Nuestro contrato (editando)

La fuerza de un amor.

Narra (Dorian)
Y las horas habían pasado tan pesadamente para mí, mi Ellise había sido secuestrada por la lunática que decía ser la madre de mi hija, nuestra casa permanecía en un oscuro silencio, ya no se escuchaba su voz, no sentía sus caricias, ella simplemente no estaba aquí, conmigo. Marina tendría que irse en menos de una hora junto a la trabajadora social, puesto que ninguno de los dos padres podía tener contacto con ella en las próximas veinticuatro horas antes del juicio, por lo que aquella casa quedaría aún más desolada.

— Papá no me quiero ir, ¿Dónde está Ellise? — mi pequeña envuelta en un insesante llanto me partía el corazón, sus ojitos expresivos habían perdido su brillo desde el incidente de ayer, el miedo que en ella había surgido era en su totalidad culpa de mía y de no poder protegerla desde un principio.

— Pequeña volveremos a estar juntos te lo aseguro, mañana nos veremos en el tribunal y tú preciosa, volverás conmigo, con Ellise y con el bebé — retiro sus lágrimas mientras la envuelvo en ese abrazo paternal, nunca pensé que ser padre sería compartir el corazón con aquella criatura que no tuvo culpa de nada, mi princesa había sido lo mejor que la vida me hubiese regalado.

— ¿Sabes? Cuando naciste y te tuve por primera vez en mis brazos te hice una promesa. Juré que mientras yo tuviese vida, te protegería de todo y de todos, te amaría incondicionalmente y eso es lo que haré hasta que ya no posea fuerzas en mi cuerpo — observo sus bellos ojos, más lágrimas amenazan con salir de estos, aquella confesión había causado un brote de emociones no solamente en ella, sino también en mí.

— Te amo papá, por favor no permitas que me aparten de tu lado, mi vida no sería la misma si tú y Ellise no están ahí — me abraza tan fuerte que causa aquel dolor sobre mi pecho, siento miedo, un miedo que nunca en mi vida pensé experimentar, aquel hombre frío había desaparecido por completo, nunca antes pensé que dos mujeres llegarían a deshacer aquella máscara con la que pretendía ocultar mi dolor.

— Lo estaremos, ahora necesito que seas fuerte Marina, irás con la trabajadora y nos veremos mañana por la tarde ¿Es un trato? — intento buscar su aprobación, una vez se encuentra más tranquila y su llanto ha cesado, asiente con suavidad. Dejo por último un beso sobre su coronilla para disponerme a ayudarle con su equipaje, una pequeña mochila debía contener la ropa suficiente para su estadía.

— ¿Papá?

— Sí, princesa.

— El tío Roger nunca quiso hacernos daño — interviene de golpe haciéndome fruncir el entrecejo, había sonado tan segura de ello y tenía un presentimiento, aquellas palabras no las había dicho al azar.

— ¿De qué hablas, pequeña? — inquiero curioso a su declaración, la niña se sienta de nuevo sobre la cama y deja un sobre blanco sobre mis manos, en el reverso de la carta se observa claramente como Roger había sido el remitente.

— Lee la carta una vez me vaya de aquí, necesitarás entender por qué hizo todo lo que hizo — aseguró en un tono reconfortante, sin saber que aquello sería la disculpa que mi mejor amigo nunca fue capaz de formular, todo aquello que había guardado en sus adentros.

  "Y debo disculparme de ante mano por todo lo que he hecho en este tiempo, sabes por mucho Marina que mi intención nunca fue dañarte pequeña, muy al contrario, busqué la manera de protegerte a mi manera. Es hora de decirle a tu padre que nunca estuviste sola con tu madre, yo siempre estuve ahí para ti, te acompañé cuando sentiste miedo, fui tu consuelo cuando las peleas con tu madre no eran el mejor ánimo, fui yo quien se preocupó por ti cuando estuviste enferma. 
Mi partida es la decisión con la que pretendo no dañar a más personas, no puedo estar en contra o a favor de mi sangre, ni mucho menos del hombre que fue por mucho tiempo mi hermano y mejor amigo, soy un cobarde por huir sin embargo, siempre he deseado lo mejor para ustedes aún cuando el dolor por el que he sufrido me mate por dentro. "

Esto solo es un hasta pronto. 
Atte: Roger Taylor.

Narra (Ellise)

Y aquella llamada de convirtió en mi preocupación andante, Marilyn frente a mí con su teléfono en mano haciéndome escuchar las palabras de Roger, aquel que en un desconcierto no sabía a qué jugaba su hermana. Su voz se escuchaba adormilada, posiblemente porque se encontraba inmerso en el sueño, se había marchado sin despedirse, pocos días después de haberme dado de alta en el hospital, dejando solamente una carta que llegaría a mis manos días después, en ella solo expresó el motivo de su partida como un cambio de panorama.

Huiste de aquí por la indecisión, no pudiste decidirte por tu hermana o tu mejor amigo, y eso lo comprendo querido Roger.

— ¿De qué estás hablando? ¿Dónde estás? — cuestiona, esta vez su tono de vuelve mucho más angustiado, dándose cuenta de la jugarreta que su hermana había trazado para jodernos aún más la vida.

— Escúchame atentamente Roger, rompiste la parte de nuestro trato, y tu bella Ellise pagará las consecuencias de ello. Ahora decídete de una vez por todas, o vuelves a San Francisco y declaras a mi favor, o quédate donde estés y se testigo como esta mujer y tu mejor amigo se derrumban cuando me quede con la custodia de Marina — amenaza sin piedad, parece no importarle su propia sangre, su único objetivo es venganza hacia Dorian aún si su hija deba sufrir por las consecuencias.

— Déjame hablar con ella — pide, la mujer me observa por unos instantes mientras se decide por hacerlo o no, simplemente con desagrado me hace entrega del aparato que sin pensarlo recibo.

— Roger.

— Ellise, ¿Están bien, tú y tu bebé? — pregunta con desesperación, con aquella incertidumbre que dejaba el arrebato de su hermana, su voz solamente me indicaba cuán preocupado le había puesto aquella amenaza.




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