Nuestro contrato (editando)

Abriendo el corazón

Narra (Dorian)

14 de octubre de 1995.
Observo impaciente la sala de funeraria, las personas entran y salen todo el tiempo, dan las condolencias y se unen a las conversaciones, podía observarlo desde el sofá de cuero en el que me encontraba no muy animado, hace tan solo unas horas había muerto mi madre y no terminaba de asimilar la situación por completo.

Mi padre permanecía firme, sin expresión alguna, con la misma seguridad con la que se le caracteriza, no pareciera que está afrontando la muerte de su esposa, pretendía creer que esa era su forma de sobrellevar el duelo. Muy al contrario de mí, yacía sentado de una manera deprimente para todo el que me observara desde lo lejos, mi único pensamiento era cómo podríamos vivir sin mi madre, sin la persona que me demostraba amor a diario, la que iluminaba nuestra casa.

— Regresa a casa Dorian, debes estar presentable para el funeral — las frías palabras de mi padre me hieren desde el fondo de mi alma, no quería separarme de mi madre.

— No quiero dejar a mamá...

— He hablado, hijo — sentencia, a lo que simplemente asiento retirándome del lugar, había sonado muy severo.

El frío de aquella sombría mansión me aterraba, no sabía siquiera como afrontar la vida sin ella, mi relación con mi padre no era la más estrecha y nunca lo había sido, las noches serían cortas y los días eternos, así serían a partir de hoy.

21 de octubre de 1996.
Su ausencia es insoportable, la estadía en esta casa lo es, sentía impotencia por la situación, mi padre llegaba a media noche más borracho de lo normal, en compañía de mujeres de mala fama, este inmenso lugar ya no se sentía como un hogar, había empezado a sentirme un prisionero de la mala vida de mi padre.

A mis cortos once años experimentar con la muerte, ha sido ya una terrible experiencia, un año ha pasado desde entonces y su partida me sigue marcando, imploraba retroceder el tiempo y evitar el accidente que provocó la partida de mi madre.

Bajo las escaleras rumbo al estudio de mi padre, había escuchado la puerta minutos antes, había llegado en compañía de alguien, quería saber curiosamente de quién se trataba.

— Necesito que hables con la directora de la escuela, Dorian no se presentará más, desde ahora recibirá educación en casa y en cuanto cumpla los doce años, lo enviaré a Italia — quedo paralizado ante su mandato, me enviaría lejos de mi hogar, no sabía con exactitud lo que planeaba hacer conmigo, pero si sabía que esto no se lo perdonaría nunca.

— Es muy pequeño Loan, lo enviarás lejos y necesita aún de ti, ¿pretendes que se vaya sin que te odie? — la voz de Joshua su asistente y mejor amigo resuena en el lugar.

— Lo hago por su bien, mi imperio será el suyo cuando crezca, debe prepararse para afrontar la realidad, de todas formas su madre quería lo contrario — aprieto los puños con fuerza, retengo el llanto que amenazaba con salir, no quería seguir escuchando a este ingrato que se hacía llamar mi padre.

— Estás siendo muy duro con el niño, tiene once años Loan — reprende pero sería inútil, era bastante terco como para ablandarse.

— Debe formarse como un hombre, debe preparase para ser el heredero de esta industria, aquí no hay espacio para los sentimientos Joshua y lo sabes con exactitud — sus palabras lo hacen detenerse, yo no podía hacer nada por mí, así como yo no podía hacer nada por mí tampoco.

Narra (Ellise)

— Mi madre murió cuando tenía diez años, quedé bajo el cargo de mi padre y desde ese momento dejé de ser quien era, me formaron para ser un hombre de negocios...nunca disfruté del amor como hubiese querido, la primera vez que me enamoré fue de mi pequeña Marina al nacer, siempre fui un hombre solitario desde adolescente que tuvo que hacerse valer por sí solo — escucho su confesión atenta, ha estado comentando abiertamente por primera vez su pasado, si nunca se ha abierto de esta manera debo de estar orgullosa de ser la primera.

— Dorian...

— Escúchame por favor, esto no lo sabe nadie y me gustaría que me escucharas — asiento tomando de su mano, aprieta la mía ligeramente.

— Viví tres años en Italia, recibí educación básica en la casa de verano de nuestra Luna de miel, aprendí de buenos vinos y de métodos de negocios. A los quince años regresé al país para centrarme en una educación más avanzada, estudié administración y logística, métodos de costos y finanzas, todo para heredar años después la empresa, nunca más pude volver hacer amigos, olvidé las fiestas y las mujeres, me convertí en lo que alguna vez odié de mi padre, me volví él de alguna manera — sus palabras me golpeaban el corazón, ha sufrido más de lo que alguien se imagina, las lágrimas bajan por mi rostro sin control alguno.

— No he sido capaz de amar Ellise, tal vez ni siquiera pueda hacerlo contigo...pero no te quiero alejar de mi lado — me apego a su pecho abrazándolo, me aferro a él como una niña pequeño que huye del dolor.

— No me importa si no puedes amarme, déjame hacerlo por ti — levanta mi mentón permitiendo verme directamente, sus tristes ojos me miran cansados, acaricia mi rostro con suavidad y deja sobre mis labios un casto beso.

— Es hora de irnos pequeña, está anocheciendo y debes descansar — susurra, le tomo de sorpresa besándolo con la misma intensidad de hace un rato, tenía ganas de abrazarle y decirle cuanto lo siento.

Bajamos de la noria y volvimos andando hasta el hotel, ahí pediríamos algo de comida y buscaríamos descansar. Durante el trayecto me tomó de la mano caminando animadamente, todo rastro de pena había desaparecido entre nosotros, sentía alegría por su estado y por su pequeña confesión, sin duda la emoción me acompañaría durante el resto de nuestro viaje.

— Dime que tienes hambre, he pedido una pizza grande para ambos — dijo tomando una toalla, estaba dispuesto a ducharse.




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