Ariel, ya había avanzado, muy poco pero algo era algo.
Los doctores dijeron que cinco meses era poco tiempo y que como les habían dicho antes, la recuperación iba a tardar.
Mateo, no se dejaba llevar por la desesperación, hacerlo no iba a servir de nada. Pasaba todos los días a visitar a su hermana, veía en sus ojos el reconocimiento y eso le daba esperanzas.
Con Eleonora todo iba bien, hace pocos días la notaba extraña. Cuando le pregunto que sucedía, ella solo negó y dijo que en su momento se lo diría.
Lo dejo pasar, cuando ella se sintiera listo le contaría fuese lo que fuese.
Y ese momento llego una semana después.
Eleonora se sentía feliz y nerviosa. La habían aceptado para escribir un artículo que le llevaría un año.
Lo único malo es que era en Inglaterra, a miles de kilómetros. Se tendría que separar un tiempo de Mateo.
Ella no quería, ni de cerca, terminar la relación. Era lo más maravilloso que le había pasado, pero su sueño era hacer ese artículo.
Cuando le conto a Mateo, el solo la miro en silencio y sonrió.
Estaba feliz por ella, porque alcance uno de sus sueños. No importaba si se tendrían que separar un año, lograrían la forma de saberlo manejar.
−Lo vamos a lograr, tú tienes que cumplir tus sueños y mientras tanto yo te voy a estar esperando. Nos vamos a ver más veces de las que piensas.
−También está el Skype− sonríe ella, no sabía porque pero sentía ganas de llorar.
−No llores ángel− no se había dado cuenta que lloraba hasta que él se lo dijo y limpio sus mejillas.− ¿Cuándo te tienes que ir?
−En un mes.
−Entonces no pensemos más en eso. Cuando llegue el momento nos vamos a despedir y reencontrar más rápido de lo que piensas.
Después de esas palabras, ambos volvieron a ser los mismos, como si la noticia y el saber que no se verán por un año no hubiese pasado.
Pero si lo hizo.