Después de haber intentado matar a Santiago, él enloqueció parcialmente. Se asustaba con mucha facilidad cuando escuchaba sonidos comunes: como el abrir de una puerta o una ventisca de aire chocando en su ventana.
Casi no salía de casa, era una persona joven; sin embargo, ya le habian aparecido un par de canas.
Sus padres se preocupaban por él; pero solo los alejaba cada día más y no permitía que lo ayudasen. Pasaba todas las tardes encerrado en su cuarto y tumbado en la cama sin hacer nada más en todo el día, su madre le llevaba la comida; pero no tocaba la puerta; porque había notado cuanto le exaltaba ese sonido, asi que dejaba los platos al pie para que cuando él sintiera hambre recogiera los alimentos.
Se duchaba y cambiaba de ropa por milagro, revisaba su celular a cada hora, esperando no ver ninguna noticia que lo incriminara, seguía desde cerca la investigación; pero parecía no haber ninguna novedad, eso no lo aliviaba, por el contrario, lo atormentaba .
Óscar intentaba ayudarlo, lo visitaba casi a diario y era él único que podia pasar a verlo, aunque lo único que hacia era acostarse en la cama junto a él y esperar a que se durmiera, de alguna forma su presencia parecia hacerlo conciliar el sueño.
El arrepentimiento no llegaba, no sentía culpa; pero mentiría si dijera que no se había asustado, nunca antes había intentado asesinar a alguien y mucho menos en dos ocasiones. La idea lo perturbaba y la palabra asesino rondaba su mente.
No tenía ni idea de que su plan no se había concretado.
Nadie dudaría de él, procedía de una “Buena familia” heredero de una gran Compañía.
¿Por qué un joven tan privilegiado querría matar a alguien? ¿Con qué fin?
Creia que no podía ser señalado por ese crimen. Planeaba estar escondido por un tiempo, el que fuese necesario para alejar cualquier sospecha, incluso dejaría tranquila a Leyla; pero su amigo lo mantendría al tanto, sería sus ojos fuera de esa oscura habitación.
Las investigaciones fueron retomadas, ya que ahora era considerado intento de asesinato, y para mala suerte del asesino, el cuarto tenía una cámara de seguridad que por su precipitación, ignoró. No se visualizaba el rostro; pero se oía la voz, un punto a favor y uno en contra.
—¿Está seguro de no tener enemigos?— preguntó el Investigador al mando del caso, aquel que ayudó a la señora Yuni ese mismo día, debido a que seguía en el lugar, pudo escuchar las noticias y se acercó de inmediato.
—No lo creo, acabo de llegar a esta ciudad, no he podido relacionarme con otras personas y por ende no tengo amigos aquí. Leyla es la excepción, ya que la conozco desde que éramos niños.
—Entiendo; pero piénselo, ¿Hay alguien que pudiera sentir celos o envidia hacia usted, talvez alguien que tuviera algún resentimiento por alguna acción suya?—
—Si me permite— intervino Leyla, pidiendo permiso para hablar.
—Claro, señorita, puede hablar— el señor Pedro se sorprendió por su educación, tenia una idea equivocada de los jóvenes.
—Santi no tenía enemigos, aunque desde el día que llego no han parado de haber rumores y los chicos del colegio siempre hablan y nos señalan a nuestras espaldas-
—Piénsenlo ¿Alguna amenaza? Por más ligera que haya sido, tienen que decirlo, intenten darme nombres— Insistió convencido de que podía haber que pasaban por alto.
—No lo creo, pase muy poco tiempo en el colegio—
—Claro por el accidente, pero y ¿Usted señorita?— preguntó enmarcando una ceja, ella permanecía en silencio escarbando en sus recuerdos. Por alguna razón no negó de inmediato, sentía que había algo que estaba dejando de lado.
—¿Sabes? Él podría no despertar nunca y tú lo esperas como una tonta, él no volverá ¡Te lo aseguro!—
—¿Cómo puedes asegurar algo que desconoces?-
—El impacto fue demasiado fuerte, está claro para mí—
—¿Cómo sabes eso?—
—¿Cómo no saberlo? Todos aquí han hablado de eso en algún momento—
—¿Señorita? ¿Ocurre algo?— preguntó inquieto ya que ella seguía sin responder y no parpadeaba, incluso parecía estar conteniendo la respiración.
—Tenga más cuidado, señor— indicó mientras sobaba su brazo que había sido golpeado bruscamente por el choque.
—Disculpe, señorita—
—¡Pero qué apuro tendrá para correr de esa forma por los pasillos de un hospital!—
—¡Leyla! ¡Mi amor!— sujeto sus brazos y la miro de cerca atrapando su atención al instante.
—¡Disculpen! Es solo que…— El llanto corto sus palabras y solo opto por tapar su boca.
—¿Recuerda algo?—
—Leyla ¿Paso algo mientras no estaba contigo? ¿Te molestaron? ¿Carlos te hizo algo?— pregunta tras pregunta, estaba preocupado, podía sentir que algo no estaba bien.
—¡No puede ser él! ¿Verdad? ¡Él no es así!—
—¿Hablas de Carlos?—
—Esperen, tienen la grabación ¿Podría verla?— dijo señalando la cámara que se encontraba oculta; pero aún resultaba visible.
—Sí, pero no se puede distinguir su rostro, solo se puede oír su voz— respondió el mayor.
—Solo necesito escuchar su voz, podré reconocerlo si es él— contestó con convicción.
“Espero que no sea él, por favor que no sea él, ¿No podría hacer algo como esto? Solo habla de más; pero no es capaz de hacer algo tan horrible ¿Verdad?"
Editado: 16.11.2024