Nuestro contrato (editando)

El Juicio, Parte 2.

Narra (Ellise)

— Entonces...¿Es por ello que Marilyn le tiene tanto recelo a Dorian? — inquiero con la mirada perdida, no encuentro palabras para la confesión que Roger había decidido confiarme, con todo el pesar del alma pero con intensión de buscar una verdadera solución.

— La mentira que mi padre creó para ella no tuvo segundas intenciones, de lo contrario pretendió protegernos de un error suyo — exclama en un suspiro, controlando la ansiedad que ese tema influía en él. Ciertamente el pasado de cada persona refleja los errores que los demás han cometido y que sin darse cuenta, afectan a la persona internamente.

— ¿Por qué no pensaste en las consecuencias? ¿Dime si quiera por qué no pensaste en decirle la verdad? — le tomo de las manos buscando una respuesta coherente a su enigma, un misterio que él no es capaz de comprender, observo que esa mentira le ha persiguido por años y es ahora cuando todas las replesarias comienzan a caer por su propio peso.

— No fue mi intención hacerlo en un principio, tal y como yo había aceptado la realidad pensé que mi hermana debía de hacerlo, lamentablemente no podía pasar por encima a la última voluntad de un hombre desesperado — continúa dejándome helada, ahí encontré la respuesta a mi pregunta, la razón por la cual había ocultado la verdad durante años. Ese hombre sensible y de buen corazón, había obedecido a la última petición de su padre, un hombre que quiso proteger a sus hijos de todas aquellas habladurías que la gente constaría.

— No lo hiciste a propósito...

— Ahora debo hacer frente a la verdad, y aunque el mundo entero hable de ello necesito proteger a Dorian. Mi compañero, mi hermano no debe de pagar por una equivocación ajena, ya sufrido lo suficiente con su propio pasado — se levanta extendiendo una de sus manos, la cual tomo imitando su acción, recordé entonces que aquellos hombres de seguridad y las mueres de limpieza entran constantemente a la habitación sin siquiera tocar.

— Nos verán si cruzamos esa puerta, el personal de la casa...

— Entonces saltaremos — se dirige hasta la ventana la cual habre de par en par, yo por mi parte le observo incrédula de sus palabras. Me encuentro embarazada y aún si no lo estuviera, tampoco consideraría saltar de una ventana.

— Estás loco, Roger. No puedo hacer eso — me quedo quieta en el centro de la habitación, el hombre camina hasta quedar a escasos centímetros de mí y besa mi coronilla con suavidad.

— Es un segundo piso, te voy a sujetar abajo, no le pasará nada al pequeño — asegura posando una de sus manos sobre mi vientre, por último decide lanzarme una sonrisa al mismo tiempo que se dirige de nuevo hasta la ventana.

Roger posa uno de sus pies sobre el marco y sin temor alguno se lanza hacia el suelo sin escuchar el estrepitoso golpe que pensé que se llevaría. Camino asustada hasta la ventana donde le veo acomodarse la ropa con paciencia, como si nada hubiera pasado, mis manos comenzaron a temblar en cuanto observé la altura, a pesar de no ser considerablemente peligroso, temía por mi bebé.

Aún con todo aquel temor sobre mí, puse un pie fuera del marco y me impulso con el otro quedando sentada sobre la seguridad de la ventana. Roger me espera de brazos abiertos dispuesto a recibirme, y después de soltar una súplica al cielo desde lo bajo, decidí soltarme cerrando mis ojos con fuerza, esperando el golpe que jamás llegó. Al contrario, sentí sus brazos tomarme con fuerza, acercándome a su cuerpo mientras yo me aferraba a su chaqueta, al abrir los ojos una sonrisa fue lo primero que observé en él.

— Te dije que no te dejaría caer — me ayuda a bajar, me toma de la mano mientras observamos a nuestro alrededor, no hay rastro alguno del personal. Por lo que guiándome hasta la salida observé su auto estacionado desde lo lejos.

— ¿Dónde estamos? — pregunto en cuanto abre la puerta del copiloto, Roger ingresa tecleando un par de veces sobre su teléfono y enciende el auto.

— ¿Recuerdas la casa de campo de Dorian? Donde fueron hace algunos meses — asentí abrochando el cinturón, el auto se pone en marcha y lo último que pretendo hacer es girar con dirección a esa casa que me retuvo secuestrada.

— Pues es cerca de ahí — expresa y una exclamación de sorpresa sale de mis labios, estamos lejos de la cuidad y el juicio debería de estar finalizando seguramente.

— Estamos a una hora de la cuidad Roger, no vamos a llegar — respondo en angustia, mis dedos juguetean con mi anillo mientras muevo los pies nerviosamente.

— El juicio se extenderá, no quiero asustarte pero tu marido debe de estar en problemas en estos instantes — menciona con una mueca sobre su rostro, instintivamente poso mi mano sobre la suya que yace puesta en la palanca de cambios.

— Debemos hablar de un tema pendiente, Rog — inicio con cuidado, el hombre no despegaba la mirada del frente, el único movimiento que me indicó su impaciencia fueron su manos apretarse contra el volante.

— Ellise...

— Escúchame ¿Quieres?, la última noche que nos vimos te confesaste, y yo quiero darte mi respuesta — al escucharme, Roger aparcó el coche girando su cuerpo a mi dirección, prestando completa atención a mis palabras.

— tú y yo somos tan diferentes, me recuerdas tanto a Dorian a la vez, ustedes dos par de imbéciles han vivido entre el dolor toda su vida, y en vez de buscar una solución han guardado tanto pesar encima. Tú...debes buscar a alguien joven, llena de vida, de ilusión, necesitas a alguien que haga latir tu corazón — sus ojos llorosos me observan expectante, yo desde el fondo de mi corazón empatizo con su dolor, no sabría que hacer si ese fuera mi caso con Dorian.

Él es el amor de mi vida.

— Y solo será entonces Roger, cuando sepas que yo nunca fui el amor de tu vida, fui una ilusión...y te reirás conmigo en ese momento — doy fuerzas mientras tomo su rostro, beso su mejilla y abrazo su cuerpo sintiendo cuanto dolor caía impregando en esas lágrimas, me apreta tan fuerte que tengo la impresión de romper en llanto.




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