Narra (Dorian)
Me detuve por quinta vez en el espejo observando mi reflejo como un idiota, ahora todo tomaba un estrepitoso sentido y la culpa me consumió rápidamente, Richard Wood, el hombre con el había negociado casarme con su hermana a cambio de su libertad, y como si se tratara de un objeto accedió, la vida había tomado un sentido opuesto al que pensé que tomaría. Ellise llegó a mí esa noche sin siquera saberlo, llorando se resignó a la pérdida. Casarme con ella solo hizo que abriera el amargo corazón que había cerrado hace muchos años atrás, me enamoré de su innata inocencia, de su hermosa pasión por su trabajo, de lo preciosa personalidad, y como un cobarde le mentí.
— Dorian cielo, ya han llegado — mi esposa está sobre el portal de la puerta, me mira con el mismo brillo con el que suelo verla de igual manera, cuando lo sepa no será capaz de perdonarme, era comprensible.
— Ellise, ven acá cariño.
Quiero que me escuches, por favor.
— ¿Qué pasa?
No quería ser así de imbécil.
— Te quiero, mi vida.
Perdóname.
— Lo dices como si te fueras a ir, ¿Estás bien? — acomoda el cuello de mi camisa, me aferro con fuerza hacia su cintura, estaba por primera vez aterrado después de tanto tiempo reteniendo cualquier sentimiento existente.
— Solo no me canso de repetirlo nena —me sonríe una manera mágnifica, me toma de la mano mientras a rastras me hace bajar a la cocina, sobre la mesa está sentado su hermano, en brazos está su hija, una niña muy encantadora y que compartía ciertos rasgos de los hermanos.
— Buenas noches — se levanta dejando en los brazos de Ellise a la niña, aprieta mi mano con una ligera fuerza impuesta, le miro desafiante ya me esperaba esa estupida reacción.
— Te invito a una copa de vino, acompañame — hago un ademán con dirección a la bodega, tendríamos tiempo suficiente para charlar del tema, le notaba distante de su entorno constantemente.
— ¿Le has dicho ya? — suelto un suspiro retirando el corcho de la botella, la única razón por la que tengo una reserva prácticamente escondida es porque detesto que Marina me vea bebiendo, un amargo recuerdo yace interno en mi mente que bajo ninguna circustancia desearía repetir.
— No lo he hecho, ¿Acaso lo harías tú, idiota? — murmuro blanqueando los ojos, conseguía irritarme incluso sólo con su presencia, Richard pega un trago a la copa y vuelve a suspirar cansado, le miro de reojo observando sus movimientos le sentía como una amenaza sospechosamente cercana.
— Esto no puede seguir Dorian, si se entera no nos perdonará a ninguno de los dos, no volverá a hacerlo conmigo — la angustia que recorre sus palabras logra conpadecerme puesto que estamos en la misma situación, por ende tenemos las mismas probabilidades de perder la confianza de Ellise, mi actitud hostil pierde fuerza y deja verse una sensibilidad incómoda.
Te sorprendes a tu mismo, Dorian.
Te has dado cuenta que no pareces conocerte a la perfección como tenías idea.
— Debemos decirle cuanto antes, no quiero que la podamos perder, no lo soportaría y estoy completamente seguro que tú tampoco. Ahora intentemos no actuar como idiotas y hagamos algo al respecto — fue la primera vez que pudimos comprendernos sin la necesidad de la fuerza bruta, Richard me mira divertido ante mi reacción, parece que le asombra la actitud que puedo tomar en cuanto a Ellise se refiere, bufo y vuelvo a posar la botella en su estante aún consternado por mi reciente actitud — Has sido coherente por primera vez en la vida, ahora debemos subir, tengo a una bebé que alimentar — Asiento, subimos a la cocina donde mi hija yacía sentada sobre la mesa dándole lo que parecía ser una papilla a la niña, observo confuso a Lucas quien es atendido por Ellise, me pregunto si Marilyn les ha dejado venir, lo último que quería era una discusión con esa mujer en un punto tan frustrante como este.
— Es jueves — pronuncia, me reprendo por dentro, lo había olvidado por completo, de nuevo un sentimiento de culpa me invadió, había olvidado a mi pequeña nena mientras me veía sumido en mis propios problemas — Hola amor — le beso la cabeza, apenas y me mira, está atenta a la bebé de los llamativos ojos azules, atento a sus movimientos me siento en la punta de la rectangular mesa para degustar la cena que desprende un delicioso aroma a cordero y puré de papá, la mano de mi esposa no tenía comparación alguna, es simplemente exquisita.
Estoy realmente alerta de todo y de todos, Ellise parece cómoda, Marina está fascinada, Richard está igual de inquieto que yo y finalmente Lucas parece estar muy contento a simple vista, sonríe cada que su teléfono logra vibrar.
— ¿No crees que es hermosa? Pensándolo bien...¿Será que podré tener un hermanito, papá? — poco me hizo falta para ahogarme con el agua, busco la mirada de Ellise quien deja escapar una leve risita, el recuerdo de hace unas semanas retorna en mí, ella estaría encantada de ser madre — Sería interesante intentarlo — se sonroja, siento una sombría mirada posarse sobre mí, sabía de dónde provenía y consciente giro mi cabeza hacia Richard quien posiblemente esté pensando miles de formas de asesinarme, sonrío abiertamente consciente de mi exclamación, él no tenía idea de cómo había hecho gozar a su hermanita.
Narra (Ellise)
La cena transcurrió como un rotundo éxito, compartimos con las dos pequeñas quienes nos sacaron más de una carcajada, después de ello Dorian ha estado más cariñoso de lo normal, sin embargo notaba un ligero temor en su mirar. Había tomado una ducha mientras me dedicaba a terminar ligeros retoques del vestido, mientras más lo veía más me enamoraba de tal elegante diseño, si bien recordaba que había hecho uno similar y de un eléctrico color azul, este especialmente estaba diseñado con base a la opinión de mi esposo, un ligero dolor en el pecho me causó molestia, no soportaría que esté vestido fuera para otra mujer.