Nuestro contrato (editando)

Altibajos

— Linda, prepararé el almuerzo, ponte cómoda — me aparto de Dorian visiblemente avergonzada, la niña había estado allí parada desde hace unos instantes.

Intento comprender mis sentimientos, Dorian hace que mi cuerpo pierda su control propio, mi corazón late con fuerza dándome a entender que se siente sorprendido, hemos tenido varios encuentros de este tipo en diferentes ocasiones, su cuerpo cerca del mío reclamando autoridad, sus intensos ojos me hacen perder el equilibrio, no entendía cómo lograba descolocarme de esa manera.

Me sentía protegida a su lado, pero no podía permitirme hacerme dependiente de alguien en este momento, y menos cuando he pasado mi vida entera sin dependencia de los demás, algo dentro de mí pedía a gritos que me apartara, pero mi cuerpo me impedía hacerlo. Su voz susurrada en mi oído provocaba que mi cuerpo sintiera sensaciones que aún no lograba entender, sentir su calidez era una demanda de parte de mi interior y cada vez me costaba más apartarme de él sin querer besarle.

— Ellise, acompáñame — su voz me saca de mis pensamientos, le veo caminar hacia el estudio y le sigo, me percato de Marina quien está sentada en el sofá observando la televisión.

— Dorian... — intento hablar, pero me interrumpe.

— Escúchame, seguimos siendo colaboradores dentro de la empresa, pero aún así no puedo estar tranquilo si solo te vas sin mi compañía, tu hermano me mataría si algo llegara a pasarte — guardo silencio ante sus últimas palabras, él aún cree que sigo en contacto con Richard cuando no tengo ni la mínima idea de donde se encuentre.

— No pienso seguir en esta disputa, mi decisión está tomado y he firmado, me iré contigo o sin ti — aclaro, me mira tranquilo y siento mi sangre hervir en cuando pronuncia aquellas palabras.

— Quedas despedida — se levanta de su silla y camina con dirección a la puerta, le impido el paso.

— Eres un egoísta Dorian, entiendo que no puedes tener el control de todo, no puedes hacerlo con mi trabajo y si piensas jugar de esa manera, te recuerdo que firmamos un contrato prematrimonial — no dice ni una palabra, solo me mira atento.

— Escúchame bien, déjame disfrutar de esto por una vez en mi vida, he tenido que sacrificar tantas cosas para volver a modelar y tú me lo impides por un capricho, tú no eres así — mis palabras son duras, yo las he sentido así, le dejo con la palabra en la boca mientras vuelvo hacia la cocina con una presión en mi pecho.

Me siento extraña.

— Esto está delicioso, Ellie — Marina prueba la crema de tomate muy gustosa, le miro con dulzura.

— Créeme, la de mi madre era mucho más deliciosa que la mía — un pequeño recuerdo invade mi mente, solía prepararla para Richard y para mí los fines de semana.

— Debió ser una gran cocinera, una gran herencia de parte de tu madre — dice, contestaría a su comentario pero el sonido del teléfono me interrumpe.

— Iré a atender — me levanto, no sin antes observar a mi esposo quién come en silencio.

— ¿Hola?

— Ellise, soy Louis, tengo algo que decirte linda — su voz suena agitada.

— ¿Pasa algo? — me preocupo de inmediato.

— Liz y yo estamos en la tienda, hay mucha gente afuera esperando ser atendida — me sorprendo, eso era algo imposible.

— Es fin de semana, es imposible que haya clientela.

— Pues lo hay linda, tenemos todo bajo control pero sería genial que nos ayudaras — me tranquilizo, mi mirada se centra en la cocina.

— Estaré ahí en media hora, adiós — cuelgo y me dispongo a volver, ambos permanecen callados.

— Mar, tengo que ir a la tienda dentro de un rato, ¿te gustaría acompañarme? — la niña asiente, se nota su emoción.

— ¿Puedo ir papá? — pregunta.

— Adelante — se levanta de su asiento y le vemos desaparecer por el pasillo, escucho la puerta de nuestra habitación cerrarse, está enfadado.

— ¿Estará bien? — me mira angustiada, le tranquilizo rápidamente.

— Lo estará — o eso espero.

Después de terminar nuestra comida, subo hacia la habitación para tomar mi bolso, él está sentado en la cama leyendo uno de sus libros, permanece callado aún cuando cierro la puerta, me acerco a él y me siento a su lado, intento buscar las palabras exactas pero algo me dice que no servirá de mucho.

— Dorian — Le llamo, me ignora, poso mi mano en su mejilla esperando una reacción de su parte, alza su mirada hacia mí, me acerco a su boca dejando un suave beso en sus labios.

— Nos vemos en la noche — me despido, le dejo solo evitando decir más, aún cuando deseo seguir besándolo.

— ¿Estás segura que papá está bien? No es muy común que suela hacer eso — ella sabe que algo ocurre no obstante, no es algo de gran relevancia.

— Tu padre necesita espacio, estará mejor por la noche, te lo aseguro — ya más tranquila, me comenta sobre sus estudios, de la próxima entrega de calificaciones la cual Dorian había prometido asistir.

— Sé que tal vez papá no asista, está demasiado ocupado como para hacerlo — murmura, he su aquí la primera prueba, debe sacar tiempo para su hija aún si no lo tiene.

— Irá Mar, yo me encargaré de que asista...posiblemente yo también lo haga — se anima, sus ojitos azules volvieron a tener su brillo especial.

— ¿Sabes? Sin ti, papá no hubiera podido pasar conmigo los fines de semana, llegaste en el mejor momento Ellise — agradece, mi corazón se derrite de ternura ante la declaración de la pequeña, esta niña ya se había ganado mi corazón desde la primera vez que la vi.

A una cuadra antes de llegar a la tienda me detengo sorprendida, hay bastantes personas haciendo fila para ingresar, tomo de la mano a Marina y me hago paso hasta ingresar, ahí me percato que la tienda está hecha una locura, Liz atiende mientras Louis permanece en la caja y aún así no es suficiente.

— Ellise, has visto esto, es una locura — Liz me abraza y vuelve su mirada a mi acompañante.

— Te presento a Marina, la hija de Dorian, Marina ella es Liz, mi mejor amiga — las presento.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.