Nuestro Lado Oscuro

Capítulo 3 Secretos y advertencias

Estaba de espaldas, inmóvil entre los árboles. Su ropa negra contrastaba con el gris verdoso del bosque. Nadie solía venir a esta parte, especialmente a esa hora.

—¿Quién crees que sea ese chico? —le pregunté a Dante sin apartar la vista de la figura.

—No lo sé—murmuró Dante—. ¿Vamos a ver?

—¿Estás loco? —respondí enseguida.

—Solo estoy bromeando —dijo con una sonrisa, aunque su mirada seguía atenta.

—Tal vez se perdió —habló Mateo mirando también al chico misterioso.

Me recargue el árbol que estaba cerca de mi y alce la vista para ver el cielo, en eso algo llamó mi atención, tallado en el árbol había una figura de un triángulo invertido y en medio se alcanzaba a distinguir la letra “F”. La figura no está en un lugar muy alto pero si en un lugar donde no la vieran a simple vista.

—Chicos, miren eso —apunté a la figura tallada en el árbol. Ambos chicos voltearon a ver lo que estoy apuntando.

—Tal vez hicieron esa seña para hacer el camino y salir del bosque —dijo Dante restando le importancia.

— Mejor hay que irnos, se está haciendo tarde y se empieza a sentir más frío —habló Mateo mientras empezaba a caminar de regreso a la salida del bosque.

De camino a mi casa iba observando a los árboles para ver si también tenían alguna seña, hasta ahorita ya son a dos árboles que veo que también tienen esa figura.

Mateo y Dante seguían en su conversación, y de vez en cuando Dante me incluía con algún comentario. Yo caminaba unos pasos detrás de ellos, distraída, dejándome llevar por el ritmo tranquilo del bosque.

Entonces lo sentí.

Esa sensación extraña como si alguien estuviera justo detrás de mí. Antes de poder girarme, unas manos me cubrieron los ojos y solté un grito ahogado por el susto.

—¿Qué haces aquí? —preguntó Mateo con voz firme.

¿Conocía a la persona que me tapaba los ojos?

Entonces, lo percibí. Un perfume delicado, apenas perceptible, como una mezcla de madera clara y algo fresco, quizás lavanda o musgo. No era un aroma fuerte; al contrario, era tan sutil que parecía parte del viento. El chico me destapa los ojos y yo lo volteé a ver.

Era alto tal vez un poco más que Dante, con un tono de piel ligeramente pálido que contrastaba con su cabello oscuro, desordenado de forma elegante, como si lo hubiera peinado el viento y unos ojos azules como los de Mateo.

—¿Quién eres no te había visto antes por aquí?— preguntó Dante.

El chico nos miró y luego miró a su alrededor.

—Soy Alessandro Fox y ustedes ¿Quiénes son?— su tono de voz son un poco grave.

—Yo soy Dalisa Rinaldi– le dije

—Dante Ricci ¿Que estabas haciendo en esta parte del bosque? — siento como Dante me jala hacia el.

Alessandro me miró y luego hablo.

—Supongo que lo mismo que ustedes, no, no creo que venimos a lo mismo porque yo no tengo planeado hacer nada en el bosque— Yo me molesté por lo que insinuó.

—Nosotros solo venimos a caminar en el bosque, no vamos a ser nada de lo que tú mente depravada piensa que vamos a ser— le respondí. ¿Quién se cree este? para insinuar esas cosas.

– Si claro – sonrió Alessandro– entonces vienen a pesar el rato –se echó a reír.

– No, nosotros somos amigos desde la secundaria –eso dolió.

—Ya déjalos Alessandro —le dijo Mateo a este chico raro.

—Está bien hermanito, ya no te incómodo con tus amigos —le responde de una manera tan sarcástica.

Así fue como nuestra plática de amigos se convirtió en entrevistar a Alessandro y su vida en la cuidad, de que era lo que extraña que resulta que no extraña nada de la ciudad, pero quién no va a extrañar el lugar en donde estaba viviendo por casi toda tu vida, si a veces pienso que voy a extrañar este lugar cuando me valla a la ciudad a seguir estudiando.

Cuando llegué a casa mi abuela ya estaba preparando la cena, así que le pregunté que cómo le fue con su amiga misteriosa.

—Abuelita de que platicaste con tu amiga misteriosa— mi abuelita y yo nos sentamos a cenar —Bien, me dijo que el viernes te quiere conocer así que la invite a comer el viernes para que te conozca— yo solo asentí con la cabeza.

Antes de ir a mi habitación me despedí de mi abuelita.

—Si escuchas otra vez ruidos no les hagas caso— me dijo antes de entrar a mi habitación.

—Ya no me voy a asomar si escucho ruidos abuelita, ya me voy a dormir porque mañana tengo que ir a la escuela descansa— me fui a mi habitación.

—Descansa Dalí— la escuché decir.

Me prepare para dormir y caí en los brazos de morfeo. Me desperté porque escuché otra vez ruidos y me levanté para ver si alcanzaba ver a alguien, pero en eso mi conciencia me recuerda lo que me dijo mi abuela, cuando me iba acostar otra vez escuché como alguien gritaba, y con cuidado me asomé por la ventana.Hay una chica y alguien va detrás de ella pero debido a la falta de luz no se alcanza a ver bien las siluetas. De pronto la chica y la persona que venía detrás a ella la atrapa. Se ve como la chica empieza a forcejear y algo le hace porque de repente la chica se deja de moverse y la alza para cargar y veo que la chica trae el uniforme de la preparatoria, y su cabello es negro azabache no creo que lo tenga muy largo ya que solo le cubre poco la cara. La persona va vestida de nuestro y trae un pasamontañas y se pierde en la oscuridad del bosque.

Al día siguiente, hice la misma rutina de siempre antes de bajar a desayunar.

—Buenos días a la abuelita más linda del mundo —le di un beso en la mejilla y me senté a desayunar.

—Buenos días Lisa— me responde mi abuelita —Dormistes bien, no vistes nada está vez— eso me tomó por sorpresa, ella si habrá visto algo.

—No abuelita, ya te prometí no andar asomándome por la ventana de noche — la verdad no le pienso decir para no preocuparla, la observó y se ve rara, como si no me me creyera, como si estuviera ocultando algo.

—Lisa prométeme que no te vas a meter en dónde no debés— me dijo toda seria cosa que nunca la había visto.




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