Narra (Ellise)
— Hola Ellie — observo a Richard en la puerta de la casa, Dorian había salido del hospital hace dos días, los resultados de sus exámenes habían sido excelentes por lo que su salida fue autorizada, y hasta este punto se sentía desesperado estando en casa el día entero, era un hombre que no podía compartir una vida sedentaria, esto había sido una verdadera tortura para él.
— Hola Rich, pasa — me hago a un lado para dejarlo entrar, se adentra observando con atención nuestro hogar, la refinada decoración de Dorian resaltaba su buen gusto, lo describía perfectamente, su condición para dejarle salir del hospital era una revisión cada dos días, con la intensión de registrar su recuperación, y aquí estaba — Adelante, por aquí — lo encamino hacia la habitación, había abierto las ventanas para que Dorian pudiera disfrutar de la deliciosa brisa de esa mañana.
— Buen día, Señor Hesseh —estrechan las manos con cierta distancia, mi marido le observa sentarse a su lado — Buen día — se limita a decir, su expresión era clara, no era muy grata la presencia de mi hermano para él, aunque tratara de evitarlo su mirada lo delata por completo, me divertía en cierto modo observarlo ser tan infantil.
— ¿Cómo se siente? — pregunta, tomando sus signos — Perfectamente, podría retomar el trabajo en la oficina ahora mismo — responde irritado, había estado luchando la mañana entera con él, insiste en regresar a su vida cotidiana sin entender que debe de guardar reposo, era realmente testarudo.
— Tenemos un trato, cariño — recuerdo la apuesta que decidimos hacer antes de la visita de Richard, había sido la única manera de convencerlo.
10 minutos antes.
— Ellise estoy bien, puedo levantarme y asistir a la oficina como debería, cariño — insiste, es la cuarta vez en lo que despertamos, ha estado muy ansioso de cierto modo. — Cariño, entiendo que debes sentirte frustrado, pero lo menos que quiero es verte de nuevo en el hospital — está recién duchado, me siento a su lado peinando su cabello como acostumbra hacerlo, aún está húmedo y le da un toque sexy a su imagen.
— Desearía poder hacer algo más que estar acostado en la cama todo el día,? podemos siquiera salir un rato? — intenta negociar, beso su mejilla para mirarlo después — Apostemos, si el doctor te permite retomar tu trabajo te dejaré libre, pero si no lo hace te conformarás con salir a caminar por la tarde, ¿de acuerdo?
— Es una apuesta nena, acepto.
Por Dios, de verdad era imposible.
En la actualidad.
— ¿Puedo retomar el trabajo? — pregunta, Richard presiona sus costillas para comprobar la sensibilidad, mi marido hace una mueca reaccionando al dolor — Claro que no, las costillas tardan cierto tiempo en sanar y si le he dado de alta es, porque confío en que usted será capaz de guardar reposo, le daré la oportunidad de volver al trabajo solo si veo una recuperación óptima — reprende, levantándose del lugar, le mira con desaprobación y se vuelve hacia mí.
— Señora Hesseh, debe de cuidar su estado de reposo, intente que camine por lo menos una hora diaria, no permita que haga un sobre esfuerzo y si no sigue mis indicaciones, aquí está mi tarjeta puede llamarme y enviaré unos calmantes — me doy cuenta por un instante que no tenía su número, Dorian arquea una ceja mirándolo incrédulo, ha sonado muy directo, por poco se me escapa una carcajada — Lo haré, gracias — le sigo hasta la salida donde se detiene como si esperase algún comentario de mi parte..
— Cuidalo Ellie, procura que tenga una buena alimentación, no quiero verlo de nuevo en el hospital, menos con el carácter que se maneja — suelto una risita, procede a acariciar mi cabello con dulzura, le miró sin expresión alguna, no sabía cómo reaccionar en estos momentos — Lo haré, por favor...cuídate — asiente, me besa la mejilla y procede a caminar hacia su auto, le veo desaparecer entre las calles para volver hacia la pieza.
— Te lo dije, y no quieres comprender — cierro la puerta acercándome hacia él, acaricia mi piel bajo la blusa de lana — Deberías experimentar lo que siento al estar sin movimiento alguno, es desesperante — me coloco a su lado observándole.
Aquella mañana en la ducha del hospital, rozamos nuestros cuerpos en el fuego de nuestra pequeña pasión, Dorian ha sido el primer hombre que me hizo sentir tal deseo recorrer mi cuerpo, sus manos me quemaban la piel, sus labios sobre los míos declaraban nuestra necesidad, deseaba consumar esa pasión, por ahora me conformaba con las pequeñas caricias y candentes besos que se dedicaba a darme, mi prioridad era verlo recuperarse.
— Sé lo difícil que es para ti, pero debes seguir las indicaciones para poder salir rápidamente de este estado, estaré para ti — unimos nuestras manos observando lo hermosas que se ven así de juntas. — ¿Sabes? Deseaba poderme sentir así en algún momento de mi vida — su comentario me hace sentir cierta felicidad, deseo que se abra ante mí.
— Lo dices como si fueras un anciano — sonrío, su expresión se vuelve tan dulce, sus expresiones cambiaban cuando nos encontrábamos a solas, como si en cada ocasión saliera de esa zona de confort que suele mostrar a las personas — Cumpliré treinta y dos, no estoy tan joven como tú, hermosa — sus cumplidos hacían tan feliz a mi corazón, sus bellas palabras podían mejorar completamente mi humor..
— ¿Puedo saber cuándo cumples años? — pregunto, realmente curiosa puesto que no tenía posesión de ese dato — El día de Navidad, recuerdo que mi madre solía decir que fui su mejor regalo ese día — la ternura que me genera es increíble, aprovecho cuando gira su cabeza en lo dirección, le beso suavemente transmitiendo el sentimiento.
— Claro que fuiste su regalo más preciado, fuiste su pequeño y siempre tendrás ese espacio en su corazón, donde quiera que se encuentre — mis palabras salieron de lo más profundo de mi corazón. — Eso lo comprendí cuando vi nacer a Marina, en cuanto la tuve entre mis brazos supe que sería la dueña de mi corazón — me acaricia el rostro, cierro los ojos disfrutando de sus caricias.