A veces no todo es como planeamos, simplemente sucede y hay que adaptarse.
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SILVANA HUDSON
Uno, dos, tres… El sonido emitido por las manecillas del reloj se intensificaba con frecuencia, y con cada instante que transcurría, causaba arritmias en mi corazón. Pensé que él me amaba, que en serio su alma se aceleraba, sintiendo ese ritmo de emociones que salen a mostrar, pero todo era una farsa. Me percaté cuando lo vi con ella, haciendo lo mismo que hizo conmigo o que, al menos, me prometió.
No estoy segura de quién era quien recibía las migajas de amor, si ella o yo, pero sin duda no me fueron suficientes, porque no quedé satisfecha con este supuesto “amor” que una basura como él me ofrecía.
Doy otro sorbo a mi nariz. Ya la tengo toda lastimada de tanto llorar por ese tarado. Cuando creo que no voy a sacar más llanto, ahí salen de nuevo los recuerdos dolorosos. Por esta razón, lo mejor que hice fue borrar de mi cerebro por una milésima de segundo.
¡No funciona!, debo olvidarlo por más tiempo.
—Silvi, no puedes sumergirte en el sufrimiento, comprendo que ese monstruo te dejó de una manera muy desagradable, aunque eso no te quita el ser mi hija y te quiero —tomó mi mano con dulzura, algo está ocurriendo.
—Mamá, veo que no entiendes nada del amor —acomodé mi cuerpo entre la gruesa cobija de la cual me he aferrado desde mi ruptura.
Acaricia mi cabeza mientras mis mejillas están chocando con mi almohada.
—Vamos a salir un rato hija, tengo un evento que puede gustarte, el hijo del señor King pretende casarse hoy y, eso puede hacer que despejes tu mente —sacude mis brazos para intentar levantarme de la cama, pero no lo logra.
Lo sabía…
—Paso, mamá, no voy a ir. Llevas desde la mañana insinuando salidas, debiste ser directa, de todos modos te iba a decir que no —suelto de mala gana y haciéndole un puchero.
Cubro mi rostro cuna vez más como barra protectora y ella me lo quita de inmediato.
Le observo extendiéndome un vestido de lentejuelas color blanco perla y mi rostro refleja todo lo que le quise decir sin necesidad de abrir la boca.
No es que el vestido sea malo, si no, ¿cómo iré a esa boda con este color en la vestimenta?
—¿Qué opinas acerca de ese vestido que lo observas de esa manera?, ¡es asombroso!, todo el dinero que tenía trabajando para los King lo utilicé en esto, la hija de mi jefe me brindó ayuda, así que no te atrevas a decir que no a tu madre o hablaré con mi jefe para que te pongas a trabajar como aquel día.
—No tengo opción, ¿cierto? —Afirma con su cabeza.
—Yo, Silvia Hudson, te pondré hermosa.
Hago una mueca de mala gana y su mirada es penetrante y asesina.
«Prefiero acceder sin quejas».
Me toma del brazo para levantarme a la fuerza y corro a ducharme de inmediato, no quisiera desanimarla, eso se debe seguro a que estuvo limpiando y preparando todo el espacio de la boda.
Ella trabaja para esa familia millonaria de los King. Me sorprende que el segundo hijo de ellos ya vaya a casarse. Siempre lo noté concentrado en su trabajo, ¿en qué momento se enamoró?
Si es que esa cosa se enamora o sabe que es ese término. Me parece insoportable.
—¡Date prisa que faltan más cosas! —Ruedo mis ojos tras escuchar su presión.
—¡Ya voy a salir!
En unos minutos termino y me mira con dulzura, tanta que me aterra. Comienzo por vestirme con las pocas ganas que me quedan.
Mi madre trae a una chica luego de ponerme el vestido; a juzgar por todo lo que trae encima en sus bolsos, es maquillista.
—Ni loca voy a maquillarme. Con el dolor que siento en el pecho, seré encargada de la parte de actuación en la boda de tanto llorar y el maquillaje hecho un desastre.
Cruzo mis brazos, renuente a lo que planea.
—Vamos, hija, esto es bueno para ti, si vas a hacer las cosas, hazlo completo. Así que deja de quejarte y hagamos todo como va. Luego no querrás irte del lugar.
—No es como que quiera ir a esa boda de porquería… —Mascullo entre dientes, pero eso fue audible para mi madre.
—¿Qué dijiste, niña? —río.
—E… Era broma, mamá.
Comienzan a hacerme el trabajo hasta que luego, me coloco el famosísimo vestido que, en serio, es una maravilla. Resalta mis curvas a la perfección y, pareciera como si fuese la novia de hoy.
—Madre, qué extraño me resulta que en esa celebración matrimonial permitan que más personas vayan de blanco — observa a la maquillista con seriedad.
—¡Ay, hija!, bien sabes que ya no es lo mismo de antes. Ahora todos van como se les plazca a los novios en la boda y dijeron ese color, ¡deja de estar cuestionando y terminemos con esto de una buena vez! —Golpea mi hombro y me quejo.
—No seas agresiva con tu pequeña e inocente hija —emito un puchero—, haré todo en silencio y seré obediente, ¿de acuerdo?, además, ¿Willow va a este evento?
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Editado: 17.08.2025