Nuestro contrato (editando)

Justa Decisión.

Narra (Ellise)
Era irónico como el hombre de la túnica jugaba con la angustia de las personas presentes en la sala, prácticamente de él dependía la estabilidad emocional de Marina, de su futuro y su felicidad. Sin embargo apreciaba la estabilidad que mantenía Dorian ante la presión del juez sobre él, deseaba correr hasta él y besar sus labios dándole aquellas fuerzas que tanto había prometido darle, para mí es imposible poder hacerlo ahora.

— Debes decirnos muchas cosas Ellise, esa mujer pagará por haberte retenido — susurra Richard a mi lado, observo sus piernas como se mueven sin control. Apenas mantiene la conpostura, y todos en aquel lado de la sala permanecían atentos a las palabras del juez, demostrando a su manera la misma ansiedad de mi hermano.

— Estoy bien Rich, estamos en casa. Ahora lo único que me preocupa es Marina...no sé qué puede pasar ahora — aprieto mis manos nerviosa, intento mantener la calma por mi bebé, por todas esas personas que conformaban mi gran familia, en especial ese valiente hombre sentado en esa silla dando la cara y su corazón por su hija.

— ¿Qué fue lo que sucedió con Roger? — inquiere Liz extrañada de la actitud del hombre, y era de esperarse. Reaccioné de la misma manera y podía comprender el sentimiento, todos habían perdido la esperanza en él.

Eres una pequeña luz Roger, tú mereces algo grande.

— Hizo lo que tenía que hacer, chicos. Dentro de la cobardía hay mucho terreno por recorrer o simplemente podemos hacer frente sin cargar peso sobre los hombros, él se dio cuenta de ello — comento buscando la mirada de los tres, Lucas quien no había pronunciado palabra se encontraba aún atónito por mi presencia, y es que me hace feliz verle estable, su imagen sobre el suelo con su vida dependiendo de un hilo no me había dejado tranquila hasta ahora.

— Nos alegra que estés aquí Ellie, él estará mejor cuando se tengan en frente...desde tu partida ha probado el mínimo bocado, es un hecho de que te necesita más que nadie — Louis hace referencia a Dorian, y dicha confesión me parte el alma. Había prometido estar con él hasta el final del juicio sin embargo, la vida tuvo otros planes para nosotros, de no haber sido secuestrada Roger nunca hubiera declarado a favor suyo.

Estoy sana y salva, esta experiencia solo ha sido un peldaño más.

— Es el hombre más fuerte que conozco chicos, conocí partes de mi esposo que nadie más conoce, experiencias que lo han marcado de por vida y aún así, sigue de pie, derecho y con la frente en alto — aseguro con una sonrisa sobre los labios, mi corazón lo sentía. La valentía es de quien no se deja sucumbir ante la desgracia, crea alegría a través de ella.

— Y ambos son el uno para el otro, conocí a Dorian durante tantos años y nunca en la vida le vi enamorado de tal manera que tu sola ausencia causara en él, una profunda agonía — añade Lucas mirándome atentamente, esa mirada me expresaba sin palabras cuanta felicidad le hace verme, al igual que yo la preocupación fue mutua en el momento de la separación, le tranquiliza verme completa frente a él.

— Tomaremos un descanso y volveremos a la sala a las cuatro en punto, pasaremos a su testimonio y al de la menor — ordena el juez una vez se encuentra abrumado de tanta información, y si bien aquel hombre de tan justos ideales había visto de todo en esta sala nunca antes había podido apreciar caso tan particular en el tribunal de familia.

Sin duda era un caso totalmente sorprendente.

Y con la emoción del mandato, todos los presentes desalojaron el lugar caminando hacia la cafetería, decidí seguir a mi hermano y a los chicos hasta la sala de espera más no observé rastro de Dorian. Mientras todos me abrazaban, yo no desviaba la mirada de la sala del tribunal, la espera se me hacía eterna y no podía soportar estar más sin sus brazos, sin sus labios y asegurarle que todo iba a salir como debía hacerlo.

Ellos quienes notan enseguida mi preocupación acuden a mi llamado silencioso, una sonrisa es la que se forma en el rostro de mi hermano, tan paternal que me recuerda al de mi padre quien a pesar de no conocer había apreciado el parecido en las fotografías familiares, agradecía tanto al cielo por él y porque nunca más me vería envuelta en alguna mentira suya, simplemente habíamos comenzado de nuevo desde nuestro reencuentro.

— Está en la cafetería, vé que nosotros te esperamos aquí — apoya Richard una vez se anima a decir, agradezco con la mirada tomando camino hacia el pasillo que conducía a la cafetería.

El tribunal por más que se dividía en secciones no era capaz de albergar todas aquellas personas ese día, increíblemente los periodistas habían ingresado a las instalaciones con intensión de documentar tan sorprendente noticia, Dorian Hesseh y Marilyn Taylor por la custodia de su hija. Ese era el encabezado que mi mente formulaba con constancia.

Aferro mis manos a mi cuerpo mientras camino a paso decidido, busco entre los rincones su presencia y una vez ingreso a la cafetería todo parece tomar un ritmo más lento. Mientras mi mirada se posa sobre él quien se encuentra de espaldas hacia el ventanal, mi corazón late desenfrenado sobre mi pecho, mis pupilas se dilatan y el rojo carmesí dibujó mis mejillas. Me acerco sin temor a su reacción, y él es capaz de notar mi presencia como si nuestras almas se unieran como lo harían un par de imanes, sus ojos me demuestran cuanto amor desbordan por mí y yo no soy capaz de ocultar mi alegría.

— Ellise...— murmura, y esos escasos centímetros se ven acortados por nuestros labios, una danza suave y rítmica los acompaña. Y esa conexión se hace afectiva, nuestras respiraciones se tranquilizan y nuestros latidos se sincronizan entre sí, buscando esa perfección del alma.

— Estoy aquí mi vida, como prometí acompañarte en esto. Y como una vez te escuché decir, somos como un infinito...no importa qué camino tomamos siempre volveremos el uno al otro — dejo saber sobre sus labios, una preciosa sonrisa se forma en ellos y sus brazos no tardaron en rodearme. Su calor me llena el alma y hace vibrar mi corazón, siento como sus lágrimas caen sobre mi hombro mientras soy testigo de su acto de felicidad.




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