—¿Qué te sucede cariño? —preguntó, preocupado ante la mirada perdida de su novia—. Podria cambiar de pelicula si esta no te está gustando.
—No es eso, la pelicula está bien— Leyla le sonrió un poco triste. Ella mismo habia planeado una cita con Carlos, irían a ver una película al cine; pero el día acordado le termino pidiendo que no salieran, no se sentia con ánimos y tampoco deseaba contrale sus razones, no queria preocuparlo ni mucho menos involucrarlo.
—No debi pedirte que vieramos películas en mi casa, sabiendo que no te sentias muy bien; pero queria verte— Pudo notar una sonrisa timida en ella, era tan linda cuando actuaba así y eso hacia extrañarla aún más cada día, aunque solo habian sido unos pocos días sin verse.
—Yo también queria verte, por eso vine aquí— desplazó su mano por el cabello de su pareja, enredando sus dedos en el y moviéndolos con suavidad. Carlos cerró los ojos ante el delicado masaje que ella le otorgaba.
—¡Te extrañaba tanto!— susurró aún con los ojos cerrados, sintiendo las manos de Leyla, que ahora se deslizaban por su rostro, recorriendo cada centímetro.
Y en respuesta de esa evidente confesión, posó sus labios sobre los ajenos, presionó con detenimiento, percibiendo lo que sentía Carlos decidió seguir adelante. Enredó de nueva cuenta sus dedos en el cabello de él, movió sus labios con lentitud y anhelo, probó de sus suaves labios y disfruto del momento siendo llevada por su novio, quien ahora marcaba el ritmo del beso.
Ante su repentina pero tan esperada acción, se emocionó en sobremanera, casi olvidando que algo podría estarle pasando a Leyla; y dejando su racionalidad de lado, tomó la cintura de su novia entre sus manos, apretando delicadamente.
El beso pasó de anhelo a necesidad y un deseo creciente entre ellos desde ya varios meses atrás.
Habian estado esperando ese momento con calma, incluso planeaban llegar al día de su boda para respetar las creencias de sus padres, pero ya no pensaban, solo hacian lo que sus cuerpos les pedian.
Leyla soltó un suspiró de satisfacción cuando sus bocas se separaron ante la falta de aire, pudo ver lo rojas que estaban las orejas de Carlos, entendiendo que sentían lo mismo en ese momento, no quiso detenerse tampoco.
Rodo sus brazos hacia su pecho, tocó con timidez y se detuvo en los botones de la camiseta, dispuesta a liberarlos ante la mirada atenta de él.
Sin poder esperar más, volvió a tomar sus labios con una ferocidad desesperada y empujó con su propio cuerpo al contrario, dejándola sobre la cama pero sin detener ninguno de sus movimientos.
Cada beso era un suspiro robado, el anhelo que ambos habian guardado estando a punto de ser saciado por la unión de sus cuerpos que no tenian intenciones de interrumpir lo que se estaba desarrollando.
Sus cuerpos talvez no, pero una inesperada presencia, si.
—¡Por Dios! ¿Qué demonios están haciendo?— La respuesta era casi innecesario, ante la escena que sus ojos presenciaban. La blusa levantada de la muchacha y la camisa desabotonada de su hijo era demasiado, pero el cabello revuelto de ambos y las marcas rojas en los labios, era aún peor.
—¡Mamá! Debiste tocar la puerta—
—¡Muchacho irrespetuoso! Quiero que se arreglen y bajen de inmediato a la sala— La orden era para ambos, teniendo en cuenta como los señalaba con el dedo.
Esa tarde no pasó lo que sus corazones habían estado esperando, el deseo se desvaneció ante los múltiples regaños del Señor y la Señora Sunday. Y a solas, se rieron en confidencia, estaban avergonzados; pero se sentían mejor que nunca.
Podrían esperar un poco más, se amaban lo suficiente para hacerlo.
Editado: 16.11.2024