Nuestro Futuro. ¿embaraza? La Nerd

Capitulo 37: El se va.

—Anny...

—No... sé —susurré, sin saber cómo ordenar las palabras.

Cody alzó una ceja y me miró con esa mezcla de preocupación y paciencia que tanto me derretía.
—Amor, respira. ¿Por qué estás pálida? ¿Qué pasa? ¿Qué esta ocurriendo anny?

Antes de que pudiera responder, Colyn, serio como si fuera un gran hombre, interrumpió:

—¡Papi!

—¿Sí, campeón?

—Abuela bonita —arrasó con las palabras, con su sonrisa de tres años—. Abuela... egalo.

—¿Tu abuelo no te dijo nada de la pulsera? —preguntó Cody, curioso.

Colyn puso el dedo en la boca como si fuera a guardar un secreto y dijo con su vocecita:
—Shh... abuela: "¡e quieto!" —sus palabras salían mezcladas, como siempre.

Cody lo tomó en brazos con cuidado, como si en ese gesto fuera a descifrar el misterio del mundo. Lo miró y luego me miró a mí, los ojos verdes buscando una explicación.

—La mamá de tu mamá puede regalarte todo lo que quiera, es tu abuela y te amo mucho, no tiene que ser un secreto —dijo con tono de consuelo, dirigiéndose a nuestro niño.

—Mami de papi—dijo Colyn, confiado.

—¿Mi mama? —preguntó Cody, volteando hacia mí, como si fuera un títere movido por la curiosidad.

Yo sentí que la sangre me subía a la cara. Cerré los ojos y hablé rápido, atropellando las frases, porque si él iba a saber algo, prefería contarlo yo misma antes de que la versión se fuera por otro lado:

—Esta mañana estábamos desayunando. Llegaron mis padres, pero también tu madre. Los de seguridad no la querían dejar pasar, pero mis padres se negaron a entrar sin ella. La dejé pasar y se quedó toda la mañana aquí con Colyn y con mis padres. Seguro ella aprovechó un descuido mío...para colocarle esa pulsera... estuvo mimando a Colyn, hablando y hablando. Dijo que mañana organizaba una cena a las 7:00 pm en un restaurante italiano nuevo —dije, intentando que la voz no me temblara—. Dijo que se encargaría de todo. Mis padres se tuvieron que ir porque mi papá tiene un chequeo médico... dijo que todo estaba bien, que era rutina. Luego tu madre se fue con ellos.

—¿Qué? ¿Cena? ¿Esa mujer estuvo aquí otra vez? —la voz de Cody se tensó, y de pronto gritó:

— Fernando

—Señor

—¿Qué pasó esta mañana Fernando? ¿esa mujer estuvo aquí? —pregunto mi marido, sin quitarme la mirada.

—Sí, señor —contestó el hombre, serio—. Pido disculpas. No fue mi intención que pasara. Hice lo que pude, señor.

Las palabras salieron rápidas. Cody se levantó de la mesa con los ojos clavados en él.

—¿¡Por qué entró a mi casa, sabes que tiene prohibida la entrada!? —exigió, con un tono que no había usado conmigo.

Yo me adelanté, tratando de calmar la situación antes de que estallara.
—Cody, él no tuvo la culpa. Le pedí que la dejara pasar porque mis padres no entraban sin tu mamá. Fernando siguió órdenes.

Fernando se quedó inmóvil.
—Tu trabajo es evitar que esa mujer pise esta casa y as fallado — Las palabras salían furiosas de Cody.

—Mi error señor, no volverá a pasar.

Cody miró al hombre como si quisiera arrancarle la cabeza.
—¿Lo sientes? —escupió Cody—. ¡Esto es la segunda vez, Fernando! Si vuelve a pasar... —su voz se cortó en un aviso helado—. Recoge tus cosas, te vas.

—¿Qué? ¡Cody, por Dios! — Colocándome delante de el.

—Si señor como ordene. —Fernando tragó saliva, con la mirada baja.

Cody dio un paso hacia mí, la respiración agitada.
—Anny... —dijo, más suave—. Esto no puede seguir ocurriendo. No quiero a esa mujer en nuestras vidas nunca.

—Lo sé —le dije tomando sus manos—. Yo tampoco la quiero cerca. Pero no quería dejar a mis padres fuera. No pensé que pondría algo en la mano de Colyn.

Cody apretó la mandíbula. Estuvo a punto de decir algo más duro, pero en ese instante Colyn comenzó a llorar, sin aviso, como si algo le doliera de repente.

—¿Qué pasa, campeón? —Cody lo acercó a su pecho, preocupado.

—Papi —sollozó mi pequeño — Malo —Señaló la puerta como si fuera la culpable de su susto.

Vi cómo un dolor atravesó los ojos de Cody; su rabia se mezcló con culpa. Abrazó a nuestro niño con fuerza.

—Lo siento, campeón. No quise asustarte. Perdón —murmuró, besándole la cabecita.

Colyn, entre sollozos, pidió con su voz temblorosa:
—¡Fe... Fer...! —quería a Fernando.

No pude evitar soltar una risita por lo absurdo y tierno a la vez. Cody me miró, sin comprender, pero entendiendo el fondo.

—Creo que Colyn no te dejará deshacerte de Fernando tan fácil —dije, intentando aligerar el ambiente.

Cody soltó un suspiro largo, como si el aire se lo llevara todo por un momento. Luego, con esa calma que intento adorar, dijo:

—Tranquilo, campeón. Fernando seguirá cuidando de ti... y de tu mami.

Yo me dejé caer en la silla, exhausta. Tenía la sensación de que la casa había cambiado de temperatura en cuestión de minutos: la ternura de la mañana rota por algo frío y calculado. Y, en el medio, Colyn buscando consuelo, sin entender por qué adultos tan grandes hacían cosas tan pequeñas y tan feas.



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En el texto hay: humor, romance, adultos

Editado: 16.09.2025

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