Nuestras Ultimas Palabras

Capítulo V


"Reglas. Leyes que nos interrumpen ser felices a nuestra manera, rómpelas si es necesario para reencontrarte. No le temas a lo que diga la gente, si es un punto de energía para seguir viviendo. Hazlo, todos lidiamos con nuestros monstruos dependiendo de la persona que lo padece.

 


Bianca.

-Nos vemos en tu casa por la tarde. Tengo una larga lista de películas para ver - me habló emocionada Molly. Solo asentí y vi como entraba a su clase llena de ruidos y papeles voladores.

Camine por el pasillo, mi clase no comenzaría en media hora más. Mi mente trazaba un plan que no estaba segura de si lo haría realidad o no. Pondría demasiado en juego.

Llegue a mi clase, pero no entre, solo espere en la puerta mientras que los estudiantes ingresaban sonrientes al ver sus grupos de amigos. Mi vista estaba perdida en los alumnos que caminaban por el pasillo.

Mis ojos se posaron en el chico que se dirigía hacia mí, vestido de gris con mechones que le caían en su frente. Empecé a caminar, ignore mi conciencia que daba una alerta roja.
Me pare enfrente de él, estaba serio sin transmitir una sola pizca de emoción. Era lo suficientemente alto para levantar mi rostro y lograr ver sus ojos marrones.

-¿Qué haces? Interrumpes el paso. - de nuevo su habla indiferente. 

"Maldito bipolar"

-Tenemos que resolver algunas cosas. - frunció su ceño ante lo que acababa de decir. Sin esperar su respuesta sujete su mano y empecé a caminar hacia la puerta de salida.

Abrí la puerta y escuche el timbre dando aviso a que iniciaran la mayoría de las clases. Ambos miramos hacia atrás, cruzamos miradas y le di una sonrisa.

-¿Llegaste en bicicleta? - el solo asintió, solté su mano y señale hacia donde estaban todas las bicicletas paradas. -Traela, iremos a un lugar y queda un poco lejos.

Acoto mi orden y fue en busca de la bicicleta. Mi cabeza me estaba pagando factura, estaba arrepintiéndome pero cuando él se acercó y subió a la bicicleta esas dudas se esfumaron.
Solo tenía el canasto enfrente para llevar la mochila escolar. La saque y él me ayudó a sentarme.

"¿Por qué no planeaste algo que no tuviéramos que ir en bicicleta?" Mi propia mente me regañaba.

-Mejor entremos a clases y dejemos de hacer estupideces, Bianca. - expuso molesto.

-Pense que eras ese tipo de chico al que no le importa hacer estupideces. - gire mi rostro chocando con sus ojos. 

-Lo soy, pero si hago una estupidez como esta. Al menos estoy cómodo y no involucró un accidente de muerte. - alce los hombros ignorando su respuesta.

-Avanza, te guiaré hacia donde tenemos que ir. 

-¿Acaso ahora soy tu chofer personal? 

-Exacto. Ahora se un buen chofer y empieza a pedalear. - mire al frente decidida. Sentí su sonrisa y empezó a pedalear.


...


-Ethan, ¡frena la maldita bicicleta! - le grité sosteniendo con fuerza el canasto donde iba.

-¡¿No te querías divertir?! - se rió mientras bajábamos por la colina a toda velocidad. El desayuno estaba volviendo, mi estómago se contrajo mientras que el chico que había soltado los manubrios se reía y sentía con gusto el aire.

"Te mataré"

-¡Agarra los malditos manubrios, pendejo! - cerré los ojos sintiendo mi último momento de vida en este mundo

-¡Que grosera! - volvió sus manos al manubrio y comenzó a frenar lentamente. Llegamos al final de la colina y freno.

Él tenía una sonrisa inmensa mientras que yo intentaba no devolver el desayuno de esa mañana. Me ayudó a bajar del canasto y agradecí tocar el cemento de la calle.

-No volveré a subirme a esa cosa si tu manejas. - su sonrisa solo me fastidiaba. - caminaremos desde ahora.

-Vos quisiste confiar en mi. Además… - se bajó de la bicicleta y se acercó a mi - cuando se huye de las clases se tiene que hacer algo divertido, cosa que hicimos.

-Morir no es algo divertido.

-Lo dices porque no sabes sobre diversión.

Le di la espalda y empecé a caminar, afortunadamente solo faltaban unas cuadras. Ninguno emitió una palabra hasta llegar al parque.

-¿Por esto hiciste que dejara las clases? Hubiera preferido soportar la voz chillona de la señorita Mendez. - solo sonreí sin quitar la vista ante el parque de mi infancia.

-Ven, vamos a los columpios. - dejó tirada su bicicleta en el pasto y nos sentamos en los pequeños columpios. Sus rodillas llegaban a su pecho, realmente eran pequeñas.

-¿Por qué me trajiste acá? - sonaba confundido.

-Solo quise romper una de mis estrictas reglas. - me balancee lentamente en el columpio

-Pero.. ¿Yo que tengo que ver?

-No lo se. Solo… - alce los hombros con indiferencia - supongo que no lo haría realmente si no me seguías.

-Pues, no mentiré. Me divertí al venir para acá. - se levantó del columpio y me miro. - pero no me interesa tu vida ricachona.

De nuevo su conducta fría y desinteresada. Podía ser un gran chico, interesante, simpático pero tenía este tipo de actitudes que me confunden.

-¿Porque eres así?

-¿Cómo? ¿Honesto? - miro el parque y volvió su vista a mi. - No todos podemos hacer lo que se nos plazca Y que nuestros amados padres salgan a protegernos.

Me levanté del columpio, no había gente alrededor para conservar la calma.

-¿Enserio piensas que así es mi vida? - su reacción me descoloca.

-Si. Tienes una maldita vida perfecta,el futuro planeado, amistades que todos quieren. - me señaló y su enojo solo incrementa. - Tienes mejor vida que todos los que vivimos en esta estúpida y anticuada ciudad.

-En eso estás muy equivocado, Ethan. - empezó a caminar hacia la bicicleta y lo seguí. - No tengo una realidad colorida. Mi familia solo me exige y eso me ahoga.

-Pero al menos tu familia se preocupa por vos. Creeme que muchos no tenemos eso.

Se subió a la bicicleta y se marchó, dejándome en el parque con los ojos cristalizados.



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En el texto hay: humor amor, tragedia dolor, romance odio

Editado: 31.03.2021

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