Nuestra última primavera

Capítulo Siete

Alice Leigh

Me aplico con delicadeza el labial rojo mientras Liezl revolotea de un lado a otro en la enorme habitación. 

-No pude haber sido así de estúpida- murmura por cuarta vez.

Me volteo hacia ella, y suspiro. A veces cuando se estresa, coge el mismo horrible hábito de su hermano, de morderse las uñas hasta la raíz. 

-Oye- llamo, tratando de distraerla- Alístate. Tenemos que estar abajo en diez minutos, y ni siquiera te has vestido.

Ella se pasa las manos por sus desnudos brazos, mordiendose el labio

-No creo que pueda bajar...

-¿Entonces qué? ¿Te vas a quedar acá hasta que se acabe todo? Eso se verá peor. Mejor mientras la ceremonia ocurre, inventate un plan bien chulo para disimular que perdiste tu collar hace unas semanas.

Ella levanta la cabeza de golpe, como si la mención del maldito collar la aterrara.

-Al.. ¿Qué voy a hacer?

Me encojo de hombros

-Honestamente, no tengo idea. Pero por suerte, tu eres una chica lista. Algo se nos ocurrirá. Pero, por ahora- insisto, cogiéndola de los hombros- Arreglate. Tenemos una boda a la cual asistir.

 

 

Andy Lincoln

 

Camino para un lado y para otro, estresado a más no poder. ¿Como es que no me había enterado antes de este collar?

¿Cómo se le ocurre llevar semejante cosa peligrosa a la casa de un hombre al que le vamos a robar y a atacar? ¿Habrá sido así con las demás personas que atacabamos?

Claro que sí. Ella nunca se despegaba de ese collar. 

Trato de recordar si la vi en esa noche con el collar puesto. 

-Nate- pregunto, volteándome al chico que está absorto en su teléfono- ¿por qué rastreadorres?

-¿eh?

Saco las manos de los bolsillos y apunto a su pulsera, el otro dichoso objeto que también tiene un rastreador dentro.

-¿por qué tienen rastreadores estas cosas?

-Oh- dice, sonriéndo como si nada estuviera pasando- Por si algo nos llegaba a ocurrir, siempre tendríamos esa opción de encontrarnos.

-¿se lo inventaron ustedes? Lo de la idea de rastrear, me refiero.

Nate sacude la cabeza, sacudiéndo asimismo sus mechones dorados

-Fue idea de nuestra Nonna.

-¿Qué es eso? Nonna. No suena americano.

-no es americano- replica Wesley desde la esquina de la habitación. Nate y yo lo miramos con sorpresa. No tenía idea que estaba acá, pero tiene sentido, teniendo en cuenta que es su habitación- Es italiano. Y significa "Abuela".

Me detengo a pensar.

-¿Ustedes tienen familia allá, en Italia?

Nate sacude la cabeza y entrecierra los ojos, extrañado.

-Toda nuestra familia está allá. Solo nuestros padres y Nonna vinieron con nosotros a los Estados Unidos. Los demás viven en Verona, duh.

-Ah.

Unos minutos después aparecen las chicas, deslumbrantes como siempre: Alice se ha maquillado los párpados, haciendo resaltar aún más sus ojos verdes. Tiene puesto un vestido verde oscuro que le cubre el cuello pero no los hombros, un diseño todo raro para nosotros los hombres. ¿Qué sentido tiene cubrirse las claviculas si vas a dejar al aire la espalda?

Liezl, en cambio, lleva un enterizo azul a juego con sus ojos, modelando sus largas piernas. Tiene los ojos rojos, pero aparte de eso de ve... ¿Normal?

Ya no sé qué pensar de ella.

Wesley lanza un silbido, y Nate aplaude. Ambas sonríen, halagadas. Pongo los ojos en blanco.

-Se estaban tardando mucho- las riño- Vámonos ya.

 

Los cinco salimos caminando en conjunto hasta el aire libre, donde se celebrará la ceremonia. Luego de eso será la fiesta justo al lado, que durará hasta la medianoche.

El sol aun no se ha puesto, pero ya se ve un poco oscuro. Los Andes están erguidos orgullosos frente a nosotros, detras de la maravillosa ciudad que es Santiago de Chile. 

Resoplo, y una nubecita de vapor se escapa de nuestros labios. Liezl tiembla por el frío, pero Alice se ve tranquila. Me quito la chaqueta y se la paso a Liezl para que se cubra con ella. ¿Eso es lo que un hombre haria, no? 

Eso es lo que Miles haría. No tu.

Me dan ganas de quitarle la chaqueta, pero se que ya no hay vuelta atras. Eso se vería grosero. En medio de una multitud de pie en el exterior, diviso a Alan bien vestido, temblando de los nervios.

Le sonrío, y él me devuelve la sonrisa. 

Algunas chicas Chilenas se voltean a vernos, y cuchichean al vernos caminar hacia ellas.

Se quedan mirando a Liezl y a Alice con envidia, y sonrío mentalmente. Eso es algo que siempre ha pasado, desde el jardín infantil, creería yo. Esas dos siempre han despertado celos en las demás.

Alice con su semblante desafiante y ojos verdes, pecas por todas partes. Podrá ser más baja que Liezl, pero en genio se la lleva por delante. Pestañas y cejas oscuras, labios siempre entreabiertos. Postura retante.

Alice es todo un partido.

Liezl no se le queda por detrás. A lo largo de los venti... ¿dos? años que la he podido conocer, he notado dos cosas en ella.

 Primero, que Liezl no es de las que hablan mucho. Es más de las silenciosas, y segundo, las silenciosas son a las que más deberíamos temer. Podrá no decir nada, pero siempre está pensando algo. Sus ingeniosos y soñadores ojos azules, nariz recta y mentón levantado.... Todo un espectáculo.

Evito mirarla mientras Alan nos saluda, y luego de unos minutos de hablar en susurros emocionados, suena la música. Nos vamos a nuestros puestos, y esperamos pacientemente a Melissa.

Cuando finalmente llega, mis piernas han amenazado con dormirse. Piso varias vecez el suelo con delicadeza para evitar esa sensación desagradable.

Liezl me lanza una mirada de reproche, y se la respondo con una igual. Wes y Nate observan a Alice embobados, pero yo no tengo ojos para nadie más que no sea la menor de nosotros, con su ceño fruncido y ojos entrecerrados.




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