Nuestro contrato (editando)

Confesiones, Richard.

Narra (Ellise)
Ciertamente mi empatia me llevaba muchas veces a observar la realidad de una persona, podía empatizar de manera negativa en algunas ocasiones, Dorian había sido la primera persona con la que empatizo un dolor de tal profundidad, la presión que se formó sobre mi pecho había sido tormentosa, pasé la noche entera desvelada, observaba dormir a mi esposo boca abajo y me preguntaba constantemente, ¿cómo ha sido su sufrimiento internamente?

Por la mañana despertó temprano, Richard en la última visita le permitió retomar el trabajo, con la condición de cuidarse bajo toda circunstancia, hasta mi hermano era testigo de su agobio hacia su empresa, aún cuando está bajo buenas manos.

Adoro el amor que impregna en su trabajo.

— ¿Qué harás hoy? — pregunta, estoy frente a mi cómoda ajustando mis pendientes, estábamos casi listos para partir — Tengo una cita con un cliente el día de hoy, volveré al trabajo y paso por ti, no quiero verte conducir todavía — me acerco hacia él, arreglo el cuello de su camisa gris, dado el yeso debe usar un tipo de camisa sin mangas, para su comodidad.

— Ellise, estaré bien, disfruta tu día hermosa — besó con rapidez mis labios, le veo terminar de arreglarse desde el baño, se ve terriblemente apuesto.

— Ayer te noté inquieta, ¿segura que estás bien? — me mira una vez estando en el auto, como había mencionado, quería evitar que condujera por ahora, su inquietud me toma por sorpresa — Lo estoy, pensé que estabas dormido — mantengo mi mirada fija en frente, aprieto ligeramente el volante.

— Dormimos juntos, estuviste mirándome la mayoría del tiempo — el sonrojo se apodera de mis mejillas, solía pensar que estaría completamente sumido en su sueño. — Estaba dormido, no muerto amor, sentí tu mirada — sonrío finalmente, es muy hermoso verle descansar, su expresión serena, sus labios entreabiertos, es una delicia.

— Dios mío, diría que das miedo pero, soy yo quien da miedo al observarte cual acosadora — hablo después de un rato de silencio, aparco el auto sobre la entrada principal del edificio, me giro con ligereza hacia su dirección — Me encanta que seas mi acosadora, me gustaría que te quedaras un rato en mi casa, esta noche mi esposa vuelve tarde — bromea, divertida le sigo el juego.

— Es muy tentosa su invitación, pero me comentan que su esposa es algo celosa — esboza una hermosa sonrisa — Ella no lo sabrá — se estira para besarme, le veo bajarse del auto y tomar rumbo hacia la entrada con su maletín en mano, su perfume parece impregnarse en el auto.

¿Cómo es que imaginas tantas escenas de ese tipo? — inicia mi subconsciente.

¿De qué tipo? No tengo idea de qué hablas.

Lo desnudas de mil maneras, incluso te ves dándole placer.

Cállate, me pondré más roja de lo normal, ¿qué le diré a Richard?

Qué su hermana es una pequeña lujuriosa.

Guardo distancia entre los autos, ese auto es nuevo y yo misma me mataría si algo le pasara, es un bonito auto deportivo que Dorian decidió comprar debido a la pérdida del anterior, el accidente no le favoreció en nada. Bajo con la cartera en la mano, camino por el centro comercial observando las tiendas con detenimiento, había llegado temprano de todas formas, no me gustaba hacer esperar por lo que procuro adelantarme.

— ¿Desea ordenar? — observo a la chica de la cafetería, asiento ligeramente con una sonrisa — Un capuchino y un latte con canela — toma la orden y se retira, observo desde el ventanal del local a un hombre con un coche, frunzo el ceño cuando la figura coincide con la de mi hermano mayor.

— Hola Ellie — me levanto, me recibe con un abrazo, miro el coche con curiosidad, dentro yace una niña hermosa de unos tres meses logro calcular — Pedí por ti, un cappuccino — sonríe, adora la bebida desde la juventud, calla unos instantes y toma entre sus brazos a la bebé, me parece realmente tierna.

— Ellise debes conocer a una pequeña personita, te presento a Clarrise, mi hija — la sorpresa adorna mi rostro, por un instante pienso que se trata de una broma, suelto una carcajada con evidente nerviosismo, su expresión seria me pone inquieta — Richard...¿Puedo cargarla? — asiente, con sumo cuidado la tomo entre mis brazos, el dulce aroma a bebé inundó mis fosas.

— Hola hermosa, soy tu tía Ellise, tienes el nombre más bello que pudo existir — acaricio su carita, la pequeña sonríe, me enternece de inmediato — Es el nombre de mamá, quería tener un recuerdo vivo de ella — era hermoso el detalle, no sabía cómo reaccionar durante algunos instantes, al final me causó una inmensa alegría.

— ¿Dónde está su madre? — pregunto, su sonrisa se deforma de inmediato, su mirada se ensombrece — Su nombre era Sarah, murió dando a luz a Clarisse, su cuerpo no resistió al parto — su voz se quiebra, mi corazón se encoge al escuchar su respuesta, al igual que cualquiera aquí presente, había sufrido.

— Rich, lo siento — guardo silencio.

— No te preocupes, estoy retomando mi vida, esa pequeña y tú son mi motor para continuar — tomo su mano signo de apoyo, extrañaba poder hablar con mi hermanito, habían pasado años desde entonces.

Lo siento mucho, he sido una egoísta, tú también has sufrido. 

— Hablemos, quiero saber cómo conociste a Dorian — inicia, observamos a la mesera con nuestros pedidos, dejo a mi sobrina sobre el coche, comienzo a meserla con mi pie — Le conocí en un parque, iba caminando sin rumbo alguno, él estaba sentado en uno de los banquillos de madera, me senté junto a él y la historia comenzó — Richard arquea una ceja, noto su repentino análisis de mirada, Dorian no le convence para nada.

— ¿Ustedes ya se acostaron? — los clientes de las otras mesas posan sus miradas en mi hermano, me pongo roja cual tomate y le indico bajar la voz — Richard, ¿qué tiene eso de relevante? — disimulo mi sonrojo, sentía las mejillas arder.




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