Nuestro Futuro. ¿embaraza? La Nerd

Capitulo 49: Una Vida Inocente.

Me llamaban. Una voz lejana, como si viniera desde el fondo de un pozo. Abrir los ojos me costó un mundo. Todo me dolía: la cabeza, los brazos, el cuerpo entero. Recordé a golpes lo ocurrido: Alex arrancándome a Colyn de los brazos, mis gritos, mis patadas inútiles, alguien golpeándome por detrás… la aguja, el ardor frío entrando en mi vena. Y luego, la oscuridad.

Alguien me sentó. La vista era borrosa, como mirar a través de un cristal empañado. Intenté encender la rabia dentro de mí, necesitaba fuerza, aunque fuera para arrastrarme.

—Anny, escúchame —una voz temblorosa, urgente, junto a mí—. Tenemos que salir de aquí. Hazlo por Colyn.

Parpadeé hasta enfocar. Y la vi. La madre de Cody. Me ayudaba a incorporarme.

—Tú… —murmuré arrastrando la voz.

—Lo sé —me interrumpió, con lágrimas contenidas—. Soy lo peor. Permití este desastre. Pero no dejaré que nadie le haga daño a mi hijo.

No entendía nada. ¿Cómo podía estar ella aquí? ¿Cómo podía estar del lado contrario y, al mismo tiempo, ser mi única salida? No había tiempo para pensar. Me jaló del brazo y avanzamos por un pasillo oscuro. Cada paso era un suplicio, el suelo se me movía, mi cuerpo apenas me obedecía.

Sacó un manojo de llaves y abrió una puerta. Dentro, bajo la luz tenue, estaba Colyn. Mi pequeño. Amarrado a una silla, con los ojos rojos de tanto llorar.

—¡Mi amor! —me lancé hacia él, temblando.

Lo desatamos juntas. Lo apreté contra mi pecho como si con eso pudiera borrarle el miedo. Mi niño. Mi pequeñito.

Salimos apresuradas del cuarto, pero entonces…

¡BANG!

El disparo reventó el aire. No supe de dónde vino. Solo vi a la madre de Cody llevándose la mano al estómago, los ojos abiertos de sorpresa. Sangre brotó entre sus dedos, se le escapó un hilo rojo por la boca.

—Perdón… —susurró con voz quebrada antes de desplomarse hacia adelante.

—¡No! —grité al verla caer.

Colyn chilló de terror y lo cubrí con mi cuerpo, protegiéndolo de aquella escena.

—¿A dónde crees que vas? —la voz venenosa de Renata cortó el aire.

La miré, helada. Ella estaba allí, con una pistola en mano, la sonrisa torcida como una víbora que acecha.

Alex apareció detrás de ella, los ojos desquiciados.

—Anny… devuélveme al niño —ordenó, con tono amenazante.

—No —negué con fuerza, apretando más a Colyn contra mí.

Renata levantó el arma y apuntó directo a mi pecho.

—Es mejor que lo escuches, querida. O tu nene se quedará sin mami. —Su voz era un veneno frío, sarcástica, cruel.

Retrocedí un paso, mi respiración rota, cuando de pronto…

¡BOOOM!

El suelo tembló bajo mis pies. Una explosión sacudió el pasillo. Las paredes comenzaron a desprenderse, trozos de cemento y polvo cayendo alrededor.

¡Corre! me gritó una voz dentro de mi cabeza, instinto puro.

Apreté a Colyn y corrí.

—¡ANNY! —escuché el grito de Alex tras de mí, mezclado con los rugidos de Renata.

El techo crujía. El humo lo cubría todo. Yo solo corría, sin mirar atrás, con el corazón desbocado, con el peso de mi hijo y el terror mordiéndome las entrañas.

Mientras corría buscando una salida, sentí un golpe seco en la espalda que me cortó el aire. Tropecé. Colyn resbaló de mis brazos y rodó unos metros.
—¡Colyn! —grité, la garganta hecha trizas.

Algo caliente me chorreaba por la frente, mezclándose con el polvo que me cegaba. No me importó. Me lancé entre los escombros, apartando piedras con manos temblorosas.

—¡Colyn, bebe, respóndeme! —mi voz era apenas un hilo roto.

Entonces lo vi. Tirado en el suelo, atrapado bajo una piedra enorme que aplastaba su pierna. Un chillido me desgarró por dentro. La sangre ya empapaba su pantalón, y su pierna estaba torcida de un modo imposible.

Me arrodillé desesperada.
—Ma...ma... —gimió, con la carita llena de polvo y lágrimas—. ...du..ele...

Mis manos se clavaron en la roca. Empujé con todo lo que me quedaba, gruñendo, llorando. Sentía cómo mis fuerzas me abandonaban, pero no iba a rendirme. No podía. Era mi hijo. Mi vida. Finalmente, la piedra cedió.

Lo alcé, apretándolo contra mi pecho, aunque su pierna colgaba mal.
—Mami te saca de aquí —le prometí, aun cuando mi voz temblaba más que mis brazos.

El polvo me quemaba los pulmones. El eco de escombros cayendo me ensordecía. Y entonces…

Un ruido seco detrás. La respiración de alguien demasiado cerca.

—¡Alto, perra! —la voz sibilante de Renata me heló la sangre.

Estaba tan cerca que pude sentir su sombra sobre mi espalda.

—Si me haces daño, Cody no dejará nada en pie. Te encontrará y pagarás cada risa con la que hoy te burlas.

Renata me miró con diversión, como si mis palabras fueran un chiste privado. Sus ojos brillaban con un odio frío.

—¿Creíste que te irías? —la voz de Alex atravesó el aire como un cuchillo. Lo vi dar un paso hacia mí, su sombra creciendo sobre el polvo.

Iba a atraparme, pero de pronto otra explosión sacudió el lugar. El estruendo retumbó en mis huesos y una roca enorme cayó frente a mí, cortándome la salida. El golpe me lanzó hacia atrás; mis párpados pesaban, el dolor en la cabeza era insoportable, un pitido agudo me reventaba los oídos.

Quise gritar “¡Colyn!”, pero mi cuerpo no me obedecía. Apenas logré un susurro roto.

Sentí cómo alguien me arrastraba por el brazo, mi cuerpo golpeando contra el suelo áspero. Había disparos… o al menos lo parecían, perdidos entre el eco de derrumbes. Todo era polvo, confusión, sombras que no distinguía.

De pronto, unas manos firmes acariciaron mi cara. Una voz me hablaba, urgida, como intentando arrancarme de la oscuridad.

Parpadeé, la vista borrosa. Solo un nombre escapó de mis labios:
—Cody…

Un sollozo se me quebró en el pecho cuando sentí cómo él me recogía entre sus brazos. Me aferré a él con la última fuerza que me quedaba, hundiendo la cara en su pecho, segura de que, por fin, estaba a salvo.



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En el texto hay: humor, romance, adultos

Editado: 10.10.2025

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