Nuestro Futuro. ¿embaraza? La Nerd

Capitulo 20: Mi casa, no era mi casa.

Narrado por Anny

El día siguiente amaneció más tranquilo de lo que merecía.
El cielo estaba limpio, el sol se colaba entre las cortinas, y Colyn dormía sobre mi pecho con una paz que me rompía el alma.

Lo vestí con cuidado, preparé su mochila, y Zoe me acompañó a la universidad.
Desde que comenzó este caos, Zoe prácticamente vivía conmigo.

Pero cuando regresamos…
Mi casa… ya no era mi casa.

—¿Qué… qué está pasando? —preguntó Zoe, mirando al frente.

Yo me quedé paralizada.

Hombres entrando y saliendo.
Cajas moviéndose de un lado a otro.
Una camioneta negra estacionada justo frente a la puerta.
Ruido, voces, desorden.

Y en medio de todo, Fernando.
Traje impecable. Expresión de piedra.

Nos vio y caminó hacia el auto que siempre me llevaba a todas partes.
Abrió la puerta y, con la cortesía de un recepcionista de hotel, dijo:

—Bienvenida, señora Montealva. Le presentaré al personal.

¿Personal? —pregunté, sin entender del todo.

—Sí. El señor Montealva lo dejó todo aprobado. Comenzaron hoy.

Y entonces empezó el desfile.

—Ella es Carmen, ama de llaves. Encargada del orden y funcionamiento interno de la casa.
—Él es Juan, jardinero.
—Mateo, seguridad interior.
—Valeria, cocina.
—Beatriz, asistente de compras.
—Sofía, encargada de Colyn si usted necesita descansar o salir.
—Y estos señores son del equipo técnico. Finalizando la instalación de cámaras de seguridad.

Yo no podía respirar.

Zoe tampoco.
Solo miraba todo con la boca entreabierta.

Y Colyn…
Mi pequeño se aferró a mi cuello y empezó a llorar.
Fuerte.
Asustado.

Mi bebé.
Llorando porque tampoco entendía qué estaba pasando con nuestro hogar.

No sabía qué hacer.
Ni siquiera si tenía permiso de hacer algo.

—¿Señora Montealva? —preguntó Fernando al notar mi inmovilidad.

—¿Esto es una broma? —alcancé a decir, con la voz rota—. ¿Cody aprobó todo esto? ¿Sin decirme nada?

—Por supuesto. Ayer por la tarde, Renata envió todo lo que usted y el niño necesitaban.

Todo se me dio la vuelta.
Cada pared, cada rincón, cada espacio de mi casa tenía ahora una etiqueta, un propósito… y un desconocido a cargo.

Yo ya no tomaba decisiones.
Ni siquiera elegía la hora del desayuno.

Cody estaba construyendo un mundo.
Uno donde yo solo parecía… una invitada.

Subí las escaleras sintiendo que no eran las de mi casa.
Colyn seguía llorando abajo con Zoe, pero yo no podía sostenerme más.
Tenía que subir.
Tenía que respirar.

Me encerré en nuestra habitación, recostando la espalda contra la puerta.

¿Dónde estás, Cody?

Me senté al borde de la cama y marqué.

Llamada saliente: Mi Chico Lindo💙

Primer intento...
Nada.

Segundo intento...
Tampoco.

Tercer intento...
Solo el buzón.

Cuarto intento.

Mi corazón latía con rabia.
Con impotencia.

Quinto intento.

Nada.

Apreté el teléfono con rabia, los ojos ardiendo, pero sin lágrimas que quisieran caer.

Busqué ese número.
Ese maldito número que ya empezaba a odiar.

—Buenas tardes —respondió la voz firme e impersonal.

—Renata.

Silencio breve.

—Señora Montealva.

Fría como siempre.

—Quiero hablar con Cody.

—El señor está en una reunión con un cliente muy importante, no puede contestar ahora.

—Pero necesito…

—Le daré su recado cuando salga de la reunión. Lo que necesite puede pedírselo a Fernando. Que tenga buen día.

Y cortó.

Sin esperar.
Sin escuchar.

Me quedé mirando la pantalla, viendo cómo el teléfono marcaba llamada finalizada.
En mis manos, el temblor de no poder hacer nada.



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En el texto hay: humor, romance, adultos

Editado: 16.09.2025

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