Eleonora, después de una desastrosa cita-donde el chico se metía el dedo en la nariz cada dos segundos- iba caminando maldiciendo a sus amigas y, especialmente, a cupido.
Este último era el peor de todos, ella lo culpaba de todos sus desastres amorosos.
Creía fervientemente en el amor pero, como iba su vida amorosa, terminaría dándose por vencida.
Ella quería un amor como el de sus padres, especial, dulce, lleno de respeto y especialmente amor.
Quería sonreír pensando en esa persona, quería sentirse especial para alguien que no fuera su familia.
Suspirando siguió maldiciendo en silencio y siguió su camino hasta la primer heladería que encontrara, cuando sintió un golpe y su cartera cayó al suelo.
***
Mateo, como todos los días, se despertó con su canción favorita la cual sonaba en la radio.
Él es un romántico sin remedio.
Buscaba a la chica de sus sueños, que sepa entenderlo, escucharlo... Que puedan hablar por horas y no aburrirse.
Todos pensaban que era un idiota, pero él no lo creía así.
Se cruzó con muchas mujeres pero nunca con la correcta. Por un momento pensó que la había encontrado y todo terminó en una gran decepción.
No tenía nada de malo creer en el amor y buscarlo.
Siguiendo con su día, salió y fue caminando hasta su cafetería favorita.
Tan distraído estaba que no se dió cuenta por dónde caminaba hasta que chocó con alguien y escucho cosas caer por todos lados.
Rápidamente ambos se agacharon para agarrar las cosas cuando, de pronto, subieron sus miradas.
Ella lo miró, él le sonrió y juntos supieron que el destino los había juntado, que su encuentro no era solamente una coincidencia.