Nuestro destino es amarnos: Primer Reencuentro

Epilogo

Habían pasado ya un año y dos meses desde el día de la propuesta, esperaron hasta poder graduarse y empezar sus estudios superiores en la universidad, constaban de un trabajo y tenían sus horarios bien organizados. Ambas familias se unieron para planificar los preparativos de la boda con antelación, aunque en realidad los únicos colaborando eran la Tía Yuni y el padre de la novia. La señora Tzes a regañadientes ayudaba a tomar pequeñas elecciones, la ilusión en ella era inexistente. Aquello, indudablemente, tenía muy desanimada a la novia.

Por otro lado, Carlos no había vuelto a aparecer ni se había encontrado una nueva pista sobre su paradero, seguía desaparecido, después de todo había decidido ser un prófugo y no pagar por sus errores. Del mismo modo, Óscar había desaparecido de un día para otro, su madre denuncio su desaparición, aunque lo más probable parecía ser era cómplice y ahora se encontraban en su junto a él.

El día tan esperado, había llegado en un abrir y cerrar de ojos. Ambos, ahora, se encontraban arreglándose para su boda, mientras los nervios tomaban el protagonismo. Sus amigos habían viajado desde lejos solo para estar ahí y apoyarlos en ese día, que aunque a pesar del tiempo que pasaron alejados, habían mantenido contacto y el cariño permanecía intacto.

—¡No puedo hacerlo! ¡No puedo!— se quejó Leyla nerviosa, mientras caminaba en círculos sosteniendo la larga fada de su vestido.

—¿Qué sucede? ¿Estás arrepentida? —preguntó preocupada—. —Porque en ese caso puedo ayudarte a escapar— dijo casi susurrando.

—¡Cállate! ¿Qué dices?— Leyla le dio un suave golpe en el hombro, horrorizada ante la propuesta de su amiga.

—Era broma, tranquila, jamás haría algo como eso. Santi también es mi amigo—

—¡Me asustaste! Pensé que hablabas en serio— suspiro aliviada y con un poco menos de nerviosismo.

—Claro que no, solo quería bromear porque te veías muy nerviosa—

—Lo estoy, supongo que funciono, ya no me siento tan nerviosa— sonrió ante la repentina idea alocada de su amiga.

—Me alegro, pero no debes preocuparte tanto, una vez que llegues al altar y veas a Santiago, todo lo malo pasara, créeme— Le sonrió confiada de sus palabras, entendía bien el sentimiento.

—¿Fue igual cuando te casaste?—

—¡Por supuesto! Me sentía tan asustada hasta que pude encontrarme con su mirada, me dio tanta seguridad y, pude darme cuenta de que nos sentíamos de la misma manera—

—Amas mucho a Martín ¿Cierto?—

—Cierto— sonrió, extrañando de repente a su esposo.

En otra habitación se encontraba el novio, ya preparado. Él se sentaba y levantaba del asiento tantas veces que ya ni su amigo llevaba la cuenta exacta, solo podía sentirse inquieto al ver el comportamiento de Santiago.

—¡Para hombre! Me estás poniendo demasiado nervioso—

—Estás exagerando, yo estoy muy tranquilo— dijo aun sin detener sus movimientos.

—Eso se nota —Lo detuvo y consiguió hacer que se sentara—. —Vas a sudar de tanto moverte, ahora quédate tranquilo— Más aliviado de verlo quieto, fue en busca de un pañuelo para secar pequeñas gotas de sudor que brillaban en su frente.

—Lo admito, me siento muy nervioso ¿Esto es normal o es que estoy a punto de morir?—

—¡Por supuesto que es normal! Este es el paso que debes de dar antes de una vida junto a ella, después de esto, solo serán ustedes dos, formaran un hogar y los días felices no serán escasos—

—Gracias, creo que me siento mejor— esbozo una sonrisa, proyectando las palabras de su amigo, estaba listo para dar el paso, y no podía ser más feliz.

—¿Sabes? Me sentía igual que tú. El día de mi boda, al verla con su vestido de novia, no pude dejar de llorar, los invitados se alarmaron un poco y Cristina lloro conmigo, el sentimiento fue abrumador y la contagié, a pesar de eso todo salió bien y fue un día memorable—

—Siento mucho no haber podido acompañarlos— Realmente lo lamentaba, pero en esos tiempos su tía había enfermado de gravedad y estuvo acompañándola cuando fue internada en el hospital. Para su alivio, en ese momento vivían en la misma ciudad y había podido ir a verlos dos semanas después.

—No te preocupes por eso, la Tía Yuni te necesitaba y jamás te culparía por haberte quedado con ella—

— Muchas gracias por haber venido, en serio lo valoro. Y sé que para Leyla es igual— Era incluso mas significativo para la novia que sus dos amigos de la infancia, quienes ahora eran esposos estuvieran acompañandolos en un dia tan especial, mas aun cuando ella no habia podido verlos desde que se mudaron al extranjero, un año despues de la despedida de Santiago. Al fin se habia reencontrado el grupo de amigos, despues de tantos años. Ahora no como niños que compartian tardes de juegos, sino como adultos comprometidos, con responsabilidades y con un hogar formado, o a punto de formar.

—No podríamos perdernos de la boda de nuestros queridos amigos— Lo abrazo dejando unas palmadas sobre la espalda de Santiago.

Después de la pareja ser animada por sus amigos, dejaron a un lado los nervios y salieron preparados, ya más aliviados. La ceremonia se iba desarrollando con éxito.

“Si acepto”




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