle. Entiéndelo.
— ¡No lo quiero entender! ¿Acaso olvidas que fue por culpa de ella que tú y yo, no nos casáramos? ¿Qué te alejaras de tu hermano?
—Si tú y yo, no nos casamos fue porque me enamore de Hanna— siseo— ella y mis hijos lo son todo para mí.
Ella lo miro con molestia en su mirada y después giro a ver a Hanna. Sus ojos se acristalaron y salió corriendo hacia el baño.
Ehan y Hanna se quedaron observándola. No entendían muy bien que había pasado, pero en definitiva Giselle no estaba bien. Se seguía comportando como una ex-novia resentida. Y no había nada más peligroso que una mujer despechada.
—No creas en nada de lo que ella dijo— le recalco Ehan tomándola de las caderas— sé qué hace años tome muy malas decisiones, pero todo lo que ocurrió fue culpa mía. Jamás creas que fuiste tú la que...
Ya no pudo continuar por qué Hanna lo calló con un beso; ella se colocó en las puntas de sus pies y tomo sus mejillas para atraerlo a su boca.
—No tienes que disculparte— susurro separándose un poco, pero ninguno abrió los ojos— Los dos cometimos muchos errores, pero eso ya no importa. Este es nuestro nuevo comienzo— le dio un pequeño beso antes de soltarlo.
Regresaron a la terraza con sus manos entrelazadas demostrando un fuerte unido. Pero la escena que se encontraron los dejo un poco descolocados.