—Ella no me quiere decir, pero espero que sí me diga. A mí no me gustan nada este tipo de bromas —dije con voz seria.
Ella solo asintió con la cabeza y seguimos comiendo.
—Bueno, me voy a mi habitación. Descansa —me despedí de ella.
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Agarré mi celular y vi que tenía un mensaje de Dante.
Dante: ¿Nos podemos ir juntos a la escuela?
¿Y ahora por qué quiere ir conmigo?
Lisa: Claro.
Dante: Bueno, te paso a buscar temprano.
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Me desperté temprano por un ruido que escuché. Otra vez había una persona vestida de negro mirando hacia la casa. Me asusté cuando vi que se estaba acercando y observando mi ventana. Se quitó el pasamontañas y vi a un chico, tal vez de unos 22 años, de cabello negro.
Nunca lo había visto en el pueblo. El chico se detuvo y se regresó al bosque. ¿Será él quien me deja esas cartas? ¿O será la misma persona que vi cuando Joseph se lanzó?
Me alisté para ir a la escuela, pero no podía dejar de pensar en ese chico. Es muy joven para ser parte de ese grupo de criminales. Ahora hay otra pieza más en este rompecabezas sin resolver.
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Dante pasó por mí muy temprano; apenas estaba desayunando cuando apareció en mi puerta. Ahora estamos de camino a la escuela.
—Oye, Dalí, ya casi no veo a Alice. ¿Está muy ocupada o por qué se alejó de nosotros? —me dijo. Y ahora que lo pienso, tiene razón, ella ya no le habla tanto a Dante.
—Bueno, a mí sí me habla y también paso tiempo con ella —le respondí, mirándolo.
Él me mira, esperando que diga algo más.
—Tal vez ya no me habla a mí porque Mateo no le hizo caso y piensa que fue por mi culpa —me dice.
—No creo. Ella anda hablando con otro chico —le comenté.
El clima ya se sentía más fresco que otros días. El aire estaba más fuerte. Por suerte, ya íbamos a llegar a la escuela, aunque dudo que haya alumnos.
—¿Así te dijo ella? —preguntó. No entiendo por qué amaneció con tanta curiosidad por saber lo que me dice Alice—. ¿Te sigue contando todo?
—No me cuenta todo. Al igual que tú tampoco me cuentas todo, ella tampoco lo hace —le respondí.
Llegamos a la escuela y no había ningún alumno en la entrada.
—Al parecer, venimos a abrir el instituto —le dije.
Caminamos hasta el salón.
—Dante Ricci —escuchamos la voz de un chico.
Ambos nos volteamos, y a mí se me fue el aire cuando vi, frente a mí, al chico que había visto en la madrugada. Miró a Dante y luego a mí. Su sonrisa me dio miedo. Volteé a ver a Dante, y él también estaba sorprendido de verlo.
—Hola, Jack —le dijo Dante con un tono de voz frío.
—¿No me vas a presentar a tu novia? —dijo en tono burlón.
Eso me molestó. ¿Quién se cree este?
—Ella es mi amiga Dalisa —me presentó Dante.
—Un gusto conocerte en persona, dulce Dalisa —me extendió la mano, y como vio que no la tomé, la bajó—. Dante, ¿Ya te dijo Alessandro que también lo estoy ayudando a cazar al ratón? Es muy divertido.
Me sentí incómoda con lo que dijo.
—No me había dicho nada Alessandro, pero no importa. La que dio la orden fue mi abuela Elisabeth —le respondió Dante.
Caminamos de regreso al salón, pero antes de llegar, vi que Jack se metió en la oficina del director.
—¿Quién era ese chico? —le pregunté a Dante.
—Es hijo del director Caruso. Solo que siempre vivió en el pueblo vecino —me dijo.
Le quería preguntar de quién estaban hablando, porque es más que obvio que se referían a una chica. Pero, ¿Qué quieren hacerle?
—Voy al baño. Y, por cierto, no me pareció que viniéramos a abrir la escuela —le dije y salí del salón.
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De camino al baño, pasé por la oficina del director Caruso y escuché que estaba hablando con alguien. No quise darle mucha importancia, pero reconocí la voz de Jack y me entró la curiosidad: ¿El director también será parte de la red de criminales, como dijo Joseph?
—No sabes la adrenalina que tengo después de lo ocurrido en la madrugada —la voz de Jack sonaba muy feliz.
—Sí, ten cuidado. No debe haber testigos —le dijo el director.
—No te preocupes, nadie se dio cuenta —respondió Jack.
—Más te vale. No queremos soplones sueltos.
Por su tono de voz, supe que no le gustaba la idea de que alguien hubiera visto lo ocurrido. Pero ¿Qué fue lo que vio? ¿Y a quién se referían?
—Ya no te enojes. Volviendo al tema de antes, te dije que esa niña iba a ser muy fácil de manipular —dijo Jack, burlón.
—Sí, tienes razón. Lia Russo es muy ingenua.
No podía creer lo que escuchaba. ¿Desde cuándo Lia está desaparecida? Su familia ni siquiera la ha reportado desaparecida. El director Caruso nunca me dio buena espina, sobre todo desde que supe del romance con la mamá de Alice, pero no imaginé que fuera tan malo.
—Pobre tonta pero ahora está en un lugar mejor. Descansando aunque tal vez no en paz —dijo Jack, y luego escuché cómo se reía.
Entonces Lia estaba muerta.
Al notar que ya empezaban a llegar más estudiantes, iba a regresar al salón para que Dante no viniera a buscarme, pero entonces escuché de nuevo la voz de Jack.
—Al menos experimentó todo lo que se hace en dos semanas. Por eso nos va a dejar buen dinero por la donación de sus órganos. Aunque hubiera dejado más como prostituta nadie la mandó a escaparse y salir del bosque. Qué bueno que la encontré y la callé.
Me quedé helada. A las chicas que se llevan las prostituyen.
Caminé de regreso al salón, intentando que no me vieran.
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Llegué al salón y ya habían llegado más alumnos, entre ellos Mateo.
—Tardaste mucho en el baño —me dijo Dante.
—Sí es que escuché al hijo del director Caruso hablar sobre la desaparición de Lia Russo, la chica que tomaba clases con nosotros y se cambió de grupo —comenté.
—Pero ella era novia de Jack —le dijo Mateo a Dante.
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Editado: 04.10.2025