Nuestra última primavera

Capítulo Uno

-¿Es aquí?- susurró la chica que conducía. Llevaba su oscuro y corto cabello escondido en un gorro verde, y los tatuajes que tenía resaltaban a la luz de los faros.

El líder asintió.

-Rob Hastings, Flinn Street, Casa ocho- leyó la otra chica. Los demás volvieron a asentir.

-Muy bien- anunció un chico rubio de aspecto simpático- ¿Repasamos el plan? Siento que algunos están perdidos.

Su hermana, la que había leído la dirección antes, le dio un codazo suave en el estómago.

-El único que está perdido eres tú, Nate. Por suerte tu eres el que espera.

-¿Por qué siempre debe haber uno que espera?- replicó, frunciendo el ceño.

Otro chico le respondió

-Por si algo llega a salir mal, solo tienes que dejar el motor en marcha y arrancar cuando lleguemos.

-Por eso mismo- dijo el líder, fastidiado al oír a Miles con su suave y paciente voz-. Vamos. El tiempo corre.

 

Tres chicos y dos chicas salieron del carro, mientras el sexto se quedaba esperando y vigilando.

-Recuerda, esperas has….- empezó a decir la chica Rubia, asomando la cabeza dentro del carro.

-Sí, hermana. Lo sé. Hemos hecho esto cientos de veces. Tengo que esperar como una mascota acá hasta que vuelvan, y si llego a ver algo raro le escribo a Alice- refunfuñó el chico.

La chica del gorro verde, Alice, asintió, sacando el teléfono y mostrándolo.

-Vamos- repitió el líder.

Los demás le siguieron, salvo la chica rubia.

-Liezl- la llamó Miles en susurro, el chico de ojos azules-. Vamos, cariño.

Ella le siguió a regañadientes.

Todos se acomodaron sus máscaras, y la chica del gorro fue la primera en trepar por la ventana debido a su agilidad para abrir cerrojos y ventanas.

Les hizo señas a los demás para que subieran. Le siguió la otra chica, Liezl, impulsada por Miles. Luego fue este, después Wes, un chico de cabello castaño y pecas a juego, y por último el líder, Andy.

Todos empezaron con su trabajo.

Wes sacó de su bolsa la droga, la preparó.

Andy fue a la habitación del hombre al que iban a atacar, y lo noqueó mientras dormía.

Luego Alice cuadró su reloj para dos minutos, mientras Liezl sacaba la carta de su bolsillo y la acomodaba debajo de la almohada del hombre. Las dos chicas salieron y vigilaron las puertas y ventanas, alertas.

Los tres chicos se quedaron en la habitación mientras las chicas esperaban afuera.

Unos segundos después, salió Andy, respirando agitadamente.

-Voy a ir por el dinero- susurró, y las chicas asintieron.

El líder desapareció por el pasillo de la casa a oscuras.

-Un minuto y veinte segundos- avisó Alice, mirando su reloj

Nadie respondió.

Liezl se mordió el interior de la mejilla, preocupada. Avanzó hacia la habitación, seguida por Alice.

Aunque no se pudiera ver por la máscara, Wes estaba pálido. Las manos le temblaban.

-¿Qué pasó?- susurró Alice, asomándose por la puerta.

-creo que lo maté.

-¿crees?- lo reprendió Miles, agarrando los pies del hombre. Ya le había cortado los pulgares, su tarea ya había terminado- Le diste Cincuenta miligramos de morfina.

Alice ahogó un grito.

-¿Lo mataste?- susurró Liezl, palideciendo ella también- ¿Estás seguro? Podríamos…. Llamar una ambulancia.

-Cariño, si de verdad Wes le inyectó lo que le inyectó, ya está muerto- replicó Miles

El chico negó con la cabeza, agradecido de saber del tema.

-Tenemos cinco minutos antes de que se muera. Por lo general suelo tener el medicamento que resta los efectos de semejante cantidad de morfina, pero no hay suficiente.

-No importa, métele lo que tengas- suplicó Alice.

Nunca se habían metido en un lío tan grande. Los objetivos eran hacer sufrir a la persona, no matarlos. Esa era la única regla que tenían.

Wes le hizo caso a la chica, con el corazón tamborileándole a mil. Unos segundos después entró Andy, con una bolsa llena de dinero.

-¿Listos para irnos?

-Tenemos un problema- anunció Miles.

Andy dejó de respirar.

-¿Qué hicieron?

-Chicos- interrumpió Alice- tenemos treinta segundos.

-¿Qué hicieron?- repitió Andy, apretando los dientes.

-Le di mal la dosis para dormirlo- dijo Wes, atemorizado de lo que pudiera decir o hacer el líder.

-¿Qué? ¿Porqué? Tienes igual el medicamento, ¿no es así?

-Sí, digo, no. Es que había poco, y no creo que funcione




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