Narra (Dorian)
Durante el fin de semana pude compartir con Marina el tiempo que le había prometido antes de la luna de miel, mi hija quien por cierto se lleva de maravilla con Ellise, ha disfrutado la cena por la noche y el domingo por la mañana salimos al parque, como cuando era una niña pequeña y le encantaba jugar con su bicicleta, me cuesta creer que mi nena esté ahora convirtiéndose en una señorita, sus doce años se me habían pasado volando, y mi peor error había sido estar consumido en el trabajo, no me di cuenta cuando mi niña se volvió tan hermosa. En cuanto a Ellise, ha estado evitando mi presencia estos días y era notoriamente por la pequeña escena de aquella noche, noche en la que sentí un impulso por besar aquella delicada boca, nunca sentí tal necesidad hacia una persona, no hasta que ella llegó aquí, su voz, su mirada, simplemente su ser es lo que me impulsó a cometer esa imprudencia.
— Ya me voy, suerte con el trabajo — tomó su bolso dispuesta a salir por la puerta, ni siquiera pudo mirarme y daba por hecho que su rostro permanecía sonrojado.
— Ellise detente, no has desayunado — observo las noticias en la tableta, esperando una respuesta de su parte. Pasaron varios segundos antes de que la escuchara suspirar con resignación.
— No tengo tiempo, lo haré...
— Siéntate, Ellise — ordeno con voz firme y escucho la puerta cerrarse, sus pasos se aproximan y se sienta en frente de mí en la mesa del comedor, fija la mirada sobre mi taza de café.
— Escucha atentamente hay algo que tienes que saber, al casarte conmigo y poseer mi apellido automáticamente pasas a adquirir ciertos bienes matrimoniales, en este caso tienes bajo tu poder una parte de mis acciones en la empresa — juega con sus dedos nerviosa mientras analiza mis palabras y vuelve su mirada tímida hacia mí.
— No comprendo, ¿Qué esperas que haga? — pregunta llenado su taza con café.
— Quiero que tomes una decisión — respondo, su mirada se posó en el contenido de su bebida y después suspira suavemente, como si no causara emoción alguna en su interior.
— Dorian, eres muy amable por ofrecerme tal oferta pero no la voy a aceptar — dice, su respuesta me deja consternado. Le estaba regalando una porción de mi empresa por la única razón de ser mi esposa, ¿Será acaso muy poco para ella?
— Explicate — enarco una ceja.
— Has pagado una deuda que creí que nunca llegaría a pagar, me tienes en tu casa de gratis y aún así quieres darme una parte de tu empresa, lo siento pero no puedo aceptarlo, estoy bien con mi tienda y no necesito más...no quiero que te ofensas, sólo no quiero ser la esposa que se aprovecha de la fortuna de su esposo, yo no soy así — su confesión me parece sincera, su voz firme me lo termina de confirmar, me parece increíble que no acepte mi oferta. No es como si anduviera obsequiando acciones de mi empresa a Señoritas en la calle sin motivo alguno.
— ¿Estás segura de tu decisión? — asiente, dejándome disgustado de alguna manera, nunca nadie me había rechazado de tal manera, en definitiva en los negocios jamás había aceptado un no como respuesta, es por ello que me encuentro donde estoy, al mando de una multinacional.
Es una chica astuta e inteligente, ¿Cómo puede conformarse solo con una tienda? Conociendo sus capacidades, su manera de afrontar los problemas es muy sensata, es inteligente a la hora de tomar sus decisiones. He visto sus trabajos para varias marcas nacionales, un trabajo impecable y absolutamente profesional, aunque estoy seguro que no quiere mi ayuda, me encargaré de impulsarla un poco, ella tendrá que ser capaz de afrontar sus propios retos sola, esa sería mi primer prueba en la lista.
Narra (Ellise)
Salí camino a la tienda pensando que posiblemente hice enfadar a Dorian, pero tenía mi decisión clara, no pretendía tomar posesión de algo que era suyo y lo sostenía, mi madre solía decirme que es mejor no poseer nada a poseer algo que puede arrebatarse de las manos y tenía razón. Suspiro pesado y vuelvo mi mirada hacia el cielo, si solo tuviera a mamá para aconsejarme, pero no es momento de lamentarse y no debía dejarme decaer por una situación así, Dorian debía entenderlo y sería parte de la convivencia, después de todo tendríamos que acostumbrarnos el uno al otro.
— Buenos días — saludo al entrar a la tienda, Liz y Louis revisan el itinerario de hoy, parecía tan largo como para no acarse nunca, los dossiers eran tan enormes como los inventarios por llenar.
— Buen día hermosa — mi amigo me besa la mejilla, esbozo una sonrisa para luego besar la mejilla de Liz.
— ¿Cómo has pasado tu primer fin de semana con tu hijastra? — me acerco hacia mi escritorio, dejo mis cosas a un lado y vuelvo hacia mi tableta gráfica dispuesta a iniciar el trabajo.
— ¿Saben? Creí que la niña estaría enfadada por casarme con su padre, créanme que casarse tan pronto después del divorcio no es tan común, pero es una niña encantadora y muy bella, es de hecho muy madura para su edad — comento posando mi mentón sobre mi mano, esa niña había rondado mis pensamientos durante la mañana, era demasiado parecida a su padre tanto en su carácter como en su físico.
— Es increíble, eres la menor por unos meses y ya estás casada y con una nena, yo ni siquiera puedo tener una cita normal con un hombre — Liz hace una mueca haciéndome reír, era un hecho que todos los hombres con los que ha salido resultan ser una manada de idiotas e inútiles, ella misma comentaba que le hacía falta la chispa de un hombre mayor.
— La chica con la que salí anoche me pegó una cachetada, parece que no le agradé demasiado — ambas nos reímos a carcajadas ante su declaración de Louis, las lágrimas se asomaban por mis ojos y en un gesto desesperado aprieto las manos sobre mi vientre.
— Pueden reírse todo lo que quieran, pero me duele muchísimo — se hace el ofendido, me dirigí a él y le abracé suavemente, Louis por su parte había llenado ese pequeño espacio que Richard había dejado con su partida.