—Hija, ¿Qué pasó? —La pregunta fue un vano, porque la chica permanecía callada en un asiento—. —Dígame usted, señorita— pidió inquieto, esta vez dirigiéndose a la enferma.
—El chico que acompañaba a su hija acaba de sufrir un grave accidente y está en la sala de operaciones, su situación es grave, de modo que necesito que su representante venga a llenar unos datos para proceder con la cirugía cuanto antes ¿Podrían contactar a alguien?—
—¡De inmediato!— Tembloroso, rebusco en el bolso de su hija, encontrando su celular y con ello el contacto de la mujer que se habia encargado de su crianza.
—¡Hijo! ¿Donde está? ¿Qué paso?— A los pocos minutos de llamado, la mujer habia llegado con la respiración agitada, traia una bata de dormir y sus ojos no paraban de derramar lágrimas.
—Señora, venga, nosotros le explicaremos —El señor Tzes, fue quien se acerco a ella, ayudandola a sentarse en una silla—. La enfermera me dijo que iban a operarlo cuanto antes; pero su situación es muy grave y no se fue lo que paso.
—¿Qué paso, hija?— zarandeo la mujer, inesperademente haciendo reaccionar a Leyla.
—¡Lo atropellaron, él me salvo apartándome del camino! ¡Dijo que me amaba y luego ese carro...! —Se detuvo e inhaló un poco de aire, parecia agitarse con solo pocas palabras y el aire se le acortaba en cada bocanada que daba—. ¡Todo es mi culpa!
Después de algunas horas esperando, un doctor salió para avisar a los angustiados familiares como había resultado la operación.
—La operación salió bien, aunque no puedo confirmarle que se recupere pronto, ahora se encuentra descansando y no creo que logre despertar en algunas horas.
—¿Puedo pasar a verlo? ¡Por favor necesito verlo!— pidió la Tía Yuni, sintiéndose no poder más con la angustia, necesitaba ver a su pequeño.
—¡Claro, pase!—
—¡Yo también quiero verlo!— pidió Leyla levantándose de su asiento.
—Está bien, pero solo pueden pasar dos personas a la vez— indicó, el doctor.
—Vayan las dos, yo iré a traer un poco de café para calmarnos—
—¡Hijo! ¿Cómo te pudo pasar esto a ti?— lloró nuevamente sujetando la mano de su preciado sobrino. La noticia la habia impactado a mitad de la noche, en medio de su sueño.
—No se preocupe, por favor ¡Él es muy fuerte, estará bien! ¡Lo sé! Y yo me quedaré a acompañarla— intento animar a la mayor, demostrando optimismo, aunque su rostro denotaba tristeza.
—No cariño, mañana hay clases—
—¿Cómo podría ir estando él aquí? No pudo ir a ningun lugar, estaré pensando en él y no podría tener tranquilidad—
—Cariño, necesito que vayas ¿Podrías explicarle a la rectora lo que ocurre? No creo poder presentarme allá por ahora, no con mi niño aquí—
—Entiendo, puedo hacer lo que me pide— lloró y tocó con delicadeza algunos mechones del cabello del chico, quie descansaba en la cama con una expresión calma, lejano a lo que le habia ocurrido.
—¡Por favor padre, avísame cualquier cosa que pase!—
—¡Claro hija, yo te aviso! Puedes ir tranquila— confirmo con seguridad, pero aún no se iria, porque ella esperaba a la Tía de Santiago, habia ido a recoger algunos trabajos que su sobrino debia presentar.
—¡Lo único que hace ese chico es traer problemas!
Nunca debió ver regresado— comento en voz baja, la señora Tzes, quien había llegado al hospital por la mañana para recoger a su hija, estando ya enterada de la situación actual.
—¡Mamá! No vuelvas a decir eso, él no es un problema— saltó de su asiento, sintiendo molestia ante sus desagradables palabras.
—No digas cosas tan horribles, mujer, él incluso le salvo la vida a nuestra hija— Se quejó, su esposo, no podia creer las cosas que decia en un momento como ese.
—Solo digo la verdad, después de todo es tan importante para ti, que decidiste cambiarlo por Carlos— contestó sin pena.
—¡Mamá Basta! Es imposible hablar correctamente contigo, no digas más, te lo pido— dijo manteniendo la poca calma que le quedaba, sentía el corazón adormecido del dolor y su cabeza se limitaba a pensar en el chico que aguarda dentro de esa habitación de hospital. No podia lidiar con su mamá, asi que se salió por los pasillos, siendo seguida por su padre, quien estaba igual de preocupado y molesto.
—No hagas caso a tu madre, solo dice las cosas sin pensar en cuanto puede herir a las personas o lo grosera que puede sonar—
—¡Lo sé; pero no la comprendo! Ella no era así—
—La fachada perfecta de ese chico la ha segado y le da demasiada importancia a las apariencias y a lo que la gente pueda decir o pensar sobre nuestra familia—
—Cariño, dime, Santi ¿Sé confeso? Correspondes sus sentimientos con la misma intensidad ¿Es así?— preguntó, cambiando el tema de forma repentina. Preferia no hablar mas de su esposa, asi la decepción seria menor.
—¡Lo hizo, papá! Y correspondo por igual— Se sonrojó agachando la mirada avergonzada, sintiendo como su padre se reía de ella. Una pequeña risa compartida después de horas de lágrimas incontenibles.
—Él es un buen chico y sabes cuanto lo aprecio. Deseo solo lo mejor para ambos ¡Cuídalo mucho, hija!—
—¡Hija disculpa la demora! Tuve un contratiempo— Respiraba agitada porque había llegado corriendo, sabía que la hora de entrada y no estaba en sus planes retrasar la llegada de la muchacha, mucho menos dejarla a ella y a sus padres pendientes de su sobrino en el hospital, se sentía apenada por dar tales molestias.
—¡No se preocupe, no fue tanto! No tengo problema con esperarla— recogió la maleta del chico y calmo a la mujer con una leve sonrisa.
—Entregale esto a la rectora, porfavor— Le tendió una justificación médica por la falta de su sobrino a clases, indicando un tiempo indefinido.
—¡Lo haré! No tiene de que preocuparse— sonrió, nuevamente en un intento de subirle un poco el ánimo. La mujer no solo lucia cansada, sino también inquieta y asustada.
—Entiendo por qué te quiere mucho, posees un corazón puro y eres tan amable. Mi niño es un chico muy bueno, cuída mucho de su joven corazón enamorado ¿Sí?— pidió con una sonrisa desgastada.
Editado: 16.11.2024