Nuestro contrato (editando)

Ajustando las piezas restantes.

Narra (Dorian)

— ¿Nos quedaremos con Clarisse? — pregunta Marina, habíamos llegado hace unos minutos a casa, había estado ansiosa por tenerla en sus brazos. Mientras Ellise se encargaba de su ropa, yo me encargaba de su cuna.

— Solo será hasta que Richard se encuentre mejor — respondo posando una mano sobre su cabello, por alguna razón Clarisse suelta una sonora carcajada haciendo que Ellise la mire fijamente.

No comprendo por qué ha estado actuando tan extraño, sus cambios de ánimo me asustan de alguna forma, aún así se niega a responderme con franqueza.

— ¿Escuchaste? Te cuidaré mientras tu padre se recupera, pasaremos el día juntas — le escucho hablarle, acción que causa un vuelco en mi corazón, su corazón es tan grande que no se le ha dificultado compartir su lugar con la bebé.

— Es todo, creo que es hora de que todos tomemos una ducha — siento los brazos de Ellise acoplarse en mi cintura, me giro para recibirla, se mira tan hermosa aún cuando sus ojitos se muestran ligeramente rojos debido al llanto.

No estás sola, Ellise. 
Encontraré a quién haya hecho esto, y se hará justicia aún me cueste la vida.

7:30 pm.

— Y es así como se cambia un pañal — pronuncia mi esposa al lado de mi hija, observa atenta cada movimiento que la pequeña pueda hacer.

— Es más sencillo de lo que creí, Ellie. ¿Sabes? Mi papá no sabía cambiarme los pañales — comenta, una mueca se formó en su rostro al instante que Ellise rompe en carcajadas, blanqueo los ojos evidentemente indignado.

— Por lo general los hombres son así, o pueden ser como mi hermano, aprendió a criar a una niña por si solo — le sonríe, mi expresión se vuelve seria cuando observo que toma a la niña entre sus brazos — ¿No es así, pequeña? — le hace cosquillas divirtiéndola, me recuesto sobre el portal de la puerta, por un instante nunca creí tenerle tantos celos a un bebé.

— Es hora de ir a la cama jovencita, da las buenas noches — ordeno serio, ambas se miran sin entender la situación y deciden encogerse de hombros. No comprendo por qué me siento de esta manera tan extraña, estoy irritado claramente..

Estás muy grande para hacer un berrinche, Dorian — reclama mi conciencia.

La deseo en mis brazos, no me encuentro tan estable como suelo estar, me siento preocupado — finalizo.

— Buenas noches a ambas, hasta mañana — se despide, y toma mi mano interrumpiendo mis pensamientos, le sonrío con ligereza caminando hasta su habitación. Aún a sus doce años, a mí hija le encanta que la arrope como cuando era apenas una niña.

— Descansa cariño, mañana será otro día — me siento a su lado, Marina me observa divertida, como si estuviera releyendo mis pensamientos una y otra vez.

— Te sientes celoso.

— ¿Ah? — expreso confuso.

— Tienes celos de Clarisse, de cómo Ellise parece prestarle más atención, presiento que deseas ser abrazado— su comentario me descoloca, como una niña puede deducir que...

— ¿Por qué lo dices? Sería estúpido que sienta celos de una criatura tan pequeña, es ilógico.

— Papá te miré hace rato, conservas aún ese síndrome de hijo único, ¿Recuerdas por qué el abuelo decía que no quería más hijos?

¿Qué diablos le dijiste a Marina, papá?

— No, no lo recuerdo.

— Bueno decía que, antes de que tú nacieras ya estabas destinado a ser el primer y único heredero en casa, solía decir que eras el niño más mimado que alguna vez conoció — entrecierro los ojos analizando sus palabras, papá solía ser un hombre muy hablador, a veces de más.

— Eso no es cierto cariño. Ahora descansa, buenas noches — me levanto apagando la luz de su recámara, su voz me retiene.

— ¿Papá?

— ¿Si?

— Te amo papá — murmura quedándose dormida, una amplia sonrisa se dibuja en mi rostro ante su tierna declaración.

— Yo también te amo, hija.

Inundado en mis propios pensamientos, me dirijo hacia la reserva del sótano, necesitaba un trago, algo que me liberara de esta preocupación. Los hombres que seguían a Ellise ese día, ahora Richard está herido en el hospital, me preocupa pensar que Marian podría ser la siguiente, no entendía por qué carajos todo comenzaba a empeorar a escasas semanas del juicio. Ya me parecía extraño que Marilyn estuviera tan relajada teniendo en cuenta que nuestra hija permanece en mi casa, con Ellise, cuando no soporta su presencia en lo más mínimo.

— Tres semanas, tres semanas y esto pasará. Estás pensando demasiado — hablo conmigo mismo, muevo el contenido de mi copa para seguidamente beberlo de un trago, el ardor del licor quema mi garganta aclarando mis ideas.

Subo de regreso a la habitación, Ellise parece quedarse dormida de pie con la pequeña en brazos, se ha dormido completamente. Le dedico una corta mirada dirigiéndome hasta ellas, tomo a la criatura entre mis brazos colocándola en su cuna, ahora posicionada al lado de nuestra cama. Ellise acaricia sus hombros ya dormidos, noto sus ojos cansados, y aún así no se apaga su bella sonrisa de su rostro.

¿Qué haría sin ti, belleza?

Narra (Ellise)

— Pensé que tardaría en dormirse, ella sabe que no es su casa — hago una pequeña mueca, siento en Dorian una extraña actitud, como si estuviera preocupado excesivamente, intento creer que se debe a Richard puesto que tenía la misma preocupación.

— Ven, acompañame — le tomo de la mano bajando hacia la lavandería de la casa, cierro las puerta detrás nuestro mientras busco asiento encima de la secadora.

— ¿Por qué estamos aquí? — pregunta desorientado, me causa ternura su expresión, deseaba besarle con tantas ansias. Dorian está enfrente de mí, ahora que estaba sentada sobre el aparato su rostro quedaba frente al mío cómodamente.

— Quería ya sabes...privacidad para nosotros dos, te noto extraño Dorian — acaricio su rostro, cierra sus ojos en un suspiro, termino por atraerlo a mi cuerpo en un abrazo.




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