Nuestro Futuro. ¿embaraza? La Nerd

Capítulo 13: El peso de la ausencia

Narrado por Cody

Desperté con un nudo en la garganta antes incluso de abrir los ojos.
Sabía.
Sabía que había pasado.
Ya no era una pesadilla.

Abrí los ojos y lo primero que vi fue el techo de la sala. Estaba tirado en el sofá, cubierto con una manta… pero el frío estaba dentro de mí, no fuera.

El silencio de la casa se rompía solo con un murmullo suave: la voz de Anny cantándole algo bajito a Colyn.
Me levanté despacio. El suelo frío bajo mis pies me hizo estremecer, pero más frío se sentía el vacío en mi pecho.

Caminé hasta la cocina y ahí estaban.
Anny tenía a Colyn sentado sobre la encimera, dándole de beber un juguito con una pajita. El pequeñín me vio y sus ojitos se iluminaron como si acabara de ver el sol.

—¡Papiii! —balbuceó, abriendo los brazos.

Me acerqué y lo abracé fuerte, sintiendo cómo su cabecita encajaba justo en mi cuello.
—Buenos días, peque.

Zoe apareció detrás mío, con el cabello despeinado y una taza en la mano. Me miró, dejó la taza a un lado y me abrazó.
—Lo siento mucho, Cody… —susurró, apretándome un poco más antes de separarse.

Luego se acercó a Colyn y lo tomó con cuidado.
—Vamos, campeón, hora del baño.

—No, titi… no banooo… —protestó, aferrándose a mi cuello con esas manitos chiquitas.

Sonreí y lo abracé más fuerte.
—Ve con tía Zoe, yo voy enseguida —le prometí.
Él me miró con un puchero, pero al final se dejó llevar, murmurando un “papi ven” que me atravesó el pecho.

Ese abrazo… era lo único que me sostenía.

—Ya empezó todo, ¿no? —susurré.

Anny me abrazó con fuerza, apoyando su barbilla en mi hombro.
—Sí… pero no estás solo, mi amor. Estamos aquí.

Asentí. Y con eso, comenzó el día más largo de mi vida.

La funeraria. El tipo hablándome de ataúdes como si me ofreciera paquetes de vacaciones.
La iglesia. Las flores. El anuncio público en redes.
Documentos. Firmas. Decisiones.
Y en medio de todo eso, mensajes del director ejecutivo interino de la empresa preguntando:
“¿Cuándo puede asumir el control, señor Montealva?”

¿Asumir el control…?

¡Ni siquiera había enterrado a mi papá!

—Cody, tenés que comer algo —me dijo Anny mientras firmaba unos papeles que no sé ni qué eran.

Negué. No podía. No me bajaba nada.
Estaba vacío por dentro, cargado por fuera.

Hasta que escuché la voz.
Esa voz.

—¿Dónde está mi hijo?

Me giré.

Y ahí estaba.
Con su vestido de diseñador, gafas oscuras, y ese perfume caro que siempre llegaba antes que ella.
Mi madre.

—Cody… cariño…

No podía hablar.
Solo la miré.

—Lo siento tanto… vine tan pronto como pude. Estaba en París…

—Claro —solté con amargura—. París. Como siempre.

Ella frunció los labios, molesta por mi tono, como si esperara otra cosa. Como si tuviera derecho.

—No me hables así, Cody. Yo también estoy sufriendo…

—¿Sufriendo? —me reí, sin humor—. ¿Sufriendo por quién, mamá? ¿Por el hombre al que no viste en los últimos tres años? ¿O por los regalos que ya no vas a poder mandar desde la distancia?

Anny intentó tocarme el brazo, calmarme… pero ya estaba dicho.

—Tú no estabas. Nunca estabas. No sabías nada de papá. No sabías si estaba enfermo, si se sentía solo, si comía… nada.

—Yo ayudaba desde donde podía, Cody…

—¡No queríamos tu ayuda, mamá! ¡Queríamos a ti! —grité.

El silencio en la sala fue inmediato.
Ella retrocedió un paso.

—Tú te fuiste. Y ahora vienes aquí a fingir que estás de luto cuando ni siquiera sabes cuál era su plato favorito.
Ni el segundo nombre de tu nieto.

Nota:
Perdonen la hora, pero de verdad no podía aguantar hasta mañana para publicarles este capítulo. Tenía que sacarlo ya, porque la escena me estaba quemando en las manos y sé que muchos la estaban esperando.
Fue intenso de escribir… y confieso que me costó más de lo que pensé, pero Cody necesitaba que su voz saliera así, cruda y sin filtros.



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En el texto hay: humor, romance, adultos

Editado: 16.09.2025

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