Nuestra última primavera

Capítulo Seis

Wesley Bush

 

 

Saco el hilo de trapillo de mi bolsillo y me lo paso entre los dedos.

Esto te servirá para cuando te dé ansiedad, Wes. Esto te calmará.

La voz de mi hermano mayor retumba en mi cabeza como las olas del océano. Sacudo la cabeza en un vago intento de deshacerme de ella.

Nathan sigue durmiendo en el momento en el que  salgo de la habitación a tomar aire. Cuando giro en una esquina hacia la sala principal, me doy de bruces contra un hombre de casi dos metros. Retrocedo con timidez y me disculpo en un español vasto.

-¿De dónde eres?- me pregunta el hombre, simpático. Me encojo dentro de mi saco de lana. No me gusta cuando la gente hace preguntas. Y aún menos cuando es en un idioma que no domino bien.

-Washington- suspiro. El hombre se queda mirándo, y luego sonríe. Un escalofrío me pasa por la espalda. Hace mucho no me sonreían de esa manera.

Empiezo a retroceder, pero el hombre da unos pasos hacia adelante, hasta que queda a unos centímetros míos.

Oh, Dios.

El hombre alza una mano y la acerca a mi cara, y me encojo como una rata. ¿Las ratas se encogen? Supongamos que sí.

Miro fijamente el suelo mientras el hombre pasa una mano por mi rizado cabello, y luego la retira. Me muestra una hoja.  La miro, extrañado.

-Tenías esto enredado- comenta, divertido al ver mi expresión. Me sonrojo. Mientras me debato entre qué decir, el hombre desaparece tan rápido como lo vi.

Me sacudo el cabello con fastidio, y me lo recojo en una coleta suelta. Hago una nota mental de cortármelo cuando vuelva a casa. 

Mi móvil me saca de mis pensamientos, vibrante. Miro quién es.

<<Mamá>>

Suspiro

-¿Hola?

Al otro lado de la línea hay un silencio, y luego oigo a mi papá con su ronca voz de borracho

-¿Wesley?

Me tomo unos segundos para volver a hablar.

-Eh, sí -junto las cejas, y miro a mis alrededores- Me llamaste. 

-Oh- dice con una notable decepción, arrastrándo las palabras- Hola. ¿Cómo estás?

-No podría estar mejor- digo, pensando en el cuerpo inerte de Miles y de Rob Hastings.

Maté a un hombre, papá - pienso-  Lo maté. Ahora sí somos iguales, tu y yo.

-Me alegra- dice, y lo oigo toser. 

A pesar de todo, no puedo evitar preocuparme. Cuando su ataque de tos se acaba, pregunto

-¿está todo bien? - Luego me preocupo por una segunda persona- ¿Dónde está mamá?

No responde. Se está haciendo el loco.

-Papá- repito, caminando en círculos- ¿Dónde está mamá?

-En la clínica, hijo- responde, como si estuvieramos hablando del clima. Me alarmo inmediatamente, pero él sigue parloteando- Yo estoy en casa con unos amigos que vinieron de paso, y mamá está bien. No hay de qué preocuparse.

-¿si está en una clínica- replico, furioso-, cómo va a estar bien?

El hombre que es mi padre se ríe, notablemente borracho

-¿has tomado, papá?

-¿Eh? No. No. Tu madre está... Bien. 

-¿qué tiene? ¿Por qué está en el hospital?- no responde, pero lo oigo hablar con otra persona- ¡Papá!

Me cuelga. Lanzo el teléfono al suelo, molesto con mi padre, con mi madre, con Andy, conmigo. 

Con todos.

No debí haberme ido, sabiéndo cómo estaban mis papás.

-¿Todo bien?- me pregunta la mujer que vi antes en la mañana. La que Anders y Liezl dicen que es forense. La miro con atención, notando cosas que no había visto antes. Es muy alta. Tiene unas pequeñas arrugas en las sienes. Se ve que siempre está observando, atenta. 

Es definitivamente una forense.

-Eh.. sí. Todo está bien, gracias. 

Ambos nos agachamos a recoger el teléfono.

Ella lo agarra primero. Me lo pasa, y me sonríe con los labios apretados.

Le respondo igual.

-¿Seguro que todo está bien? No parece. 

No sé qué decir, así que ella decide seguir hablando. 

-¿Quién era ese?

-Era.. um. Mi... ¿Padre?

La joven mujer alza las cejas, haciéndome dudar hasta a mí.

-¿Por qué lo dudas?

Sacudo la cabeza, y como un mechon de pelo se me enreda en las pestañas, me restriego los ojos con la mano. Ella vuelve a sonreír.

¿Qué les pasa a todos en este pais? Todos sonríen sin motivo aparente.

-Sé por qué estás aquí- le confieso, mirando más allá de ella.

-¿ah sí? Cuéntame qué sabes- dice, acercándose. Justo en ese momento empiezo a pensar que el hombre con el que me topé antes y esta señora están relacionados.

-No vas a conseguir nada de nosotros. No tenemos nada que ver con Miles. No sabemos porqué lo hizo.

-¿hacer qué?- pregunta, genuinamente extrañada. A lo mejor esté fingiendo

-Sabemos que mató a Rob Hastings.

-¿cómo es eso? En los noticieros no han dicho nada de matar a nadie. Solo dijeron que fue un incendio. ¿por qué piensan que fue su amigo el que lo mató?- jaque mate, pienso. ¿Ahora qué digo?

En ese momento llega mi salvación.

-¡Eh, Wesley!- me volteo a ver quién es, y al ver a Alan caminando confiadamente hacia nosotros, sonrío aliviado. La forense nota eso, por desgracia- te he estado buscándo, hermano.

La forense retrocede un poco hacia atrás.

-Buenos días- saluda a Alan con amabilidad y respeto. Alan inclina la cabeza a modo de saludo. Luego me agarra del brazo y dice

-Disculpa, pero es urgente. Lo necesito. ¿Pueden seguir conversando más tarde?

La mujer asiente con tranquilidad.

Mientras nos alejamos de la psicótica mujer, no decimos nada.

 

 

-Lo primero que les digo- murmura molesto cuando ya no hay nadie.

Me encojo de nuevo bajo mi saco. 

-lo sé, lo sé. Lo siento, la señora me cogió desprevenido.

Alan sonríe con compasión al ver mi cara. No sé si sentirme agradecido u ofendido por la actitud que toma luego.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.