Narra (Ellise)
— Eres mía, amor — sus palabras resuenan con fuerza en mi cabeza, siento que mi corazón va a explotar en cualquier momento, un nerviosismo me invade de pronto.
— Dorian — susurro en su oído, le siento tensar la mandíbula, respira tan cerca de mi cuello provocando un escalofrío.
— ¿Cómo es que logras perturbarme? — sus manos suben por mis muslos levantando mi vestido, siento mi piel arder con su toque, siento mucho miedo en este momento.
— Dorian — trato de detenerlo, sus besos bajan por mi hombro al mismo tiempo que baja del tirante de mi vestido.
Sus besos me descolocan, sus caricias provocan esa deliciosa sensación no obstante, nunca había estado antes con un hombre, tenía un miedo interno que gritaba desde lo más profundo de mi ser que debía detenerlo ahora, mis manos temblaban, mis piernas ya no respondían y mi cabeza nadaba en pensamientos, no estaba preparada para esto, nunca lo había estado antes, mi decisión estaba tomada.
— Dorian, detente — le empujo alzando levemente mi voz, me mira desconcertado mientras me siento de nuevo sobre la cama, acomodo mi vestido observando cuán confundido estaba ante mi acción.
— Lo siento — su semblante se vuelve frío, sus ojos toman un color más opaco, se levanta de la cama volviendo a su compostura, se retira con rapidez de la habitación dejándome sola en el lugar.
Escondo mi rostro entre mis manos suspirando con fuerza, mi corazón comienza a latir con normalidad pero mi piel sigue estremecida, me levanto hacia la maleta tomando mi pijama, me dirijo a paso lento hacia la ventana y me siento sobre el pequeño almohadón, pego mi cabeza contra el muro y observo la blanca luna sobre el cielo, estuve a punto de entregarme a él, de ser suya por completo y no me sentía preparada, en mi adolescencia nunca pasé de besar a un chico, después de entrar a la universidad no volví a salir con ningún hombre, era una torpe inexperta de alguna forma.
— Espero que contestes, Liz — busco mi teléfono entre la mesa de noche, le marco a mi amiga mientras siento las pequeñas lágrimas bajar por mis mejillas, ni siquiera comprendía por qué me sentía de aquella forma.
— ¿Hola? — su voz suena adormilada, frunzo los labios tratando de contener mi llanto.
— Lizie, soy Ellise — mi voz se escucha quebrada, me dijo en la mesa de noche, pasan de las nueve de la noche.
— Ellie, ¿Estás bien linda? ¿Por qué lloras? — la escucho sentarse en la cama, abrazo mis piernas escondiendo mi rostro entre ellas.
— Soy una tonta Liz, estuve a punto de entregarme a Dorian y no he podido hacerlo, estoy asustada — comento ahogando mi llanto, sentía una ligera presión sobre mi pecho.
— Ellise no eres ninguna tonta, dime ¿por qué te sientes asustada? — usa un tono maternal, suele usarlo cuando estoy alterada.
— No sabía qué hacer, algo en mí gritaba que debía detenerlo, me sentía desesperada — siento caer las lágrimas en mis manos, resbalan hacia mi ropa.
— Linda no te asustes, no estas preparada aún y eso es entendible, no puedes obligarte hacer algo de lo que te sientes insegura, ¿cómo ha reaccionado él? — pregunta, paso mi mano sobre mi rostro removiendo las lágrimas.
— Estaba desconcertado, se disculpó y luego se retiró de la habitación — respondo un poco más tranquila, escuchar su voz me había tranquilizado.
— Escúchame Ellise, mantén la calma que no has hecho nada malo, respira y ten conciencia que no estás obligada a acostarte con él, tú sabrás cuando estés preparada totalmente, ahora descansa y piensa con más claridad por la mañana — sus palabras me relajan, ya no siento la misma ansiedad de antes, respiro profundo levantándome de mi sitio.
— Liz...gracias, de verdad necesitaba escucharte.
— Estaré siempre para ti y lo sabes, tienes una amiga de por vida Ellie, no lo dudes nunca — sonrío ladina ante su dulce comentario.
— Lo sé — termino de despedirme de Liz y me dispongo a lavar mi rostro, recojo mi cabello y vuelvo hacia la cama, me arropo con las sábanas un poco más tranquila, tendría tiempo de pensar las cosas de mejor manera mañana.
Narra (Dorian)
Salgo de la habitación aún confundido, ¿qué estuve a punto de hacer? Me maldigo por dentro mientras me dirijo al bar del hotel, mi mente sólo piensa en ella y que he estado a punto de hacerle daño, su voz sonaba desesperada, su cuerpo temblaba a medida que seguía avanzando, nunca me cruzó por la mente pensar que era virgen, claramente la he asustado y me sentía un idiota por ello, aún no tenía claro el por qué sentía esta impotencia, estaba enfadado conmigo mismo, esta vez no he podido mantener el control de la situación.
— Buenas noches Señor, ¿qué desea beber? — paso una mano sobre mi rostro, me reprendo por dentro por lo que haría.
— Deme lo más fuerte — pido, el alcohol desde cierto punto me parecía desagradable, el recuerdo de mi padre vuelve a mi mente de manera expontanea, los días en que solía beber en exceso hasta perder la noción de quién era.
— Aquí tiene, Señor — bebo de un solo trago el contenido del vaso, siento el ardor bajar por lo garganta, reprimo ese sentimiento de culpa que me posee.
No repitas el ejemplo de tu padre, no puedes ahogar este sentimiento con lo que un día prometiste aborrecer.
— Dame otro — dejé de escuchar a mi conciencia, debía desconectarme de algún modo, no tenía claras mis ideas, siempre viví reprimiendo lo que sentía por dentro, recuerdo las palabras de mi padre con exactitud.
"El hombre de negocios no es un hombre de sentimientos, es una persona estratégica y meticulosa, fría y calculadora, en este mundo no hay espacio para los sentimientos por más bondadoso que quieras ser."
He ahí mi problema, mi padre fue el hombre que me preparó para un imperio, formó a un hombre de negocios, me convirtió en alguien frío, desde temprana edad descubrí el verdadero rostro del mundo, aquel lleno de injusticias y de gente despreciable, aprendí a ser más fuerte de lo que solía imaginarme.