El sol apenas asomaba cuando sentí a Colyn moverse en la cama, entre Cody y yo.
—Mami… —susurró con voz pastosa, todavía algo ronquita, pero ya no con ese quejido febril del día anterior.
Abrí los ojos de inmediato y le toqué la frente. Estaba tibio, pero no ardía.
—¿Cómo te sientes, mi amor?
—Mmm… quelo agüita… —dijo mientras se frotaba los ojitos con las manos pequeñas.
—Eso es buena señal —susurró Cody desde el otro lado, girándose para abrazarlo.
Colyn se acomodó entre los dos con su dinosaurio bajo el brazo, pegando su cara a mi pecho.
—Dino también cansao… —balbuceó.
Sonreí, aliviada por primera vez desde el día anterior.
Una hora más tarde, Colyn tomaba agua con sorbitos pequeños desde su vasito de entrenamiento mientras miraba caricaturas en pijama. Se veía pálido, pero su energía iba regresando poco a poco.
—No voy a ir a la universidad hoy —dije, sentada en la alfombra con él—. No quiero dejarlo solo otra vez.
Cody salió de la cocina con dos tazas de café, me pasó una y se sentó a mi lado.
—Pensaba lo mismo —murmuró—. No quiero moverme de acá.
—¿Y tu papá?
—Él puede sobrevivir sin mí un día —respondió, besándome la mejilla—. O eso pensaba decirle...
Justo entonces, sonó su teléfono.
Lo tomó, miró la pantalla y frunció el ceño.
—Es Anna la secretaria de papá. Espera.
Se levantó y contestó mientras salía al pasillo.
Yo me quedé abrazando a Colyn, que había empezado a jugar con su peluche, todavía algo lento, pero animado.
Pude escuchar el silencio raro desde el pasillo. Ese tipo de silencio que se siente en el estómago.
Unos segundos después, Cody regresó con el rostro completamente diferente.
—¿Qué pasó?
—Es mi papá. Está en el hospital.
Mi corazón dio un vuelco.
—¿Qué? ¿Qué le pasó?
—Un ataque. O algo parecido. No saben bien todavía. Está estable, pero… —hizo una pausa, pasándose la mano por el cabello—. Tengo que ir.
Me levanté enseguida, sin soltar a Colyn, que me miraba con sus ojitos atentos, como si supiera que algo no estaba bien.
—Ve, Cody. Nosotros estamos bien ahora. Anda, y me avisas cualquier cosa, ¿sí?
Él asintió, pero antes de irse se agachó y besó a Colyn en la frente.
—Papi vuelve pronto, campeón.
Colyn lo miró con expresión seria y apenas dijo:
—No papá triste…
Cody cerró los ojos por un segundo. Lo besó otra vez y salió.
Yo me quedé ahí, sentada en el suelo, abrazando a Colyn mientras la puerta se cerraba.
Sentí un nuevo tipo de miedo nacer en el pecho.
Uno distinto al de ayer.
Uno que tenía que ver con pérdidas, con padres, con el tiempo que no vuelve.
Editado: 03.08.2025