Nuestro Futuro. ¿embaraza? La Nerd

Capitulo 27: Intenciones.

📖 Feliz Día del Lector 📖
Ustedes son esa magia que convierte letras en abrazos y páginas en sonrisas. 💕 Gracias por leerme, por soñar conmigo y por ser los cómplices más lindos que una historia puede tener.

Narrado por Anny

No podía dejar de escuchar las palabras de Zoe repitiéndose en mi cabeza.
“Si una parte de ti quiere sentir que alguien te ve… entonces termina primero con Cody.”

Quería creer que todo lo que me había dicho era exagerado, que no estaba tan perdida como ella pensaba. Pero en el fondo… yo sabía que sí.

La casa estaba silenciosa cuando llegamos. Zoe seguía molesta y se bajó del auto sin mirarme. Colyn estaba en casa de mis padres, así que todo se sentía más vacío de lo habitual.

—No voy a quedarme callada —dijo Zoe, de repente, sin siquiera mirarme.

Tragué saliva.
—Lo sé.

—No lo parece.

El silencio que siguió me pesó en el pecho.

—Zoe, yo no hice nada. Fue Alex el que…

—¿El que qué? —su voz cortó como un cristal roto—. ¿El que te miró con esos ojos que fingiste no ver? ¿El que se acercó porque, sin decirlo, le abriste una puerta que ni tú misma sabes si querías abrir?

Sus palabras dolieron como un golpe.
—¿Me estás culpando?

Respiró hondo, como si se estuviera conteniendo para no gritarme.
—Te estoy despertando, Anny. Porque te estás cayendo… y no te das cuenta.

Sentí las lágrimas acumulándose, pero no dejé que cayeran.
—Estoy cansada, Zoe. Agotada. Me siento sola todo el tiempo. Cody no está. Siempre está ocupado, distante, frío. Ya ni hablamos. Y cuando lo hacemos es como si fuéramos dos extraños en la misma casa… solo discutimos.

Zoe tomó mi mano con fuerza.
—Lo entiendo. Pero no puedes llenar un vacío con alguien que aparece cuando estás débil. Después mirarás atrás y no te reconocerás.

—No estoy… con Alex —susurré—. Ni siquiera sé lo que quiero.

—Exacto. Y él sí sabe lo que quiere. Y sin darte cuenta lo estás dejando entrar cada vez más. Te lleva café, te escribe, aparece “casualmente”. Anny… eso no es casualidad. Eso es insistencia. Es interés. Y si no quieres algo con él, debes decirlo ya.

—¿Y si sí? —mi voz sonó rota—. ¿Y si una parte de mí quiere sentir que alguien me ve?

Me sostuvo la mirada largo rato.
—Entonces primero termina lo que tienes con Cody. No te traiciones. Porque si lo haces, no solo lo perderás a él… te perderás a ti.

Las palabras me apretaron el pecho.
—No sé cómo arreglar esto.

—No tienes que saberlo hoy. Solo empieza por ser honesta. No dejes que Alex confunda tu dolor con una oportunidad.

Cuando me dijo que me apoyaría en cualquier decisión, pero que no permitiría que me traicionara a mí misma, ya no pude contenerme. Lloré.

Sí, estaba rota.

El desayuno seguía intacto. El café frío. El pan tostado duro.
Llevaba más de veinte minutos sentada sin probar bocado.
Mis manos jugaban con la servilleta, como si necesitaran aferrarse a algo para no desmoronarse.

Entonces se abrió la puerta.

—Buenos días, señora —Fernando entró con el tono profesional de siempre, pero con el rostro tenso. Sostenía una tablet como si pesara demasiado.

—Tengo algo que tiene que ver —dijo sin rodeos, tendiéndomela.

La tomé sin hablar. En cuanto la pantalla se encendió, sentí como si el aire se me escapara del cuerpo.

Titulares. Fotos. Rumores.

"¿La esposa del magnate demasiado cerca de su ‘amigo’ Alex?"
"El escándalo que sacude a los Montalva: ¿infidelidad en medio del silencio?"
"Una madre joven… y un tercero en discordia."

Había imágenes nuestras en centros comerciales, cafeterías, hasta en la entrada de la casa. Fotos captadas de lejos… y otras demasiado cercanas.
Todas contaban la misma historia. Una mentira disfrazada de verdad.

El estómago se me encogió.
El zumbido en mis oídos creció.

Fernando hablaba, pero apenas lo escuchaba.
—…los abogados están trabajando para frenar la difusión. La prensa pide declaraciones. La ceremonia de este año sería una oportunidad perfecta para que usted y el señor Montalva…

Ceremonia. ¿Quién pensaba en eso ahora?

Hasta que una foto me partió en dos.
Alex inclinado hacia mí, tan cerca que parecía besarme… y yo sonriendo.

—Llame a mi esposo —dije, con la voz urgente.

Fernando parpadeó.
—¿Señora?

—Llámelo. Dígale que necesito hablar con él. Ahora.

Tragué el nudo que amenazaba con ahogarme.
—Y por favor… llame al chofer. Que lleven a Colyn a casa de mis padres.

Fernando asintió y salió.

Me quedé sola, con la tablet aún en las manos.
Cody iba a ver esas fotos.
Y yo… yo no sabía si lo que quedaba entre nosotros era suficiente para sobrevivir a lo que venía.

Nunca me había sentido tan observada.
Ni siquiera cuando me casé con Cody y todo fue un espectáculo de flashes, flores y titulares.
Pero esto… esto era distinto.

No era una boda. No eran felicitaciones.
Eran cuchillos disfrazados de palabras, fotos robadas convertidas en historias que no viví.

Me quedé mirando la tablet como si, de algún modo, si la observaba lo suficiente, las imágenes se borrarían solas.
Pero ahí estaban.
Yo, sonriendo.
Alex, demasiado cerca.
Y el ángulo maldito que hacía parecer que me besaba.

No importaba que no fuera cierto.
En este mundo, la verdad siempre llega tarde.

Sentí un vacío en el estómago.
Una parte de mí quería gritar, decir que todo era mentira, que no soy esa mujer que ellos describen.
Pero la otra parte… la que sabía cómo funciona esta vida, entendió algo.

Yo ya no soy solo “Anny”.
No puedo permitirme esos descuidos.
No puedo caminar por la calle con quien quiera, en el momento que quiera, sin que alguien me capture y venda la imagen al mejor postor.
Soy la esposa de Cody Montealva.
Y eso significa que no solo me cargo a mí misma… también cargo con él, con Colyn, con la empresa, con todo lo que nuestro apellido representa.



#759 en Novela romántica
#219 en Otros
#103 en Humor

En el texto hay: humor, romance, adultos

Editado: 16.09.2025

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.