Nuestro destino es amarnos: Primer Reencuentro

Capítulo 25

Este era un día especial para Santiago, ya que le tenía una sorpresa a Leyla, expresaría con toda sinceridad sus sentimientos por segunda vez, pero esta vez con una mejor planeación y en una mejor circunstancia, los nervios afloraban ante tal escenario y la emoción secundaba en él.

Era una noche fresca, había una leve ventisca que relajaba el ambiente, las estrellas brillaban sobre el firmamento e iluminaban la desolada noche, donde un joven esperaba con cierta inquietud.

Leyla estaba tardando, en esta ocasión no estaba segura de como alistarse, su novio le había dicho que sería una cita especial, estaba tan nerviosa porque había sentido la seriedad en sus palabras, notó que había algo más en esa invitación y que esa noche sería memorable.
Después de varios cambios, se decidió por un vestido corto en un tono pastel, era sencillo; pero hermoso, de mangas largas y el cuello bajo, aplico un maquillaje leve sobre su rostro, y arregló su larga melena rizada, colocando en ella unas pequeñas vinchas en forma de mariposas que adornaban su cabello.

—¡Hija, apura! ¡Mira como demoras!— dijo al ver a su hija aproximándose—. —¡Al pobre Santiago ya le han de ver salido raíces!— comento mientras apreciaba la belleza de su amada hija, su rostro desbordaba alegría y no podía estar más feliz de saber quién lo causaba.
—Leyla ¿A dónde vas a esta hora tan arreglada?— pregunto la madre, casi segura de la respuesta.
— Tengo una cita con mi novio— respondió simple, sabia que su reacción sería peor si se lo nombraba, así que lo evitaba.
—¿A esta hora? Me parece que no es hora para andar en la calle y mucho menos con un chico— increpo en tono desafiante.
—Mi papá me va a llevar y también pasará a recogerme, no hay de que preocuparse—
—Repito por si no entendiste. No me importaría la hora ni que salieras con un chico, si se tratase de Carlos, el sí era adecuado y de mi entera confianza—
—Este chico es mi novio y Carlos ya no es nada, deja de repetirme lo perfecto que creías que era, porque no lo es— abrió la puerta de la casa observando a su padre, quien ya estaba dentro del carro, hablando por teléfono. Hace tiempo que habia empezado a ignorar a sus esposa, no le veia sentido pelear cada dia por el mismo tema.

—Hola hijo, ¿Cómo va todo?— pregunto por llamada, mientras esperaba a que su hija saliese de la casa.
—Todo está listo, solo necesito que me avise cuando ya llegue—
—Todo va a salir bien, no te preocupes por eso—
— Agradezco su apoyo incondicional, no lo voy a defraudar—
—De ahora en adelante te confió a mi hija, cuídala mucho—
—Gracias, así será, la protegeré y me esforzaré para hacerla muy feliz— Se podia escuchar con claridad como el chico lloraba al otro lado de la línea. Santiago sentia un gran apoyo del hombre que lo vio crecer y que siempre lo quiso como a un hijo.
Su padre biológico había fallecido hace muchos años junto a su madre, fue una gran pérdida, aun así no podía quejarse, tuvo a su lado a dos adultos que cuidaron y lo amaron como a un hijo, su tía y el señor Tzes, estaba más que agradecido de aquello.

—¿Estás llorando hijo? ¡Calma, está bien! Todo resultará de maravilla— ánimo, no pudiendo contener unas cuántas lágrimas de emoción.

Segundos después llegaron al lugar propuesto, Leyla se despidió de su padre y bajo del carro, encaminándose dentro del lugar, un poco preocupada por lo que fuese a pasar.

El lugar de la cita se trataba de un parque donde solían ir ambos cuando eran pequeños, Santiago aún lo recordaba, eso era conmovedor.
Todos los recuerdos de su infancia se encontraban en ese sitio y surgían los momentos preciosos donde compartió con un niño encantador y de gran corazón.
Todo estaba oscuro, hasta el punto de que le era imposible ver más allá de unos árboles y bancas, se encontraba un poco asustada por la falta de iluminación y lo desolado que estaba allí, pero le calmaba saber que él la estaria esperando detrás de esa oscuridad.

Al instante, las luces empezaron a alumbrar, el lugar se iluminaba de a poco, lucia de ensueño, era como estuviera en el pasado, pero había algo diferente, parecía estar arreglado para una ocasión especial.

Las luces brillaban en dos tonos similares que se mezclaban entre sí, el rojo y rosado, tonos vibrantes que reposaba en el juego más grande situado en el centro del parque de atracciones, pequeños bombillos amarillos colgaban de unas cintas que se enganchaban de un árbol a otro, estos decoraban e iluminaban el camino donde pétalos de rosas se encontraban desparramadas en el suelo, pero en un perfecto estado y orden calculado con detalle.

—Es muy hermoso, ¿Pero qué es todo esto? —Se pregunto a si misma mientras seguia el camino que le era señalado—. —¿Acaso había un evento?— Dudo por unos segundos, pero no había nadie más, solo ella.
No muy lejos logro divisar un letrero con hojas blancas de tamaño medio, paradas en un caballete de madera, se acercó por curiosidad y leyó el mensaje que allí radicaba.

"Hola mi amor" La primera hoja era un saludo, en este punto entendía que estaba en el lugar correcto.
"Ya sé, Ya se"
"Te has de estar preguntando"
"¿Qué es esto? ¿Acaso había un evento?" No pudo evitar reir ante la pequeña adivinanza de su novio.
"Pues no, todo esto lo planee yo"
"Con un poco de ayuda, por su puesto de papá" Sonrió enternecida, era obvia la participación de su padre.
"Todo es por ti y para ti"
"Tengo algo importante que decir"
"Ven rápido, no creo poder esperar más"

La última hoja había revuelto su estómago, los nervios volvían, pero las ganas de descubrir que tenía que decir eran aún más grandes y avasalladoras. En segundos, dejo los nervios y preocupaciones a un lado, lista para salir corriendo tras él, con la misma ansiedad con la que su novio la esperaba.
Unas flechas indicaban el camino hacia la derecha, donde el camino era alumbrado por las mismas bombillas del inicio.




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