Nuestro contrato (editando)

Capítulo 3: Confusa Decisión

Ellise.

Nunca en mi vida había considerado el techo tan interesante, o ha sido así desde hace una hora atrás donde me encuentro tumbada sobre mi cama admirándolo. La confusión contenida en mi cabeza era demasiado grande para permitirme pensar en otra cosa que no fuera ese ridículo contrato, a favor tenía frente a mí la solución a mis problemas, el inconveniente por su parte recaía en casarme siendo tan joven.

Tengo veintidós años y no me apena decir que jamás he tenido un novio, sí, suena ridículo en la actualidad, pero mi vida nunca fue lo suficientemente fácil para dejarme llevar por mi inexperiencia. Estudiar y superarme fue el objetivo que me propuse al dejar mi ciudad natal, abrí mi tienda y gané fama, seguí modelando como lo había hecho desde la adolescencia y terminé heredando una deuda a mi nombre.

Dorian me pedía renunciar a mi intimidad y libertad sentimental, a la posibilidad de encontrar a un hombre con quien compartir mi vida. A su lado era una mujer inexperta a comparación suya, el matrimonio es un campo que domina con total experiencia. Si me niego a su propuesta estaría renunciando a la tienda y al esfuerzo que hemos puesto todos para hacer reconocida nuestra marca. Dejaría todo de mí para convertirme en su mujer, conservaría el local, me olvidaría de los problemas y me ataría a él aparentando sentir un amor que no profeso.  Lo único que me tranquiliza de momento es su constante lucha para conseguir la custodia de su hija, al igual que yo, él tenía a alguien por quien no quería renunciar.

—¿Hola? —Descuelgo el teléfono ante la insistencia de Lizareth, quien lleva intentando comunicarse conmigo desde hace unos cuarenta y cinco minutos atrás. Me había marchado a casa sin decirles ni una sola palabra, ciertamente me sentía fuera de sí.

—¡Dios mío! ¿Por qué no contestas mis llamadas Ellise? —Su voz relajó la tensión de mi cuerpo, no entendía lo que lograba hacerme sentir tan presionada. No sé si se trata de la desconfianza que sentía hacia Dorian Hesseh o al sentimiento de culpa que me acompañaría si me niego a su propuesta.

—Estaba ocupada, Liz… —Mentí con gran descaro, no había hecho nada desde que llegué a casa, había mirado el techo como si en él llegaría a encontrar la respuesta a mis problemas.

—Louis y yo estamos muy preocupados por ti, no sabemos nada de lo que te ha dicho el señor Hesseh —dijo—. ¿Te parece encontrarnos en el Moonligth? Tengo la impresión de que te estás ahogando en un vaso de agua, linda.

—De acuerdo, un trago y nada más. —Le escuché reír detrás de la línea.

—Te lo prometo, hasta entonces Ellie. —Se despidió entusiasmada, y mientras yo soltaba un suspiro me levanto de la cama dispuesta a cambiarme por algo más cómodo.

Busqué algo sutil y discreto, mi gran curiosidad erradicaba en la simpleza de mi estilo, me gustaban los pantalones ajustados y las zapatillas de muñeca, las blusas holgadas o los suéteres de lana. Tomé mi bolso y pensativa me paseo dando vueltas por mi casa, me detengo en la sala de estar observando una pequeña fotografía familiar sobre la estantería. Es mi hermano, y aunque había hecho lo imposible para buscarlo él parecía alejarse de mí cada vez más, como si no soportara tener cerca mi presencia.

Muy bien Ellise, si sigues así acabarás con depresión. 

(…)

—Necesito una copa. —Saludo a los chicos pidiendo el mejor de sus licores, el barman me extendió una copa de su whisky añejo. Lo mas gracioso es que yo no era precisamente muy tolerante al alcohol, pero estaba convencida que aquello no me provocaría ni cosquillas.

—¡Salud preciosa! —Sonrió Louis estupefacto ante mi actitud, he bebido de un trago el contenido de mi copa dejándola vacía por encima de la servilleta—. Somos todo oídos, nos gustaría saber que ha pasado Ellie. —Continúa.

—El misterioso señor Hesseh era el mismo hombre con el que hablé la noche anterior, al parecer ante la desesperación que siente por conseguir la custodia de su hija, me ha propuesto un extravagante contrato de ayuda mutua. —He decidido omitir ciertos detalles, el desenlace de la historia no les haría mucha gracia conociendo el carácter de ambos.

—¿Entonces que desea a cambio? —Cuestionó Liz moviendo el contenido de su vaso, mientras yo encontraba la manera de parecer lo más sutil posible.

—Que me case con él. —Solté, Louis escupió su bebida a un lado de la mesa intentando respirar con tranquilidad y Lizareth había dejado caer la copa la cual impactó contra el suelo en un ruido sordo.

—¿¡Disculpa!? —Expresan asombrados, me siento incomoda ante las miradas de las clientes posadas sobre mí.

—Tiene que rehacer su vida, conseguir una esposa que le enseñe sobre la crianza y labores domésticas, aunque no sea una niña tan pequeña el juez ha dejado clara su petición. —¡Felicidades por lo sutil que has sido Ellise!

—¡Debes estar bromeando! ¿A cuántas mujeres les ha ofrecido el mismo contrato? ¿Te lo ha propuesto así no más?

—Lo ha hecho.

—¡Es un desquiciado! —Louis se pasa una mano sobre el cabello, Lizareth por su parte no ha dicho nada al respecto, se ha quedado sin palabras.

—Estoy desesperada chicos, nuestro trabajo, nuestra vida y corazón están en ese lugar y no soy capaz de dejarlo ir. —Estoy consumida en una extraña melancolía, Louis tendrá que sacarme a empujones de aquí.

—Ellie ese hombre puede bajarte la luna y las estrellas, ¿Tú estás dispuesta a renunciar a tu soltería para convertirte en su esposa? —cuestionó—. Una vez firmado el contrato ya no hay vuelta atrás y lo sabes nena.

—El hombre solo quiere estar con su hija —interrumpió Liz—. No te comas la cabeza Ellise, el hombre quiere convertirse en padre y eres consciente de ello, haz lo creas correcto y nosotros estaremos para apoyarte. —Sus conmovedoras palabras me llenan de alegría, Louis quien no parece convencido decide posar su mano sobre la mía.




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