Indiscreto

Narra (Ellise)
— Te ves guapo, las mujeres te comen con la mirada — caminamos a paso lento por las calles, llevaba puesta una camisa lisa color azul, sus elegantes pantalones de vestir y sus zapatillas perfectamente lustradas — Pierdo el encanto en cuanto me ven las puntadas en la frente y el yeso en el brazo — bromea, sujeto a mi esposo del brazo derecho, caminamos muy juntos el uno del otro, su sonrisa me parece encantadora.

— Sigues siendo muy guapo ante mis ojos, aún con las puntadas y el yeso, aún si te hubiera pasado un auto por encima — añado, ambos soltamos unas pequeñas carcajadas, las mujeres me ven con recelo, sí soy muy afortunada de tener a un hombre lleno de sentimiento — Vaya, que romántico nena.

Estaba extasiada con el sentimiento, pasan mujeres muy bellas a nuestro lado, pero él me sigue mirando con una ternura innata, con la inocencia de un niño.

— ¿A dónde vamos? — pregunta, no había querido decirle a dónde nos dirigíamos, tenía la intensión de ayudarles a los chicos — A la tienda, un cambio de aire te vendrá de maravilla, además no la conoces por dentro — se acerca sin detenerse y me besa la mejilla, el sonido de sus labios juntándose con mi piel me parece magnífico.

— Tienes razón — sin objeciones caminamos tranquilamente hacia la tienda, la cual al llegar está llena de personas en busca de un atiendo en especial, otras miran los escaparates enamorados por nuestros diseños — Ellise — ambos me reciben calurosamente, observan a mi acompañante y lo saludan con cortesía.

— Señor Hesseh, buenas tardes — inicia Louis, estrechan las manos — Dorian, pueden tutearme, ustedes son los amigos de mi esposa — observo a Louis sonreír, me alegra que se lleven bien, en un inicio no parecían hacerlo.

— Toma asiento, ¿cómo te has sentido? Dorian — pregunta Liz ofreciéndole la silla de mi escritorio, le ayudo a sentarse con delicadeza — Estoy mejorando, gracias a Ellie lo estoy haciendo — observo la figura de Louis detrás de mi marido, hace una mueca morbosa que rápidamente me pone colorada.

— Les ayudaré a atender, ¿estarás bien? — asiente, le sonrío una vez más y me dispongo a realizar mis labores.

Narra (Dorian)
El local tiene un aire acogedor, un sin fin de diseños yacen en las vitrinas todas con un corte de elegancia fascinante, sin duda los tres tenían dones en la costura, en el diseño y en las habilidades comerciales. Estuve mirando a Ellise vender con sencillez sus prendas, tiene una fluidez magnífica al hablar, desprende una seguridad envidiable, se ve aún mucho más hermosa.

Es una mujer inteligente, piensa por los de más, eso la hace resaltar.

— No sé qué comprarle a Josefine, estoy verdaderamente indecisa — una mujer mayor observa detenidamente las vitrinas, va a compañada de una mujer más joven que parecía ser su hija — Mamá, no es necesario, Josefine podrá venir a escogerlo — al parecer tenía una lucha interna al no encontrar el vestido, me causó curiosidad la situación.

— Disculpe, ¿puedo ayudarla en algo? — ambas mujeres me miran sonrientes, la mujer más joven de sonroja en seguida — Oh sí, estamos buscando un vestido para mi nieta, está por cumplir años y quiere verse espectacular — sonrío discretamente, esa anciana me causa ternura absoluta.

— ¿Puedo saber cómo es su nieta? — la pregunta las toma por sorpresa, la anciana observa el lugar entero y señala a Ellise en cuanto la localiza — Tiene la contextura de esa bella chica, es igual de delgada y bajita, tiene el cabello negro y los ojos azules — la descripción es suficiente, intento levantarme de la silla con extremo cuidado, camino a mi paso hasta una de las vitrinas.

Puedo distinguir entre los atuendos un vestido que anteriormente, había visto en uno de los diseños de Ellise, un vestido de cóctel color platinado, de corte recto, me parecía una verdadera joya. Por un instante imagino a mi bella esposa vestida con un ejemplar similar, le quedaría de maravilla el color oro, en seda, una belleza incomparable.

— Este parece ser el indicado — le extiendo con cuidado la prenda, ambas lo miran encantadas, he dado justo en el blanco — Es precioso, ¿tiene usted idea quién a diseñado este vestido? — pregunta la mujer más joven, estaba fascinada con el trabajo, asiento ligeramente y dirijo mi mirada hacia Ellise.

— Ellise Hesseh, es una de las obras más maravillosas que ha creado recientemente — comento orgulloso — Es buena en su trabajo, hágame el favor de felicitarla de nuestra parte — la anciana se aproxima a mí y suelta la pregunta del millón.

— Disculpe, pero considero que es un hombre muy apuesto, mi nieta y usted harían una maravillosa pareja ¿Es usted acaso soltero? — suelto una ligera carcajada, sonrío mostrando el anillo de mi mano izquierda, la mujer a su lado se le salen los ojos de sus órbitas. — Mamá, el caballero es casado, de verdad disculpe — avergonzada desvía mirada.

— No se preocupe, pero ahora estoy felizmente casado — respondo con rapidez — Hemos llegado tarde, su mujer es muy afortunada de tener un esposo tan guapo como usted — niego divertido de la situación, la anciana es un caso.

— Yo soy el afortunado de tener a mi esposa, es la mujer más maravillosa — ambas sonríen conmovidas, aquellas palabras habían salido con una dulzura particular, una verdad incontrolable. Las guío hasta la caja, ambas se despiden y me agradecen una vez más, Ellise se acerca a mí curiosa de la situación, aprovecho sin pena alguna besarle los labios, el carmín que los adorna me ha mantenido loco durante todo este rato.

En ese instante, entendí que el amor es como una flor, desde el momento en que la siembras crece conforme a sus cuidados. Ella plantó esa semilla en mí, la ha regado y ahora crece inmensurablemente, gracias a ella.

Narra (Ellise) 
— Desearía saber lo que piensas — Lo miro con detenimiento, mi corazón latía con mucha más fuerza, ese era el sentimiento que causaba dentro de mí — Lo escucharás de mí pronto, escucharás todo lo que tenga que decir — murmura, confusa pero sonriente le besé, justamente él hacía que olvidara el mundo entero, en ese instante sólo podemos existir él y yo.