Caminaba junto a su grupo de amigos, los que no hacian más que esparcir sus rumores y falsedades. Sin esperarlo, se topó con el chico que aceleraba su corazón de sobremanera, y se detuvo a hablarle.
—¿Por qué no me has llamado? No me respondes y me evades— Se quejó, sin importarle que sus amigos escucharán, igual no dirian nada.
—¿Por qué? ¿Todavía preguntas? ¡Qué descaro el tuyo! ¿Acaso no sabes que mi compromiso fue roto por tu culpa?— señaló culpándola de todo, sabiendo que él era el mayor culpable.
Esa vez, solo debia aclarar la situación, pero en vez de eso, hizo que creyera erróneamente en lo que vio.
—¿Mi culpa? ¿Y yo qué hice?— reclamó ofendida, restándole importancia a sus actos.
—¡Me besaste sin mi permiso y sabiendo que Leyla nos observaba!—
—¿Y eso importa?—
—¡Claro que me importa! Yo la amo—
—No digas tonterías. Recuerdo que la primera vez que te bese, no parecías disgustado— intentó acercarse a sus labios, creyendo que él bromeaba
—¡Basta!— no midió su fuerza y la tumbo al suelo, dejándola asustada y sin habla.
Era cierto, pero odiaba que se lo recordase una y otra vez. No tenia excusa, pero afirmaba que habia sido un descuido, uno del cual Anna se aprovechó.
Ahora ella xonocía algo más sobre él, su actitud violenta e incontenible, la cual podría desatarse en el momento menos esperado, sin importar que hubiera público presente. No sabia decir si esa faceta de él le gustaba tanto.
—¿Leyla? ¿Estás aquí?— Para su sorpresa, Leyla estaba a su lado.
—¿Dónde más estaría si no? Estoy justo aquí, a tu lado— sujetó su mano y la acerco a su corazón.
—¿No vas a dejarme?—
—¿Por qué lo haría? Te amo tanto que no podría hacerlo, aunque mi vida dependiera de eso—
—¿En serio? Entonces promételo—
—¡Lo prometo! Pero ¿Por qué estás así?—
—No lo sé, creo que todo fue un sueño—
— Estaré contigo por siempre, no hay de que preocuparse— Una sonrisa se dibujó en su rostro, se sentía aliviado por primera vez en muchos días. Él intentaba acercarla a sus labios; pero ella parecía querer alejarse.
—¡Maldición Carlos! ¡Despierta ya! ¿Qué haces?—
—¿Qué?— Apenas abrió los ojos, se encontro con sus manos sobre el cuello de Oscar, sus caras apenas y tenian una distancia.
—¿Qué demonios intentabas? Me estabas jalando hacia ti ¿Me ibas a besar?— Su expresión mostraba sorpresa y susto, si tan solo los acelerados latidos de su corazón fueran audibles. ¡No queria ni imaginar que pasaria!
—Óscar, ¿Acaso no sabes ver cuando las personas están dormidas?—
—Tú te movías y decías tonterías que ni entendía ¿Eso es dormir?—
—¡Estaba soñando tarado! ¿Y quién te dejó entrar a mi cuarto? ¡Sal ahora mismo!—
—Tu mamá me dejó, tonto ¿Qué haces dormido de tarde?—
—¡Salte ahora si no quieres que me enoje!—
—A mí me parece que ya estás enojado— intentaba molestarlo aún más, disfrutaba ver las reacciones de su amigo, siempre lo hacia.
—¡Te voy a matar si no te desapareces de mi vista!— amenazó recogiendo un par de almohadas listo para atacarlo, jamás lo golpearia, sus amenazas solian ir por el lado divertido.
—Como sea, te espero abajo, no te voy a dejar en este cuarto mientras lloras como un bebé— dijo sonriendo mientras esquivaba una almohada que casi aterriza en su rostro.
Lo que su amigo decía era cierto, había estado llorando por Leyla desde que terminaron y su mamá lo llamó. Conocia de cerca cuan unidos eran, y que quizás seria el único en poder ayudarlo.
Editado: 16.11.2024